Palacio Valdés cuenta en su autobiografía “Novela de un novelista” que durante su niñez en Avilés había un esclavo, “un negro muy feo que había traído de América un indiano llamado don Pancho”. En estas memorias narra cómo la maestra asustaba a los niños con la historia de que “el negro” se los llevaría en un saco si se portaban mal. Más aún, entre una sonrisa literaria y algo de piedad, narraba el maltrato al que el el esclavo era sometido por su dueño avilesino.
Las referencias a esclavos son escasas en la literatura del española del siglo XIX, a pesar de que la esclavitud seguía siendo un próspero negocio en España, aún cuando era ilegal ya en casi todos los países europeos desde mediados de siglo. No todos los que marcharon a “hacer las américas” eran dueños de esclavos. De hecho, la mayoría no llegó a hacer fortuna. Sin embargo, la trata y la posesión de seres humanos existió y estuvo en la base de algunas fortunas de destacados indianos.

“Yo creo que muchas familias ni siquiera saben que sus antepasados se dedicaron a la trata de esclavos o que poseían esclavos, no saben que la fortuna familiar vino de eso”, cuenta Juan Carlos de la Madrid, historiador que ha estudiado la emigración asturiana a América. “Es un tema del que queda por saber todavía muchas cosas”.
“La Regenta”, obra del asturiano Alas Clarín, y cuya trama se desarrolla en Oviedo bajo el nombre literario de Vetusta, hace referencia al fenómeno de los indianos, así como a la trata y a la posesión de esclavos. Uno de los “americanos”, como Clarín llama a estos emigrantes regresados tras hacer fortuna, se llama Don Francisco Páez. Se menciona de pasada que tiene esclavos.
Sin embargo, si hay un indiano que resalta en esta obra es Don Frutos Redondo, el negociante más rico de la colonia de indianos que hay en Vetusta. Del origen de su fortuna se menciona que en el pasado había comerciado con esclavos. No solo eso, sino que lo había hecho de forma ilegal. Este aspecto, que merecería un análisis moralmente rechazable por una persona de hoy en día, pasa sin pena ni gloria por las descripciones que Clarín hace del rico indiano. Es algo que se menciona, sin hacer juicios de valor, sin detenerse en ello. ¿Era entonces normal la esclavitud en Asturias en el siglo XIX?

Juan Carlos de la Madrid niega la mayor al afirmar que “incluso una persona negra, ya fuera esclavo o no, ya tuviera dinero o no, era algo que resultaba extraño para la gente de aquella época”. Pero si ni siquiera la etnia era normal, ¿cómo es posible que dos autores tan reconocidos de la época pasaran por encima de un hecho tan desgraciado? “Tal vez haya que asumir que no podemos mirar hechos pasados con los ojos de la actualidad”. En ese caso, ¿era normal en la Europa de la segunda mitad del siglo XIX usar un esclavo para asustar a los niños y para maltratarlo frente al resto de los vecinos? ¿Era normal para la mentalidad de 1931, año en que Palacio Valdés publicó sus memorias, referirse al único esclavo que vio en su niñez como “un negro muy feo que había traído un indiano de América?”. El historiador avilesino reconoce que no es fácil responder a estas preguntas sobre un escritor tan querido en la región y muy especialmente en Avilés.
Negreros asturianos famosos
“Es difícil saber si hubo muchos o pocos dueños de esclavos entre los indianos asturianos”, afirma el historiador Francisco Erice, autor del libro “Los asturianos en Cuba y sus vínculos con Asturias”. “Es un aspecto que los historiadores no hemos estudiado mucho en Asturias”. Confiesa que “en Cataluña sí que ha habido más estudios sobre el tema de la esclavitud, también porque allí los indianos eran más potentes, un auténtico poder fáctico”. Reconoce que “tal vez aquí todavía sea un tema tabú”. Juan Carlos de la Madrid, en cambio, cree que no se trata de un tabú. “Hay cosas que no se han estudiado y esta es una de ellas, pero mi opinión es que el tema que relaciona el esclavismo y la fortuna de los indianos no es un tabú”.
“Es muy posible que muchos indianos adinerados tuviesen esclavos, pero no se sabe exactamente quiénes ni cuántos ni hasta qué punto”, afirma Francisco Erice. “Más allá de los famosos negreros en la documentación encontrada y estudiada no aparecen tantos asturianos propietarios de esclavos. Pero suponer sí podemos suponer”.
Lo cierto es que tan solo hay dos indianos famosos de los que se puede afirmar que hicieron fortuna con la trata de esclavos. Y los dos consiguieron un título nobiliario gracias a que se consideró que estos dos indianos habían servido al interés del reino. Los personajes en cuestión son el Marqués de Argudín y el Marqués de Argüelles.

En 1864 José Antonio Agustín Argüelles, un funcionario colonial de origen asturiano, fue acusado de apropiarse de 140 “negros bozales” procedentes de un alijo ilegal. Y todo ello con la complicidad de un cura, el cual los hizo figurar como fallecidos mientras el funcionario los revendía en el mercado negro.
José Antonio Suárez de Argudín, primer marqués de la Casa de Argudín y Caballero de la Orden de Jerusalén, había nacido en Cuba, si bien su padre era de Soto del Barco. Este vínculo es reconocido en dicha localidad, donde el indiano, que hizo fortuna comerciando con esclavos entre África y América, pone nombre a una calle. Bien es cierto que su identidad queda escondida bajo el título de marqués, concedido en 1872 durante el breve reinado de Amadeo I. En su libro Francisco Erice no deja de calificar a este personaje como “turbio” , y dice de él que “en algún momento llegó a merecer el poco honroso título de principal traficante de esclavos del mundo”.
Ramón Argüelles, tiene calle en Llanes, también bajo el título de “marqués”. Se sabe que fue un gran propietario esclavista asturiano que participó de la trata. Sin embargo, acabaría siendo reconocido como uno de los grandes industriales de La Habana y con con tantos títulos y condecoraciones que estos acabarían sepultando su pasado como negrero.

Indianos a favor de la esclavitud
El marqués de Argudín sí abogaba por una emancipación “lenta y gradual”, porque sobre todo había que proteger los interese creados “de los dueños”, si bien no se refrenaba al calificar a los abolicionistas como “enemigos de la nación española e interesados en la ruina y exterminio de Cuba”.
Ignacio González Olivares, otro reputado indiano de la época estaba de acuerdo en empezar ya (estamos en la década de los sesenta del siglo XIX) a cambiar la esclavitud por servidumbre, pero consideraba peligroso “suprimir el derecho de los amos a los castigos corporales”.
Más allá de estos prestigiosos indianos, el propio Ayuntamiento de Avilés, controlado y ocupado por la burguesía indiana, firmó en 1872 un documento donde se oponía a la derogación de la esclavitud de Puerto Rico, algo que se veía como la antesala de lo que podía llegar a pasar en Cuba y que se percibía como un atentado contra los intereses creados a lo largo de tantos años de uso de mano esclava.
En realidad, esta clase de documentos proesclavistas se firmaron en más ayuntamientos de la geografía española, desde Cataluña a Galicia. Los indianos veían que una forma de hacer dinero se venía abajo y se oponían a ello. Algo que no pudieron frenar y que, en cualquier caso, no les arruinó. Finalmente, en 1886, se dio definitivo carpetazo a la esclavitud, si bien las actitudes racistas continuaron. “Efectivamente, al hacer un estudio de la prensa de la época uno encuentra que había un racismo más que latente”, refiere Juan Carlos De la Madrid. La esclavitud había acabado, pero la prensa de aquí y de allá, de Asturias y La Habana, tan fuertemente vinculada, especialmente en Avilés, se opuso a la independencia de la isla con mucho patriotismo y con un racismo que a día de hoy avergüenza a cualquiera que lea los artículos que se escribieron en aquellos años de conflicto.

Tras la independencia la imagen que se tenía de los indianos cambió. Antes de 1898, los estereotipos sobre aquellos “americanos” se alimentaban de grandes mostachos, sombreros, una ropa suntuosa, palabras y chorizos exóticos. La esclavitud formaba parte de un modo arquetípico de retratarlos, pero de pasada, como Palacio Valdés o Clarín. Incluso aunque la esclavitud ya no estuviera bien vista en la península, se aceptaba que los esclavos y sus dueños pertenecía al mundo exótico de los indianos. En el siglo XIX aquel dinero que trajeron e invirtieron para mejorar sus pueblos y ciudades, para construir palacios, pero también iglesias, escuelas, carreteras y puertos, dejaron para la posteridad una imagen de ellos muy benévola, donde la cara B de aquellas fortunas rara vez se menciona.
Los datos que da Ud. son equivocados. Ramón Argüelles del Busto, alcalde de Gijón; no tiene nada que ver con Ramón Agüelles Alonso, el indiano al acusa de ser tratante de esclavos. Quizás en un futuro le acusen a Ud de ser “tratante de datos”, para crear mal ambiente entre Cuba y Asturias.
Hola. Creo que es injusta la valoración de Palacio Valdés, es probablemente el único de su época que describe en la Novela de un Novelista una realidad cruda y dura a la que toda la literatura española dio la espalda. Se explica en este artículo de 2016
https://asturies.com/opinion/indianos-o-negreros