Como periodista es un placer coincidir con compañeras de profesión que creen y trabajan con otros enfoques. Que creen y militan en el periodismo. Patricia Simón (Estepona, Málaga, 1983) trabaja para La Marea, pero no se cierra puertas a colaborar con otros medios, además de ser profesora en la Universidad Oberta de Cataluña y de estar terminando un nuevo libro para la editorial Debate.
El próximo fin de semana del 24 al 26 de septiembre impartirá un taller sobre Reporterismo con enfoque feminista y derechos humanos en la Escuela Rural del Hotel Álvaro Flórez Estrada, en Pola de Somiedo.
Impartes el curso Reporterismo con enfoque feminista y derechos humanos. Es ¡wow, cuántas cosas importantes en este título! ¿Qué más se le podría pedir a un reportaje?, porque sobre estos temas no se aprende en la facultad y a veces ni siquiera en el ejercicio de la profesión.
La idea es precisamente ésa, aplicar esa metodología que surge sobre todo de la Cooperación al Desarrollo como es el enfoque de derechos humanos al ejercicio del periodismo, pero también en la comunicación social. Lo que permite el enfoque de derechos humanos es visibilizar por una parte cuáles son las causas de las injusticias que tratamos como periodistas y que documentamos, y quiénes son los responsables de proteger a esas personas que se ven afectadas por esas vulneraciones; pero también, y esto para mí es muy importante, señalar a los responsables. Desde el periodismo social a veces caemos en la tentación del relato que se regodea en la historia de sufrimiento o en la víctima y no ponemos tanta atención en lo que realmente puede transformar la situación, que es en identificar quiénes son los responsables de que eso esté ocurriendo. A veces porque literaria o narrativamente es más atractiva la historia de quienes sufren o ven vulnerados sus derechos, otras veces porque investigar cuesta más tiempo, esfuerzo y es un trabajo más de hormiguita, y muchas veces porque los medios de comunicación no permiten que se nombre a esos responsables. La parte de derechos humanos la vamos a abordar desde el aspecto teórico, porque me parece importante tener claras las claves para aplicarlo, pero también cómo llevarlo a cabo, porque la metodología de derechos humanos es muy amplia. Hay que aprender qué se puede precisar en cada reportaje, que tiene mucho que ver con las que somos periodistas cómo hemos aprendido, una vez que tenemos las gafas moradas, a identificar rápidamente cuáles son los actores, procesos y dinámicas que hacen que las mujeres y los colectivos, que son tratados como minoritarios cuando no lo son, sean más castigados. Y con el enfoque feminista vamos a hacer exactamente lo mismo. En un principio cuando empezamos a tratar todos estos temas en los medios de comunicación hablábamos de enfoque de género porque yo creo que también nos daba como pudor autodefinirnos como periodistas feministas, entre otras cosas porque desde el periodismo tradicional se nos acusaba de ser activistas, en lugar de periodistas. Yo creo que eso desde el 15M y de la ola feminista que vivimos en 2018 ya no sólo no nos genera inseguridad, sino que nos da mucha seguridad saber que lo estamos haciendo correctamente.
El taller se desarrolla en un lugar tan espectacular como el Hotel Álvarez Estrada en Pola Somiedo.
El taller son tres días en este sitio tan emblemático por recuperar los valores de la Ilustración. Va a ser una convivencia que nos va a permitir profundizar en la teoría que yo he ido cogiendo de muchas disciplinas, y también de la práctica como periodista. Hay una parte que va a estar dedicada al enfoque de fortalezas, que lo aprendí de educadoras y trabajadoras sociales y que tiene que ver con cómo nos relacionamos con las personas protagonistas de nuestras informaciones y desde dónde contamos su historia y dónde ponemos el foco. Además de contar las injusticias, tiene que ver con contar su capacidad de supervivencia, que es mucho más interesante y mucho más rica. Vamos a plantear ejemplos prácticos y a comentarlos para que cada persona pueda compartir su visión y su análisis.
“El periodismo tiene una función fundamental, que es romper con tanta crispación y la ideologización en todas las parcelas de la vida”
El taller no va dirigido sólo para periodistas.
La idea es personas que estén vinculadas o interesadas en la comunicación, tanto para el tercer sector, gente que venga del mundo del activismo, la militancia, la defensa de los derechos humanos, que también tienen mucho interés en comunicar y, por supuesto, periodistas y comunicadores.
Haces esa reflexión entre ser activistas y ser periodistas.
A mí me obsesiona mucho distinguir activismo de periodismo. No me considero activista en ningún caso. Mi militancia es el periodismo, pero sí creo que el enfoque humano y el feminista se pueden aplicar a todas las áreas y ahí podemos compartir muchos aprendizajes. Me parece importante que nos juntemos en algunos espacios para recordar lo que tenemos en común y lo que nos diferencia. Ser defensor o defensora de los derechos humanos creo que debería ser universal, porque es el mejor consenso que se ha alcanzado en la mayoría de las naciones del mundo como marco normativo a desarrollar, incluso países que estaban gobernados por ideologías muy diferentes. Y el enfoque feminista defiende la radical igualdad de los seres humanos, así que creo que también en los países democráticos debería ser parte del consenso. El periodismo en estos momentos tiene una función fundamental, y es uno de los temas que abordaremos en el curso, que es romper con tanta crispación y la ideologización en todas las parcelas de la vida. El periodismo tiene que reparar toda esa brecha y generar espacios comunes, y creo que para eso es importante diferenciarnos mucho de los partidos políticos. Ha habido un proceso de fortalecimiento de la ideología que era necesaria, porque había habido una desideologización muy importante de la sociedad en los años 90. Aunque creo que hemos pasado al otro extremo en el que llegamos a situaciones ridículas como la que yo acabo de vivir con el incendio de Sierra Bermeja, en el sur de Andalucía, donde se convirtió en una campaña electoral el propio incendio y su gestión. No somos capaces de generar consenso y valores a compartir en situaciones como ésta, se nos ha ido de las manos. Y a eso hemos contribuido los medios y los periodistas nos hemos visto arrastrados por esa politización: El periodismo lo que tiene que hacer ahora es exactamente lo contrario: evidenciar qué cosas no son ni de un partido ni de otro. ¡Hombre, la extrema derecha no, lógicamente!, pero incluso tenemos que reivindicar la importancia de que haya una derecha democrática y con la que haya cosas que no sea ni siquiera necesario discutir porque las compartamos: los derechos humanos y el feminismo deberían ser unas de ellas.

El dar voz a los sin voz también es una de las razones por las que te haces periodista.
Eso fue llenando de sentido mi decisión de ser periodista. El hecho de aprender que había personas que en las situaciones más difíciles eran capaces de crear oportunidades de cambio, de luchar y de defender su dignidad. Eso da mucho sentido a mi profesión. Y ahora, después de mucho tiempo trabajando, es un momento muy peligroso y creo que ésa es mi nueva obsesión como periodista, el crear las oportunidades de diálogo. Creo que se ha roto la posibilidad de diálogo entre la ciudadanía y tenemos que fomentar esa posibilidad de diálogo y de convivencia. Y hablo de mi propio país. Me preocupa mucho cómo se ha convertido casi en imposible hablar con personas con las que puedes estar de acuerdo en un 60% de las cuestiones y que eso te convierta en enemigo o enemiga del otro.
“Reivindico la contención y la moderación a la hora de hacer públicas nuestras opiniones”
Hablas del Slow Journalism. ¿Hay medios en los que tienes más libertad para escribir sobre determinados temas o enfoques que en otros medios no tienen lugar?
Tengo mucha suerte de que con La Marea he podido hacer muchas cosas que no podría hacer con otros medios de comunicación. Este verano me mandaron a Cuba tras la protesta del 11 de julio porque el tema estaba tan polarizado e instrumentalizado que queríamos entender que estaba pasando e intentar contar lo que viese y los distintos matices que me encontrase. No fueron solo las dos semanas que estuve allí, sino que después ha sido un proceso de escritura en el que he estado horas hablando con Magda Bandera (directora de La Marea), editándome, leyéndome más personas, teniendo feedback para que lo que saliese publicado tuviese vigencia bastante tiempo y fuese un retrato bastante completo. Eso al final es un mes de trabajo. El estar en este tipo de medios que apuestan por este tipo de periodismo con recursos básicos y apostando por pocos contenidos a mí me está permitiendo hacer cosas maravillosas, pero eso significa que a la vez tengo que hacer muchas otras cosas para completar los ingresos. A mí me gusta estar en diferentes espacios porque me permite hacer cosas distintas y tratar con diferentes públicos. Me preocupa que a veces escribimos para audiencias convencidas y a mí me gustaría estar en muchos medios que tuvieran una diversidad de audiencia grande porque creo que lo que necesitamos es leer a quien piensa diferente. A mí, como periodista, me gustaría que me leyese quien piensa diferente porque es una buena forma de mestizaje intelectual, si no es tan endogámico que nos empobrecemos mucho. A mí estar en diferentes espacios me permite llegar a gente diferente.
“Me gustaría que me leyese quien piensa diferente porque es una buena forma de mestizaje intelectual”
Con las redes sociales y sus algoritmos nos construimos, o nos construyen, realidades paralelas, una de las razones por las que se marca cada vez más la polarización.
Totalmente. Las redes sociales en ese sentido nos han vuelto bastante más intolerantes y fundamentalistas de lo que éramos hace unos años. Y además tenemos unas orejeras muy grandes porque pensamos que lo que piensa la mayoría es lo que piensa la gente a la que seguimos, lo que nos dictan los algoritmos. Por eso es tan sano seguir en contacto con gente muy variada en la calle que piensa muy diferente. Cuando vives en un sitio la experiencia es otra y desde el periodismo tenemos que reivindicar una y otra vez que aquello que no has vivido, por mucho que te lo cuenten, por mucho que creas que lo has podido estudiar o leer o hablar con gente, no lo vas a terminar de comprender. No lo terminamos de comprender los periodistas cuando vamos a los sitios, muchísimo menos si no has estado, y para eso sirven los periodistas. Creo que ahora vivimos mucho en la falacia de creernos que sabemos de todo y que podemos pronunciarnos de todo, y que además somos muy asertivos; creo que deberíamos ser bastante más prudentes. Sí reivindico en este momento de mi vida la contención y la moderación a la hora de hacer públicas nuestras opiniones continuamente sobre todo, porque todo es bastante más complejo y tiene más matices de lo que somos capaces de analizar.
Para hacer ese periodismo de más profundidad hace falta dinero. A veces los que tienen más recursos no apuestan por ese tipo de periodismo.
Eso también con matices. El País da un buen sueldo, algo fundamental, y les permite ir a muchos sitios en condiciones dignas. El coste es mucho mayor que el que yo pueda tener porque voy a sitios más baratos, pero evidentemente sí creo que podrían hacer muchísimo más los medios tradicionales y podrían, sobre todo, pagar las colaboraciones a unas tarifas más dignas, pero tampoco es que no hagan buen periodismo. Considero que tanto los medios tradicionales como los digitales o nativo-digitales hacen muy buen periodismo en general en este país. Y a mí, como persona híper informada y que dedico la mayor parte de mi tiempo a leer, no me da tiempo a leérmelo todo, y no distingo entre medios digitales o tradicionales. Creo que el problema es que hay mucho espacio dedicado a la verborrea de los representantes políticos que quitan espacio a otro tipo de contenidos importantes, que son a los que los medios digitales y nativo-digitales dedican más. Eso puede marcar la diferencia, pero también es verdad que lo podemos hacer porque los medios tradicionales hacen el seguimiento del día a día y, si no lo hicieran, los políticos también tendrían bastante más impunidad para zumbar barbaridades. Creo que nos complementamos bien, lo único que se necesita es que la ciudadanía entienda que hay que pagar por el periodismo, igual que pagan por la comida o tantísimos otros recursos básicos. Comprar y pagar por la información también debería ser algo que entrase dentro de nuestra economía, pero hablamos de economías muy inestables y la gente puede pagar por un medio de comunicación, no por todos, y hay muchos, muy buenos y variados. Y también estamos pugnando por esa minoría que tiene capacidad e interés por pagar por esa información. Hacen un esfuerzo que tenemos que reconocerles porque tienen información gratuita en los medios tradicionales.