Blanca Álvarez, escritora y poeta asturiana que murió hace once meses a edad temprana, escribió en un artículo de opinión publicado hace años en un periódico que editaba la Asociación de la Prensa de Gijón una frase que posiblemente pasó inadvertida en mitad de aquel texto impreso pero que a mí, periodista en fase embrionaria en aquellos tiempos, me quedó grabada como una máxima: “Más que el cuarto poder, los periodistas somos la quinta puñeta”. Yo me he agarrado a esa frase muchas veces, con una mezcla de orgullo, dignidad y rabia, porque frente a la petulante idea de que las y los periodistas somos el cuarto poder siempre he preferido creer que nuestro oficio consiste en ejercer el contrapoder, en hacer la puñeta, en ser la piedra en el zapato, la mosca cojonera o el Pepito Grillo, según toque en cada caso y circunstancia. En esa búsqueda nunca colmada de la libertad de expresión tengo como referentes a un puñado de compañeros y compañeras, colegas, partisanas y partisanos del periodismo que defendieron o que siguen defendiendo esa libertad en un medio hostil (y lo del medio hostil en este caso tiene doble significado). Cito como ejemplo a Xuan Cándano, periodista de Televisión Española, promotor y director de Atlántica XXII, uno de mis maestros en este oficio.
En Nortes llevamos casi un par de años faenando en todas estas cosas que nos encuadran, con una mezcla de orgullo, dignidad y rabia, en el bando periodístico de quienes hacemos la puñeta, de las moscas cojoneras, de los Pepito Grillo, de la piedra en el zapato, de las partisanas y partisanos de la cámara, la grabadora, la libreta de apuntes… En Nortes tratamos de informar, reflejar, valorar, denunciar y opinar con integridad pero sin ocultar lo que somos: un medio de comunicación de izquierdas que bucea en la realidad de Asturies y que al mismo tiempo se proyecta al mundo.
En Nortes combatimos por defender un pedazo de ese vasto territorio que abarca la libertad de expresión, compartiendo barricada periodística internacionalista con otros medios territoriales, estatales o internacionales a los que no consideramos adversarios, sino compañeros de lucha.
En Nortes no tenemos miedo a las llamas del infierno, seguramente porque para muchas y muchos de nosotros el infierno es cuadrar las cuentas para llegar a final de mes. Y, por encima de eso, porque somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar. Y si tocan a una nos tocan a todas, y la voz de todas suena con rotundidad en este medio de comunicación.
En Nortes somos maricones, tortilleras y travestis, y estamos orgullosas de serlo. Por eso siempre hay y habrá imágenes y textos en este periódico para reflejar y denunciar cada caso de LGTBIfobia que se produzca en nuestro radio de cobertura informativa y para recoger la voz de las personas agredidas, siempre que ellas quieran hacerla pública.
En Nortes somos también eso que alguna derecha llama “ecologistas sandía: verdes por fuera, rojos por dentro”. Entendemos el ecologismo como una fuerza política transformadora y, lógicamente, de izquierdas (ser ecologista y no ser de izquierdas sería tan estúpido como ser obrera u obrero de derechas, y de estos últimos hay mogollón de estúpidos, por desgracia). Por eso muchos de nuestros titulares y de nuestras informaciones huelen a verde, aunque aparezcan en tinta negra.
En Nortes respiramos el olor a neumático ardiendo de las barricadas sin taparnos la nariz en ningún momento, porque esa goma quemada es un perfume de la clase obrera mucho más respirable que cualquier perfume caro de la gran patronal. También inhalamos el olor a las sábanas limpias de las camas que hacen a destajo las kellys. Y nuestra mirada y nuestra palabra siempre estará a su servicio.
En Nortes no nos supone un estorbo informativo la memoria histórica o memoria democrática. Aquí no nos sentimos incómodas o incómodas cuanto tenemos que informar al respecto, ni buscamos un lenguaje neutro que no ofenda a nadie: al glorioso alzamiento lo llamamos golpe de Estado, al bando nacional lo llamamos bando fascista, y a Dolores Ibarruri Pasionaria, a Buenaventura Durruti, a Horacio Fernández Inguanzo El Paisano, a Anita Sirgo, a Ángeles Flores Peón Maricuela y a toda la gente que combatió el fascismo con toda su coherencia y su aliento les brindamos la apertura informativa del día cada vez que son noticia (y siguen siendo noticia, actualidad y realidad, por mucho que les joda a las derechas).
En Nortes el internacionalismo tiene embajada oficial. Somos el medio de comunicación que en los últimos meses ha cubierto con más amplitud y cercanía las movilizaciones de la comunidad colombiana en Asturies, del movimiento de solidaridad con el pueblo saharaui, del movimiento de solidaridad con el pueblo palestino, del movimiento zapatista…
En Nortes la oficialidá del asturianu nun ye una opción, ye una causa pendiente, una delda con toles xeneraciones muertes que vivieron, pensaron y suañaron nesta llingua, coles xeneraciones del presente y coles xeneraciones que tán por nacer. Quiciás por eso nesti mediu de comunicación nun hai compartimentos estancu pal asturianu, equí l’asturianu apruz con normalidá en cualesquier sección.
En Nortes somos todo esto y muchas otras cosas que me he dejado en el tintero.
En Nortes hemos lanzado una campaña de socias y socios porque empieza a escasear el aliento económico, ese aliento que se manifiesta en forma de surtidor constante de dinero de reputadas empresas y firmas comerciales en medios de comunicación que no pisan charcos, que son políticamente correctos, que no les buscan las cosquillas al poder, que se portan bien. Aquí nunca nos hemos portado bien, ni tenemos intención de hacerlo. No necesitamos un surtidor de dinero de dudosa procedencia, para seguir en pie nos basta con que siga llegando, gota a gota, la sangre en forma de suscripciones de gente como tú, gente que crea que hay que defender la libertad de expresión como si fuera la última barricada.