Hace un par de semanas presentaba ante el claustro de la Universidad de Oviedo su nuevo Plan de Titulaciones. Ignacio Villaverde, el rector, pretende concentrar todos los esfuerzos de su mandato en el fortalecimiento del músculo científico de la Universidad, a través de una estrategia condicionada por la limitación de recursos, las consecuencias económicas de una guerra de precios inflacionista y los efectos devastadores de una pandemia. A través de esta entrevista, conocemos las ideas matrices de ese plan y sus objetivos que necesariamente deslumbran porque son de una racionalidad desarmante, en la que se combina la historia de una institución, su capacidad resiliente y la vocación por seguir conquistando horizontes de futuro.
Hay que explicar lo que es la autonomía universitaria para poder entender en qué contexto se han producido los conflictos localistas que han surgido alrededor del nuevo plan de titulaciones que ha presentado.
Lo que hace la Constitución es establecer que las universidades tenemos capacidad de autodecisión. La ciencia prospera cuando es libre, la ciencia prospera allí donde es libre. Por eso está sujeta a condiciones distintas. La docencia es libre y seremos capaces de formar ciudadanos críticos si es libre, si no estamos tan sujetos a intereses políticos o económicos. Para que ustedes sean libres, la Constitución nos protege, de tal manera que nos interpela para que nos autogestionemos: ustedes deciden cómo se organizan, deciden cómo gastan el dinero que la comunidad, que la sociedad invierte en ustedes y ustedes deciden cómo quieren y hacia dónde tienen que ir, sobre qué quieren investigar y en qué formar. Eso no significa que no seamos responsables. Es más, como somos autónomos, como nosotros hemos decidido cómo y para qué hacer las cosas, nuestra responsabilidad se hace más intensa. Debemos explicar para qué y por qué hacemos las cosas y cómo las hacemos. Eso implica que no puede haber interferencias externas en las decisiones que tomemos en la Universidad, precisamente en aquello sobre lo que la Universidad quiere hacer ciencia y la forma en la que quiere formar a los ciudadanos de la comunidad. Y por eso, la Universidad decide sobre su destino, también incluso decide para equivocarse. Eso no quiere decir que no escuchemos a los que tenemos a nuestro alrededor. Eso está en el ámbito de nuestra responsabilidad como organismo que tenemos que decidir sobre nuestro futuro y, lógicamente, tenemos que ser responsables como para explicar qué hacemos con el dinero que la sociedad invierte en la universidad como también para tomar decisiones escuchando activamente a nuestro entorno. Pero nuestro entorno no puede suplantarnos.
Y parece que el entorno sí lo pretende por la defensa numantina que ha hecho Alfredo Canteli de la Facultad de Minas en Oviedo.
Yo creo que es razonable. Es hasta cierto punto normal. La universidad es una entidad autónoma, pero no es una entidad dentro de una burbuja. Y por lo tanto, no puede pretender que lo que decida no tenga ningún impacto en la sociedad o que nadie opine sobre la Universidad. A mi lo que me sorprendió fue la radicalidad y la violencia verbal con la que se atacó a la Universidad en un proceso de toma decisiones interno. A la vista de las circunstancias y a nuestras necesidades, hemos puesto encima de la mesa una posible solución, la hemos sometido a quienes tienen que decidir sobre esto, que es la comunidad universitaria, hemos escuchado a todos, incluido al Ayuntamiento de Oviedo, pero es la Universidad la que tiene que tomar esa decisión. Yo siempre he dicho que no vamos a contribuir al ruido, pero sí que pedimos respeto institucional, el mismo que hemos tenido nosotros con las decisiones de otras instituciones publicas y privadas que, por supuesto, tienen todo el derecho a opinar sobre la Universidad, aunque creo que no tienen el derecho a interferir en las decisiones que debe tomar la comunidad universitaria.
La Universidad, que asimila la división de poderes de Montesquieu con su rectorado, su claustro y sus órganos de fiscalización, casi como un poder ejecutivo, un parlamento y un poder judicial, tiene en su claustro la representación parlamentaria de la comunidad universitaria. ¿Qué percepción has recibido de él tras la presentación del plan de titulaciones y el plan de emergencia económica?
Salí muy contento del claustro porque fue un ejemplo de racionalidad y sensatez. Un debate abierto sin ninguna cortapisa, en el que se han aportado ideas y propuestas interesantes que vamos a incorporar al texto definitivo del plan que vamos a presentar. En relación al traslado de los Estudios de minas al campus de Mieres, yo creo que hay un dato incontrovertible. El director actual de Ingeniería de Minas ha tratado de defender su posición, que es seguir vinculando esos estudios a un edificio situado en el centro de Oviedo, pero nadie más ha intervino apoyando, ni siquiera tibiamente, esa posición. De hecho, había representantes del profesorado, de la administración y de los estudiantes que podían estar directamente afectados y ninguno intervino para defender el mantenimiento de los estudios de minas en el edificio del centro de Oviedo. Sencillamente fue una única voz en un claustro de casi 300 personas. ¿Cómo debo yo interpretar eso? Entiendo que el traslado no es polémico en la comunidad universitaria ni tampoco provoca mayor interés. La directiva de la escuela de minas se ha quedado sola en la defensa de la vinculación de unos estudios a un edificio. Y así lo dije en el Claustro. Aquí de lo que se trata es de garantizar que en Asturias haya estudios de minas, pero eso hay que desvincularlo de un edificio.

Visto desde fuera, parece que esa defensa numantina de Canteli es bastante chovinista.
Sí. Yo entiendo los arraigos, recuerdo la polémica y el escándalo que supuso que la Facultad de Derecho tuviera que irse al aulario de El Cristo, en el año 92. Entonces yo era un profesor jovencito, en el Cristo, que era un campus gris porque no se había colmatado urbanísticamente. No solo no pasó nada, sino que los estudios en Derecho siguen funcionando a pleno rendimiento y con unas instalaciones fantásticos. Tenemos una biblioteca magnífica. Su traslado fue algo inicialmente traumático. Dar traslado de los libros de los despachos de los profesores a una biblioteca. Eso que hoy parece tan lógico entonces se vivió con auténtico desgarro.
Se interpretó como una perdida de la historia. Y ahora como una ofensa a la ciudad de Oviedo.
Efectivamente, como una perdida de la historia y de la tradición. Los libros se iban a perder, cuando realmente iban a estar en una biblioteca en la que prestarían un servicio a todo el mundo y no solo a una facultad. Hoy nadie pone en duda lo acertado de esa decisión. Con este ejemplo quiero decir que nosotros, como gestores, tenemos una responsabilidad con la sociedad asturiana: cómo explicar que dos centros que tienen una enorme proyección de futuro, como son Formación del Profesorado y Educación y la Facultad de Ciencias, tengan prácticamente el mismo espacio en la Facultad de ciencias, para 3000 estudiantes y, en cambio, tengo 15.000 metros cuadrados vacíos para 166. Cualquier gestor público sería un irresponsable si no tomara una decisión, por muy traumática que fuera.
No parece que mantener la situación actual sea muy racional.
En esto hay mucho de emocional y poco de racional y también, por qué no, mucho miedo al cambio. También creo que hay que hacer algunas preguntas a ciertas personas. Por qué los estudios de minas han ido desfalleciendo y han ido poco a poco desapareciendo. Hay que hacérsela a los equipos directivos de la Escuela de Minas. Ha sido su responsabilidad durante todos estos años luchar para que no se encuentre en la situación crítica en la que está hoy. Y no la es a los equipos rectorales. Yo me pregunto dónde está la responsabilidad de quienes han dejado morir en el tiempo unos estudios que para Asturias, desde luego, son importantes.
El hecho de ampliar el campus de Ciencias permitirá que Oviedo disponga de un campus dedicado a la investigación científica más potente. ¿Cómo se va a articular eso en los próximos 5 o 10 años para que la Universidad sea tan puntera? Es una medida muy estratégica y eso se tiene que sostener sobre la idea de que habrá más alumnos que se titulen.
La racionalización de los dos campus camina hacia esa especialización. Gijón y Mieres son dos grandes campus politécnicos, y el campus de Oviedo será de Ciencias y Humanidades.
De alguna forma, en Oviedo parece que se concentra “la pureza” del conocimiento.
Oviedo sigue siendo la tradición de la Universidad. La Universidad de Oviedo nace como una universidad literaria, precisamente en este edifico en el que han convivido las ciencias naturales con la formación jurídico-social. Esa es la esencia de la Universidad de Oviedo, en Oviedo. Y lograríamos ese objetivo si, además, finalmente se despeja el futuro de El Cristo. Tendríamos un gran campus de Humanidades en El Milán, un gobierno administrativo en el centro de Oviedo, y un gran campus de Ciencias jurídico-sociales, arriba en El Cristo. Mieres y Gijón concentrarán las grandes ingenierías. La de Gijón tiene un gran músculo. Con eso conseguimos racionalizar recursos, generar masas críticas que nos permitan ser más eficientes en su uso.
“En Gijón se crearon expectativas no sustentadas en datos y provocó un subasteo de titulaciones que no tenía razón de ser”
Lo que se observa es un intenso esfuerzo por desarrollar proyectos de investigación que impacten en la sociedad y que eso exige una nueva estrategia en las infraestructuras, cuando no hay recursos.
Todo eso necesariamente tiene que proyectarse en más investigación y más formación. Más y mejor investigación porque generaremos más sinergias entre los grupos de investigación, dentro de campus focalizados hacia estrategias de investigación. Por ejemplo, concentrar todos los estudios de recursos naturales y materias primas en Mieres, nos permite que todo el sector productivo del entorno interactué. En sentido estricto, se creará un gran hub en materia de recursos naturales, donde están el Pozo Barredo, la Fundación Barredo y la Fundación Asturiana de la Energía. Y esta transformación se produce justo en el momento en el que hemos vuelto la mirada a una estrategia del uso de recursos energéticos. Otro ejemplo: las sociedades contemporáneas son sociedades digitales y van a concentrar su esfuerzo durante los próximos 50 años en desarrollar un mundo digital. Al mismo tiempo está el cuidado de la salud de una sociedad cada vez más envejecida. Y ahí la Universidad será otro motor, porque podremos concentrar todo ese esfuerzo en Oviedo. Son objetivos estratégicos.
Sí, pero está claro que estos cambios están condicionados a una estrategia y una teoría del conocimiento.
Esto no es mover fichas en un tablero. El Instituto de Ciencias Espaciales y Astrofísicas, ICEA, es otro ejemplo: con el traslado de Ciencias al edificio de minas, conseguiríamos que la Facultad de Ciencias y el departamento de Física y el área de Física de Partículas, que es el que más trabaja en ese núcleo duro del ICTEA y que está en estos momentos en el edificio de Minas y que seguirá estando en ese edificio, interactúen porque van a estar juntos. Y eso puede producir formación muy potente sustanciado en doctorados. Decimos que es una línea estratégica porque el Principado está apostando por la investigación de la industria aeroespacial. Otro ejemplo: es evidente que los títulos ligados a habilidades y especialidades digitales van a tener un gran futuro con una fuerte demanda y que tendrán garantías de empleo y de un buen empleo para nuestros estudiantes. Ahora mismo, el doble grado de Matemáticas y Física es un ejemplo de éxito rotundo. Pero no podemos impactar o desarrollar toda la potencialidad de los dobles grados como el de informática y matemáticas sencillamente porque no tenemos espacio. Si no conseguimos ese espacio, no podremos desarrollar todo ese área de investigación, toda la resultante formativa que la sociedad nos demanda. Por eso hay que hacer esos movimientos.
“Una titulación no genera impacto económico, solo la investigación”
No todos los alcaldes han reaccionado con la misma virulencia que Canteli. ¿Has percibido que tienen una mirada más global? Al final hay regidores que saben que las decisiones que se toman en su municipio también lo son para el conjunto de los asturianos.
Sí. Yo comprendo y hemos comprendido la reacción de los tres ayuntamientos más afectados, que son Gijón, Avilés y Mieres. En Gijón se habían creado unas expectativas que no estaban sustentadas en ninguna decisión y en ningún dato. Eso fue un error porque se genero una idea falsa y una especie de subasteo de titulaciones que no tenía razón de ser. Se les trasladó una idea muy equivocada. Una titulación no genera impacto económico y social en el entorno de un campus. Lo genera la investigación. Eso está perfectamente estudiado. Los retornos están en su músculo investigador. Y creo que se les creo una falsa expectativa con el título de deportes. Iban a generar no se sabe muy bien qué. Pero claro, si partimos de que hay algún personaje público que considera que un instituto o un hub de investigación son cinco señores encerrados en un despacho, eso a parte de ser ofensivo para la Universidad, es la demostración de una absoluta ignorancia del mundo universitario. Las universidades generan un retorno de la inversión a la sociedad a través de la investigación ligada a la formación y con el impacto positivo de los entornos urbanos. De eso no cabe ninguna duda. Ahora bien. Ha habido reacciones razonables, razonadas, elegantes y sosegadas. Nosotros las hemos agradecido siempre. Especialmente las de Gijón, pero también la del Ayuntamiento de Mieres que han sido esperadas, normales, y elegantes. Han defendido lo que consideraban que tenían que defender y al mismo tiempo han sido muy respetuosas con las decisiones de la Universidad.

No puede decir lo mismo de Oviedo.
No puedo decir lo mismo de otro tipo de reacciones que han cifrado o han insinuado que tenía motivos personales para tomas esas decisiones. Imagino que solo les ha faltado decir que soy de Gijón y que vivo en Gijón. Y a mi eso me ha resultado muy ofensivo y ha sido muy ofensivo para la comunidad universitaria. La respuesta en el claustro ha quedado muy clara. Importa mucho más la presencia de la Universidad y su efecto regenerador de tejidos urbanos en El Cristo. Creo que es una zona urbana cuyos ciudadanos necesitan.
Tengo la impresión de que se ha manipulado la realidad con el traslado de los estudios de Minas a Mieres.
Ese edificio no se va a vaciar. Lo que vamos a hacer es llevar una Facultad con muchísimo más músculo y una actividad mucho más intensa que la que tenía hasta ahora. Me llama la atención que los hosteleros se preocupen porque pierdan 166 estudiantes y que no valoren que vayamos a traer una facultad que puede llegar a tener 1000 estudiantes. Ya tiene 800 y está llamada a crecer más con otros 200 o 300.
“La Universidad pública española se comporta como una gran factoría electrointensiva”
Presentabas unos planes económicos al Claustro en un contexto inflacionario. A la Universidad todo le cuesta también un 9,8% más. Explícanos las directrices generales para hacer frente esta coyuntura.
Cuando nosotros llegamos al rectorado, ya habíamos diseñado y puesto en práctica medidas dirigidas a la obtención de una mayor eficiencia energética en nuestros campus y a alcanzar en el 2024 en torno a un 30-40% de ahorro del coste energético. De hecho, estábamos en conversaciones para obtener un despliegue de placas fotovoltaicas, de consumo de biomasa como fuente de energía. Una estrategia de progresivo cambio de las luminarias por otras de bajo consumo. Eso iba al ritmo de nuestra propia potencia presupuestaria que en el 2021 procedía de un presupuesto heredado que no era el nuestro. Hasta el momento, hemos ido avanzando ese camino. Se han hecho estudios para la mejora de las estructuras de los edificios para lograr una mayor eficiencia energética. Lo que sucede es que ocurrieron dos hechos que nos han obligado a destinar recursos a una estrategia de mayor urgencia y tener que detraerlos de esa política de inversiones. Primero fue el aviso que tuvimos con la subida desmadrada de la energía en el otoño del año pasado, donde ya una parte del dinero que íbamos a invertir en esas medidas de ahorro energético las tuvimos que destinar a cumplir el más que probable incremento del coste de la energía. Reservamos 2 millones de euros para cubrir ese incremento. Pasamos de 66 euros kw/h, que era la media antes de octubre de 2021 a 260-270 euros. Pero además, hace dos meses irrumpe la guerra de Ucrania. El kw/h saltó de 200 a 400 euros y de 400 casi a 900 euros. Y no fuimos solo nosotros, se trataba del conjunto de las universidades españolas las que no teníamos presupuesto para hacer frente a ese coste de energía. Porque todas las universidades somos como electro-intensivas. Y así se lo dijimos al Ministerio
En el fondo, son millones de ordenadores encendidos.
Exacto. Ordenadores, luces, zonas de refrigeración para que los ordenadores no se recalienten, grandes ordenadores que alimentan a otros grandes ordenadores, el bioterio que no podemos apagar para que todo aquello no se nos muera, nuestros laboratorios, etc. Esto no se soluciona apagando la luz. Entonces nosotros lo que afirmamos es que nos comportamos como factorías electro-intensivas. Tenemos un consumo similar. Y lo transmitimos al ministro Subirats. Nos parece muy bien su empeño en aprobar una Ley de universidades, pero ahora necesitamos cubrir urgencias del día a día y una de esas urgencias es la energía. Le hemos dicho que somos electrointensivas y que si no se intervienen los precios o si no se establecen políticas de estado con los precios de la energía, las universidades españolas cerraremos. Porque no podemos pagar la factura de la luz. Eso nos ha obligado a declarar esa emergencia energética y a adoptar medidas de ahorro que van encaminadas a reducir nuestros horarios para reducir nuestros consumos, a reducir las fuentes de consumo como encender una luminaria de cada tres, a apagar los ordenadores de sobremesa, adelantar el cierre de la calefacción un mes. Medidas sencillas que nos pueden reportar ahorros sustanciales. El cierre de los edificios universitarios en periodos vacacionales puede suponer un ahorro de entre 200 y 280.000 euros, lo cual es un alivio. También es un alivio que el precio del Kw/h vuelva a estar en una ratio de 200-300 euros. Es una barbaridad, pero ya es un alivio de cara a que la Universidad pueda seguir funcionando.
El gobierno de Pedro Sánchez aprobó una medida de ahorro de 16.000 millones de euros, eliminando los peajes de la luz a las electrointensivas. Supongo que a vosotros no.
Nosotros nada. Se lo dijimos a Subirats. Para una vez que tenemos un Ministerio para nosotros, creo que es un Ministerio muy preocupado en hacer leyes, algo que le pasa a todos los ministros, y es verdad que la Universidad española necesita un nuevo marco normativo, eso está clarísimo, y además, se lo he dicho yo al minsitro, un marco normativo que tiene que acertar con las cosas que debe legislar y tenemos dos mantras que despistan, que desorientan, sobre los objetivos de esa legislación para las universidades. El Ministerio de Ciencia lo tiene más claro y centrado. Pero esta circunstancia pone de manifiesto que es un error que haya dos ministerios con dos titulares y dos estrategias distintas. El ministro decía que necesitamos aliados de fuera para que defiendan las Universidades. Y nosotros hemos dicho que no, que así le damos importancia a los aliados de fuera. Nuestro aliado es usted, usted es quien debe defendernos en el consejo de ministros y tiene que conseguir que las universidades tengamos una partida especifica dentro de los fondos Next Generation para apoyar las universidades y recuperar nuestros niveles de inversión que han caído casi un 20% desde la crisis de 2008 y que no lo hemos recuperado. Necesitamos que cuando el gobierno libera esos peajes para la gran industria que consume mucha energía, el ministro les hagas comprender que ahí estemos las universidades porque todas las universidades, salvo las online, consumen mucha energía. Por tanto, tenemos que tener muy claro que es importante ese nuevo marco, no cabe duda, pero que tenemos urgencias que si no se afrontan pondrán en peligro la universidad española. A mi lo que se me sigue maravillando es que a pesar de este estrangulamiento y olvido permanente de las universidades sigamos teniendo una calidad científica y un impacto científico excelente. Me deja perplejo y dice mucho de la comunidad universitaria.
“La nueva ‘Ley Subirats’ puede llegar a beneficiar a gobiernos que no quieren una Universidad pública en sus territorios”
Estamos hablando de universidades seculares, con cuatro siglos. La propia historia se manifiesta como un motor de resistencia ante la adversidad.
Efectivamente. La Universidad pública española es una de las más antiguas del mundo. No somos conscientes del peso que tiene nuestra historia hasta que, por ejemplo, nos visitan universidades anglosajonas, que son mucho más jóvenes. A ellos les fascina nuestra historia. Recuerdo cuando nos visitó el grupo de la vacuna o Katalin Karikó, premio Princesa de Asturias de las Ciencias. Y siendo lo que es ella, una auténtica gurú científica, iba fascinada por el edificio, por el hecho de que tuviéramos 400 años de historia. Ellos proceden de universidades científicas que, como mucho, tienen 50 años. ¿Qué es y para que nos ha servido toda esta trayectoria histórica? Para saber que si hay una institución resiliente, esa es la universidad. No me cabe la menor duda. Si hay una institución que ha sabido dar lo mejor de ella, a pesar de las estrecheces con las que siempre ha tenido que batallar, han sido las universidades españolas. La Universidad española se ha acostumbrado a sacar lo mejor de sí en la miseria. Pero todo eso se puede acabar. Puede suceder que el sistema se agote. Yo empiezo a ver signos de que el sistema público español se está acercando a ese punto crítico de agotamiento, porque no puedes gestionar la excelencia sin recursos, sin apoyos y sin esa confianza que necesitas percibir que tiene el gobierno y la sociedad civil.
En el marco de un gobierno de coalición progresista entre Unidas Podemos y el PSOE, y con un ministro propuesto por UP, Subirats, el planteamiento del gobierno sería proteger esa excelencia con el respaldo público. ¿Has percibido que Subirats tenga unos criterios bien definidos, que esa ley iniciada por Castells no está definida hacia donde quiere ir?
No lo tengo muy claro. A Subirats hay que darle un margen de confianza, porque no ha tenido ni 100 días en el Ministerio. Hay que darle un margen. Además llegó con la guerra de Ucrania y la pandemia. Pero a partir de ese momento necesitamos resultados objetivos. Es importante definir un nuevo marco legislativo, pero eso no es lo que está planteando Subirats. Su modelo se acerca al marco neoliberal, al “haga usted lo que quiera”. Y yo le digo, mire, la autonomía ya nos garantiza nuestra capacidad de autogestión. Nosotros necesitamos un marco normativo nuevo para cosas tan importantes como nuestro sistema de contratación, nuestros escalafones académicos, el apoyo a nuestro personal de administración y servicio, nuestra estructura de estudios. Como bien decía el rector de Zaragoza en la reunión que mantuvimos, “ministro, está bien que usted diga que las universidades no necesitamos departamentos, pero si tiene departamentos, tiene que establecer en qué condiciones”. Evidentemente, esta ley puede llegar a beneficiar a ciertos ámbitos o gobiernos donde lo que se quiere es que no haya una Universidad publica española en sus territorios. Entonces les viene muy bien tener una ley que no regule nada porque ellos ya se encargaran de que lo regulen sus respectivas comunidades autónomas donde cada uno regulará su sistema universitario como considere oportuno. Y eso rompe la consideración de la Universidad como un sistema universitario público español, como un objeto de interés general para la nación.
Las universidades ya no son sólo una membrana intelectual. Son un motor de conocimiento y por lo tanto con un impacto económico sobre la sociedad española.
Cada euro que se invierte en la Universidad española tiene un retorno de entre 2 y 4 euros. Hablo de inversión en la Universidad, no de gasto. Hay retorno. Las universidades y sus científicos han conseguido una vacuna en un tiempo récord que nos está sacando poco a poco de ese agujero que era la pandemia. Las sociedades más avanzadas son las que han hecho una inversión brutal. Corea del Sur es un ejemplo. En el ámbito universitario en 10 años se han colocado en la vanguardia porque el gobierno coreano ha hecho una inversión tremenda en investigación y desarrollo en sus universidades. Yo entiendo que para un gobierno hay muchas urgencias. Yo también dirijo un gobierno y es como una familia con muchos hijos y hay que atenderlos a todos. Pero tienes que marcar prioridades. Es lo que vemos esperanzados en el Ministerio de Subirats, pero no tenemos claro qué objetivo se va a marcar. Porque su único objetivo no puede ser sacar una nueva ley del sistema público universitario español. Ese no puede ser su único objetivo. Puede ser uno, quizá el más importante, pero tiene que abordar otras cuestiones que en este momento están estrangulando al sistema público universitario español.
“Si confundimos autonomía universitaria con desregulación del sistema, la presión económica hará que algunos abracen los intereses de ciertas empresas privadas”
¿Observas un viraje entre Subirats y Castells o hay una prolongación?
Hay cambios. Castells había puesto encima de la mesa un texto normativo muy regulatorio, incluso en algunos casos en exceso, pareciéndose más a un reglamento que a una ley orgánica. Creo que donde se equivocó Castells fue en el proceso de construcción de ese proyecto de ley. Optó por una especie de proceso abierto en el que cualquiera podía opinar. Todas las opiniones se fueron acumulando con la intención de contentar a todos y lo único que consiguió fue acumular una serie de propuestas incongruentes entre sí que no contentaron a nadie. Subirats va en otra dirección. En la dirección opuesta. Si el texto de Castells era muy regulatorio, el de Subirats parece proponer una desregulación. Es curioso que lo proponga un ministro que viene de donde viene. Su objetivo es desregular la Universidad y los rectores del G9 le hemos dicho que esa no es una buena idea. Necesita un marco regulatorio para que podamos gestionar nuestra propia autonomía.
En esa desregulación de la autonomía, ¿se corre el riesgo de que la esencialidad pública de la Universidad se ponga en duda o que los capitales privados comiencen a condicionar los objetivos de las universidades públicas españolas?
Desde luego. Yo pongo un ejemplo muy claro. ¿Qué paso con todos los procesos de desregulación educativo y medios comunicación en los años 80 con los gobiernos de Reagan y Margaret Thatcher? Se volvió el far west. Ese proceso de desregulación generó unos tremendos inconvenientes. De ahí nacen cosas como la FOX, medios muy partidistas y sesgados, o sistemas educativos desarticulados y generadores de muchas desigualdades. Si vamos a un modelo o confundimos la autonomía universitaria con desregulación del sistema universitario, lo que acabaremos provocando es que las universidades públicas perdamos peso, que se vaya adelgazando poco a poco su condición de servicio público y servidora del interés general y que la presión económica acabe abrazando a algunos a los intereses de ciertas empresas o ciertos sectores privados, generando enormes desigualdades entre universidades, entre entornos y comunidades y entre los miembros de esa comunidad universitaria. El universitario de Asturias no tendría el mismo acceso ni las condiciones formativas y de calidad que otros sistemas. En ese proceso de desregulación se aprovechará para fomentar más universidades privadas. Lo vimos claramente con las matriculas. Ha habido sitios donde el precio de las matrículas se dispararon, generando un efecto discriminador tremendo y haciendo perder a las universidades públicas uno de sus elementos más valiosos: ser ese motor de redistribución de riqueza social porque les damos oportunidades a todos y en particular a aquellos que por sus condiciones sociales y económicas tienen una mayor dificultad. Y hubo sistemas como la Universidad de Oviedo, y en eso agradecemos el compromiso de los asturianos con su Universidad, que nos hemos mantenido firmes con esa congelación de tasas para garantizar ese elemento público y para garantizar que nadie por razones económicas y sociales no pueda acceder a la universidad.

¿Cómo de preparados llegan los estudiantes a la Universidad?
Tenemos una visión un poco romántica de como llegábamos nosotros a la Universidad hace 20, 30 o 40 años. Yo no me atrevería a entrar en ese debate sobre si están mejor o peor. Lo que sí podría decir es que no vienen bien orientados. No es un problema de la preparación de los institutos. Es posible que haya que reforzar materias, la Universidad es muy exigente y es posible propiciar un cambio de paradigma, pero creo que en buena medida eso se puede paliar con una mejor orientación del estudiantado. El estudiantado del bachillerato no está bien orientado. No conoce bien qué supone acceder a un estudio universitario, cómo son y qué se espera de ellos si acceden a ellos. Y eso es una responsabilidad compartida con los responsables de educación. En el caso de Asturias, hemos emprendido varias acciones dirigidas a paliar ese tema. No es un tema de conocimientos, sino de orientación. Si usted va a estudiar una ingeniería debería de saber que sus conocimientos en matemáticas y en física tienen que ser muy solidos porque le van a exigir mucho y, por lo tanto, escoja usted las matemáticas más duras y la física más dura de su plan de estudios porque, si no es así, luego le va a ser muy difícil superar los primeros cursos.
¿La Formación Profesional se ha convertido en una competencia para las Universidades?
En sistemas educativos muy maduros como el alemán eso se ha vivido con una absoluta naturalidad. Se ha vivido como procesos paralelos, caminos paralelos donde, en función de las capacidades e intereses, uno decidía un camino u otro. Y yo creo que en España nos faltaba eso. Probablemente por razones sociológicas. Las universidades cumplieron esa misión de ofrecer a los estudiantes procedentes de la clase obrera ese ascensor social. Si estudias una carrera, vivirás mejor, mientras que con la FP, no, pues seguirás siendo lo mismo que son tus padres. Eso había que romperlo. Por lo tanto, la estrategia de la Formación Profesional no es una competencia para la Universidad. Son estudios complementarios. Lo que hacen unos y otros es ofrecerle a la sociedad un abanico muy amplio de opciones de formación y de opciones profesionales y eso es muy enriquecedor. Y hoy, una FP es un ascensor social. Un estudiante en diferentes grados de FP tiene salidas profesionales mucho más competitivas y mejor pagadas que algunas titulaciones de la universidad porque ha cambiado la percepción del sector productivo sobre la formación. En nuestros planes de estudios ya contemplamos pasarelas de los graduados de Ciclos Superiores de Formación Profesional a Títulos Universitarios, bajo la idea de que formamos un ecosistema formativo que hace más fuerte y más rica a la sociedad, ofreciendo a la sociedad ese instrumento de redistribución de la riqueza y del bienestar social.
¿Te planteas este proyecto para cuatro años o para ocho?
Para que cuaje necesitamos dos mandatos. Es un proyecto de largo aliento, que ya lo dijimos en campaña: queremos que la Universidad recupere esa posición de vanguardia, debido a una gestión poco eficiente, mal orientada y para eso necesitamos tiempo. Ahora, también es verdad que tan importante es pensar a largo como a corto plazo. Y por lo tanto, todo nuestro esfuerzo está puesto en esta legislatura. Tenemos que cumplir nuestros compromisos en este mandato, pero necesitaríamos para consolidarlo 8 años.