Feminismos a orillas del Cantábrico

Tomar nota del camino que está abriendo AMA en este envejecido rincón es fundamental no solo para renovar el pensamiento feminista, sino también nuestra maltrecha izquierda.

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Diego Díaz Alonso
Diego Díaz Alonso
Historiador y activista social. Escribió en La Nueva España, Les Noticies, Diagonal y Atlántica XXII. Colabora en El Salto y dirige Nortes.

Nunca estaremos suficientemente agradecidos a Amelia Valcarcel por haber sido hace tres años la involutaria impulsora de la Escuela de Pensamiento Feminista de AMA. La arrogancia con la que la filósofa asturiana, directora de la prestigiosa Escuela Feminista Rosario Acuña, trató a las nuevas generaciones feministas, a las que invitó a “desasnarse”, incendió las redes sociales y provocó como respuesta que un grupo de veinteañeras y veinteañeros se autoorganizaran y decidiesen liarse la manta a la cabeza y poner en marcha su propio espacio de reflexión y debate.

Hoy, tres años después de aquel beef que sirvió como punto de partida, la Escuela Feminista de AMA se ha convertido en algo más que la contracumbre de las otras feministas, y se está consolidando por méritos propios como un foro de primer nivel. “El lugar donde venimos los veranos a debatir y reflexionar”, como lo resumió Clara Serra al principio de su conferencia sobre el deseo.

Público asistente. Foto: David Aguilar Sánchez

En la Escuela de la Asamblea Moza d´Asturies, celebrada este fin de semana en el barrio gijonés de Cimavilla, a orillas del mar Cantábrico, se juntaron las feministas que no creen que la violencia machista se pueda resolver solo a golpe de tribunales y castigos. Las que no le tienen miedo ni al porno, ni a las putas, ni a la gente trans. Las que tienen una conciencia de clase que les hace estar más que atentas a los movimientos de las trabajadoras domésticas en España o a los nuevos frentes de izquierdas que surgen en una América Latina que vuelve a ser el laboratorio mundial de la lucha contra el neoliberalismo. Las que reivindican el perreo, el pogo y el placer, solas o acompañadas. Las que quieren sumar a los hombres a la lucha contra el patriarcado, porque saben que el concurso de ese otro 50% de la humanidad es imprescindible para la revolución cultural que este mundo necesita.

Tres maratonianas jornadas organizadas por un grupo humano de chicas y chicos que no llega a los 30 años, y con una media de edad entre los asistentes muy por debajo de lo que suele ser la habitual en los actos políticos y culturales de las izquierdas asturianas. No andamos muy sobrados de colectivos y eventos como este. Tomar nota del camino que está abriendo AMA en este envejecido rincón de la cordillera cantábrica es fundamental no solo para renovar el pensamiento feminista, sino también para renovar nuestra maltrecha izquierda social y política, tan necesitada de un poco de alegría e ilusión. Sigan su pista.

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