“La Semana Negra ha logrado un enorme éxito popular después de 35 años de ataques reaccionarios”

Ángel de la Calle, director del festival, reivindica la transversalidad de la Semana, su combinación de cultura y fiesta popular, y su objetivo de fomentar la lectura.

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Marta Rogia
Marta Rogia
Periodista, abogada, guionista. Cinéfila y apasionada de la radio, a la que he prestado voz mucho tiempo. Continúo con mi búsqueda de la autenticidad mediante narraciones que nos conecten a través de la emoción.

Ángel de la Calle (Molinillo de la Sierra, Salamanca, 1958) es el director de la Semana Negra desde 2012, aunque ya estaba en el equipo en sus inicios, allá por 1988. En Gijón, donde lleva toda la vida residiendo, compagina su labor en el Festival con su quehacer profesional como dibujante y guionista de cómics. Tras el éxito de crítica y público de “Modotti, una mujer del siglo XX” y de “Pinturas de guerra”, premiado en el Salón del Cómic de Barcelona, pronto publicará “Paez que nun foi ayeri”, Premio Alfonso Iglesias de cómic en asturiano, como primera parte un proyecto más amplio que llevará el nombre de “Tricolor”.

Se ha ofrecido una gran diversidad, como la proyección de ‘La pandemia invisible. La salud mental de la juventud tras la pandemia’, la charla ‘Cuentas y cuentos. Matemáticas y literatura’, ‘La infancia en los medios de comunicación’ o la presentación del libro ‘Los nuevos odres del nacionalismo español’, por poner algunos ejemplos. ¿Se puede decir que cada año que pasa la Semana es más Semana Cultural y menos Negra?

En absoluto, lo que sucede es que en sociedades altamente criminalizadas como en las que vivimos, el crimen adquiere diversas caras y formas. Y quien mejor refleja la literatura social de la segunda mitad del siglo XX y lo que llevamos del siglo XXI es la novela negra, en la que el contexto es la sociedad y los personajes son definitorios. Por otro lado, el crimen no descansa. El crimen es un desahucio y una teoría filosófica maligna. A veces el ensayo se vuelve la última línea de defensa de la democracia y en otros, se homenajea a los sindicalistas de CCOO condenados en el proceso 1.001, como hicimos y esto se convierte en memoria. Y la memoria muchas veces es tener que recordar las tramas más negras y desesperantes de nuestra historia. La Semana Negra nació con una voluntad …en principio cuando surge en 1988 nace en la marginalidad. Los autores, el establishment, no querían ni acercarse. Y hoy, 35 años después, la novela negra está en la centralidad de la literatura. Los nombres que actualmente practican el género son reconocidos: Javier Cercas, que lleva tres novelas; uno de los escritores que más vende en España, Lorenzo Silva, es un autor de serie policiaca; Berna González Harbour, una de las mejores novelistas españolas negras; Marta Sanz, que escribe otras cosas, pero ha escrito tres novelas negras. Eso era impensable hace 35 años. Y la Semana Negra no se quedó en los márgenes, porque los escritores de ese momento, Taibo, Montalbán, toda aquella gente, estaban saltándose los géneros. Montalbán hacía ‘Galíndez’, que es una novela de espías y Taibo hacía ‘Sombra de la sombra’, que es negra, pero también de la resistencia. Y por poner un ejemplo cinematográfico…

¿De cine? ¿Cuál?

“Blade Runner”, ¿qué es?, ¿una película de serie negra, de ciencia ficción o de las dos cosas? Es decir, el género se fue ampliando y fueron apareciendo otros que en ese momento se volvieron importantes. La ciencia ficción estaba contando problemas sociales y avances hacia atrás mejor que nadie. La novela histórica se estaba centrando en temas que nos tocaban de cerca, porque esta no consiste en una lista de batallas y reyes que nos tengamos que aprender de memoria, es el centro del debate político y cultural de cada momento. Cuando discutimos de la Guerra Civil no discutimos de ella, discutimos de ahora. Entonces, la Semana Negra fue cogiendo eso. Así que sí, en buena manera es una semana cultural, pero lo fue desde el principio. Por ejemplo, las novelas de Vázquez Montalbán son básicas para entender los años 70, 80 y 90 en este país. Y se ha abierto al abanico social. Es cierto que en el día a día también aparece más comprometida, pero es que han pasado cosas en la sociedad y la Semana Negra no es una reunión de viejecitas o viejecitos tomando el té o jugando al dominó que recuerdan los viejos tiempos. La Semana Negra es algo vivo. Que este año estemos llenos de periodistas mediáticos tiene todo el sentido del mundo. Por ello, reunir en una mesa a nombres como Patricia Simón, Berna González Harbour, Carlos Piles, Luis Rendueles, supone que tienes todo el amplio espectro de lo que se está discutiendo en España ahora y es una trama negra.

“Cuando nació la Semana Negra los autores del establishment no querían ni acercarse”

Al hilo de este comentario, en esta edición han tenido mucho peso eventos conectados con el periodismo y en un momento en que se cuestiona a una de las estrellas televisivas por dar pábulo a informaciones que parecían falsas a todas luces. ¿Qué reflexiones han salido desde aquí con respecto al ejercicio periodístico?

Claro, se habló del comisario Villarejo. Pero si en una semana de literatura negra no sale y estando aquí periodistas que han escrito libros…Porque aquí para llegar debes tener un libro escrito delante. No vale, el llego y doy un mitin. ¿De qué van a hablar? La realidad vuelve infantiles a las mejores tramas de los más suculentos novelistas del género. Es decir, la historia de los últimos años en España contada en una novela no te la crees. Si un visionario te la cuenta nos reímos un montón, ¿o no? Lógicamente, la Semana Negra refleja eso. Estamos hablando de un continente, yo diría que de más. Por ejemplo, Petros Márkaris, ¿quién cuenta la realidad griega mejor que él. ¿Y cómo lo consideras? ¿Un novelista social, de serie negra, un ensayista novelado sobre su país? Las fronteras no están claras, hay un mestizaje cultural muy interesante y la novela negra lo refleja como casi nadie. Una novela como la de Daniel Serrano que habla de los rescoldos de las dictaduras latinoamericanas de los años 70 en el Madrid de la pandemia, pues es novela negra evidentemente, pero a la vez también es sociología y mirada política. Pero en cualquiera de ellos lo que ha de primar es que el lector mantenga su atención, que no lo aburras y no tire la novela en la página 10 y eso los buenos novelistas lo consiguen con suma facilidad. Hay otros novelistas que piden lectura lenta, pero merecen la pena. Pienso en Marta Sanz o en Belén Gopegui, esta última no ha hecho novela negra, pero si no la lees te estás perdiendo la forma de pensamiento de la sociedad española durante los últimos años y siempre desde un punto de vista progresista, de defensa de los derechos humanos.

Ángel de la Calle. Foto: Alisa Guerrero

¿A este mestizaje que menciona se debe la fuerte presencia política y sindical, con Zapatero, Llamazares, Monedero, Unai Sordo y José Manuel Zapico de CCOO?

Tiene que ver con que todos ellos tienen libro nuevo y quieren presentarlo aquí. Es lógico si tú consigues un festival donde los públicos mayoritarios se acercan. En realidad, a veces se acercan por otra cosa: a dar una vuelta con la novia o los amigos, a comer pulpo…, lo que es una fiesta popular y viene la gente, la gente, no los de la capilla. Pues lógicamente, tú quieres estar ahí y que te vea la gente, no que te vean los de tu capilla. Y la Semana Negra ha logrado esto: un enorme éxito popular y que exista después de 35 años de tantos ataques desde el pensamiento reaccionario y conservador. Se logra porque el pueblo de Gijón lo quiere, porque va. Allí donde nos han mandado, por complicado que fuera el lugar, por difícil que fuera el acceso, la gente nos ha seguido, los de aquí, los de Asturias y los que vienen de fuera. Las líneas de trenes y autocares se refuerzan en esa semana para que puedan acudir de todas partes. Esa gente que se para a ver la charla porque le apetece, le duelen los pies, hay sillas todavía libres y ‘mira ese señor me parece que lo he visto en la tele’. Y cuando el ponente es bueno, es capaz de captar la atención de la gente, pues muchos se compran el libro allí mismo y se lo firman. ¿Pensaban hacer eso? No, pero ya que estaban allí, lo hicieron. Y ese público accidental que se emociona cuando Cristina Almeida les cuenta cómo fue el juicio 1.001, pues esa gente a lo mejor no iba a eso, pero se queda ahí y lo disfruta. Y de ahí consigues toda esa atención y eso es lo que hace diferente al Festival y que tenga ese atractivo para la gente y para que vengan a presentar sus obras. A ver, si tenemos un presidente de Gobierno que escribe un libro sobre Borges, que además es adalid del pensamiento conservador… porque nadie tiene mayor atracción para la lectura que la gente conocida. Si en lugar de verlos leyendo el Marca, los ves leyendo a Borges, ¿no crees que existe una gran diferencia?

Desde luego que sí

O que alguien que ha estado en política, como Gaspar Llamazares te haga su ensayo sobre lo que viene y lo que pasa. El libro de Monedero sobre los partidos políticos es lógico que esté. Y casi todos con historias muy negras sobre ellos, ya ves lo que está pasando estas semanas. ¿Es casualidad? Pues sí. Pero por eso nos parece importante, porque esa gente tiene un libro en la mano cundo llega y tiene poder de convicción y más poder de visualización que tú o yo. Porque al final, el objetivo final de la Semana Negra es la promoción de la lectura. Se lee más en Gijón ahora que hace 35 años. ¿La Semana Negra tiene algo que ver en eso? Pues tendrá su parte, pequeña o menos pequeña. Por poner un dato: la Semana Negra tuvo que subvencionar en las primeras ediciones a las librerías; ahora quieren venir, siendo los únicos que no tienen que pagar por estar ahí más que el consumo de luz. Es una gran diferencia el contar con 30 y no poder aceptar a más, que solo acudan 4 y ayudarlas para que vayan. Gijón era así hace 35 años. No poseíamos la cantidad de librerías de ahora. En el año 1984, el bestseller fue ‘Memorias de Adriano’ de Marguerite Yourcenar, traducido por Julio Cortázar, porque lo estaba leyendo Felipe González. Eso demuestra que si cierta gente está mirando ese libro, eso funciona. Si lo que promocionas es el Marca, ya cuenta con muchos lectores; si te ven leyendo no sé qué libro, habrá gente que se interese. Para nosotros es muy importante. Yo no creo que Zapatero haya vendido y firmado más libros de Borges que en la Semana Negra. Y además es Zapatero, qué cojones, que a mí me cae bien.

Se lee más en Gijón ahora que hace 35 años. ¿La Semana Negra tiene algo que ver en eso?

Uno de los clásicos es el fotoperiodismo. Se ha podido disfrutar de las propuestas de Luis Sevilla, Carolina Santos, Álvaro Fuente, Álex Zapico, Mercedes Menéndez o una mesa redonda de asturianos en la fotografía; además, de un taller de fotografía digital a cargo de Mordzinski. ¿Qué acogida han tenido estas propuestas?

El taller se llenó muy rápidamente, porque las plazas estaban limitadas a 30 y era gratuito. Tener a un maestro del retrato como Mordzinski es un honor. Además, hemos podido recuperar algo que había estado constreñido por la COVID. Con tres exposiciones tan amorosamente violentas, como la de Luis Sevilla cuando el desalojo, la de Álex sobre el asalto a la valla, la colectiva de conflictos o las proyecciones, es un lujo y ahora se pueden ver con calidad con las nuevas tecnologías y en pantalla gigante. Esto es fundamental y por ahí vamos a seguir. Pero también estuvo aquí el Festival de Robert Capa a través de la Fundación Anastasio de Gracia; Susana Cabañero; Tomás y Miguel Ángel, profesores de fotografía de la Universidad Rey Juan Carlos. Creo que ha sido uno de los grandes ejes de la Semana Negra de este año. Y en la parte de los asturianos, que se reconozca que tenemos un potencial de artistas y periodistas de la imagen de primer nivel.

Ángel de la Calle. Foto: Alisa Guerrero

Una de las mesas redondas se titulaba: ‘¿Qué diablos debe contar la novela negra de hoy?’ ¿Lo han podido averiguar?¿Cómo se engancha a unas nuevas generaciones tan tecnológicas?

Esa mesa complementaba a otra anterior, ‘La literatura en los tiempos de las series de televisión’. Cada autor tendría que contar su historia, pero mi conclusión se resumiría en que lo propio es mantener los principios. La novela negra, social, como la entendemos con Dashiell Hammett, Raymond Chandler, James M. Cain como padres fundadores nace en una época de crisis, que es el crack del 29, donde grandes masas de población son desplazadas, mandadas a la pobreza en las ciudades y el crimen abandona al mayordomo que ha matado a la señorona en Londres.

La literatura negra es transversal, recorre desde el sicario que mata a alguien al policía que le contrató para hacer eso o al dueño que está en connivencia para hacerlo y comprende hasta el consejero y el propietario de la empresa que está detrás de todo. La literatura negra usa la transversalidad porque tiene que emplear los lenguajes que utilizan todos estos tipos hasta arriba. Por ejemplo, Paco Taibo II comentaba que él no había escrito otra novela policial desde hacía 10 años porque quería que los malos fueran los banqueros, pero no sabía cómo hablaban y no había podido concluir esa investigación para que fuera una historia que pudiera narrar. Por un lado, los mejores escritores tienen que adecuar al lenguaje, las palabras que usamos y  que nos roba el sistema y devolvérnoslas. Un ejemplo de esto es la novela ‘La soledad del manager’ de Vázquez Montalbán. Está escrita en 1976 y cuenta lo que va a ser la Transición española, no habla de ello, no había sucedido, pero si la lees te das cuenta de que narra lo que pasará luego. Y al lado, existe también la novela de deducción, la novela enigma, la novela salsa rosa y como en todos los géneros literarios, se dan modas. Se ponen de moda los novelistas del norte de Europa y hay tres o cuatro que son buenos, el resto es como en todas partes. Pero eso hace que muchos autores en otros países se inicien en ese género novelístico. Y nosotros tenemos la suerte de ser muchos países, más de 30 que escriben en castellano. Quiere decir que tenemos un montón de voces muy importantes al otro lado del Atlántico. Hay dos ganadores del Hammett que uno es argentino, el año pasado fue Claudia Piñeiro que es argentina. Los países más importantes escribiendo son Chile, Colombia, Argentina, México, todos con una industria editorial muy potente, pero igualmente hay peruanos, costarricenses, nicaragüenses… Sergio Ramírez lo tenemos aquí y es uno de los grandes de novela negra, que también es candidato al Nobel. En definitiva, las mejores historias reflejarán un tiempo y un mundo.

“Quien ha hecho esto es el pueblo de Gijón y mientras quiera, nosotros estaremos ahí”

¿Puede hacer un balance provisional en términos de asistencia de público y cumplimiento de objetivos?

El objetivo básico es la promoción de la lectura y estamos muy satisfechos. En los dos últimos años, durante la pandemia, la gente leyó mucho. Ahora toca un periodo de estabilización. En cuanto al público, ha sido bestial. El buen tiempo ha acompañado y la gente en lugar de quedarse en casa ha salido y cualquier tipo de presentación por rara o extraña que pudiera parecerte, estaba llena. Uno de los temores que teníamos era el transporte, por los retrasos, pero aviones y trenes han funcionado bien y todo el mundo ha llegado a su hora en una semana complicada en los aeropuertos europeos. Además, hemos tenido un satélite en Llanera y una salida a Oviedo. Hemos disfrutado de mucha repercusión en los medios de comunicación, hemos abierto en cultura y llenado páginas y páginas. En definitiva, hemos vuelto a un 90% de la situación de 2019. Quien ha hecho esto es el pueblo de Gijón y mientras quiera, nosotros estaremos ahí.

Ángel de la Calle posa junto a la exposición de Luis Sevilla sobre Naval Gijón. Foto: Alisa Guerrero

¿Cómo ve al Festival en el futuro próximo?, ¿qué no repetiría de esta edición y qué buscaría traer en la siguiente?

Me gustaría que A Quemarropa [tradicional periódico de la Semana Negra] volviera al papel. El digital es maravilloso, queda superbién, pero me gusta tocar el papel. Lo hemos suplido regalando dos libros, ‘Presas fáciles’ de la exposición maravillosa de Prado y ‘Viñetas Antifascistas’ de Goiko Aguirre. Lo del tren negro, sin embargo, lo noto menos. En 1988 tenía un sentido, porque los vuelos a Asturias eran muy escasos, no podíamos traer autores no sé en qué cantidad, no sé qué día y el tren cumplía una función importante. Sin embargo, este año RENFE nos aconsejó que mejor no, por lo de las mascarillas y que no nos podíamos juntar para hacer ruedas de prensa, por ello no sé si lo retomaremos. Estaba muy bien antes, pero ahora las estaciones de trenes se han convertido en lugares de paso, donde metes las maletas por el escáner. Igual que uno de los avances es el streaming, que nos puedan ver en directo en todo el mundo. Por ejemplo, hemos registrado picos de hasta 200.00 visualizaciones. Nos hubiera gustado recibir a algunos autores que por la COVID no pudieron asistir. Y a ver cómo lo valoro con más perspectiva, pero yo podría más cosas, no las quitaría. De todas formas, es la realidad la que te lo va imponiendo, como el tema del periódico de papel, por mucho que nos guste, a lo mejor hay que renunciar a él. La lectura en papel es insustituible, el libro es maravilloso, pero hay algunos que no me compraría ahora, como una enciclopedia de animales. Sin embargo, sí quiero tener un ejemplar de ‘Veinte poemas de amor y una canción desesperada’, no dar un clic para leerlos, eso no mola, mola lo otro. Pero en todo caso, lo importante siempre es leer, en la plataforma que sea.

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