Sube la presión a Barbón para que desatasque la Ley LGTBI asturiana, una vieja reivindicación de los movimientos asturianos de diversidad sexual con la que el presidente se había comprometido para esta legislatura, y que a medio año de las elecciones puede acabar en nada. Fue tras la concentración en Oviedo/Uviéu por la agresión homófoba a Kevin Rubio, cuando el presidente asturiano tomó la determinación de sacar de la nevera la Ley e igualar a Asturies con la mayoría de comunidades autónomas españolas, que con la excepción de Castilla y León, gobernada por PP y Vox, tienen desde hace años leyes LGTBI. Pero si en la comunidad vecina el problema está en la ultraderecha, en el Principado los problemas están, por el contrario, en casa. Mientras en los colectivos consideran que el borrador de Ley es un proyecto para cubrir el expediente, sin ningún avance real, en la Federación Socialista Asturiana parecen crecer las dudas con respecto a cualquier avance en materia de transexualidad, asunto espinoso en el partido, donde buena parte de las feministas han hecho del tema trans un asunto identitario frente a Podemos y a una parte del feminismo, una historia que el periodista Raúl Solís acaba de narrar en un libro, “La batalla trans”.
Por si fueran pocos los problemas, la filósofa Amelia Valcarcel, referente asturiana del feminismo, directora de la Escuela Feminista Rosario Acuña que cada verano se celebra en Xixón, y celebridad siempre aficionada a la polémica, anunciaba esta semana su participación en un acto del PP contra la Ley Trans. Valcárcel no ha tenido problema en aliarse con el partido que se ha opuesto en España a todos los avances en igualdad haciendo propio un viejo principio de la geoestrategia: “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. La autora de “Feminismo en un mundo global” cerrará este viernes en el Congreso la jornada “Ley Trans: comparecen los expertos“.

Todas históricas
Lejos de la caricatura hecha por algunos comentaristas acerca de una supuesta guerra generacional entre “históricas” y “jóvenes”, cabe recordar que aquí todo el mundo tiene historia. Tanto Paloma Uría, pro trans, como Valcárcel, anti-Ley, fueron cofundadoras del movimiento feminista asturiano en la Transición. A pesar de las canas mantienen posiciones bien diferentes. Histórica también es la socialista trans Carla Antonelli, activista LGTB desde la Transición, militante del PSOE desde los años 90, y Premio Purificación Tomás de la Agrupación Socialista de Oviedo en 2019. Hoy está fuera del partido, decepcionada con el giro valcarceliano que ha dado una organización en la que muchas personas echan de menos el carisma y la capacidad de construir consensos del desaparecido Pedro Zerolo, el activista clave en convencer a Zapatero del matrimonio igualitario.

Mientras en las filas socialistas sigue la ceremonia de la confusión sexual, Podemos-Equo Xixón ha sacado adelante su propuesta para apoyar desde el Consistorio gijonés que la “Ley del Principado de Asturias de garantía de los derechos y libertades de las personas LGTBI y sus familias” se apruebe esta legislatura. Su portavoz, Laura Tuero, la defendió este miércoles señalando que “frente a las violencias que sufren diariamente y a los
proyectos reaccionarios que niegan derechos y azuzan desde las instituciones públicas
democráticas, la respuesta de los gobiernos progresistas debe ser contundente: legislar
para garantizar y ampliar derechos”.
La moción salió adelante con los votos de IU y Foro, la abstención del PSOE y del Partido Popular y el voto en contra de Vox. Desde XEGA, la también histórica entidad en defensa de la diversidad sexual han puesto en el grito en el cielo con “la abstención del PSOE en connivencia con el mismo partido que elevó al Tribunal Constitucional la Ley de matrimonio homosexual del 2005”, y han calificado la decisión del grupo socialista de “muestra de la negación del diálogo, y sobre todo, del nulo interés de crear un texto
legislativo amplio y riguroso que necesita de las aportaciones planteadas por colectivos y sindicatos”.
No, así no, Amelia, el feminismo,el mío por lo menos, no puede ir en contra de derechos de personas y sobre todo de aquellos grupos que han sido perseguidos y discriminados históricamente. Ningún derecho conseguido por estos colectivos nos van a restar fuerza ni razón en nuestra lucha. No así no. Y sobre todo unirse a nuestros mayores enemigos, la derecha y la ultraderecha. Noooo asiiiii noooooo!!!!!!!!!
Ilústrense un poco y dejen el sectarismo.
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