El suyo era un pop hermoso, alucinado y marginal, procedente, como casi todo artista en la vida, de una familia burguesa y cosmopolita que se iba haciendo cada día más decadente, con el tiempo. El cine de Iván Zulueta era enigmático, como lo era Will More, se perdía en los laberintos esquizos de los placeres urbanos y los metales nocturnos. Un pop de los sesenta y un pop de los setenta, muy distintos entre sí, que al director de Arrebato habían subyugado, con personajes dislocados, luces de neón, una belleza noctívaga y crepuscular, contada en fogonazos escritos detrás de una cámara que certificaban el carácter vampírico del arte. Algo de esto cuenta Juan Ramón Rodríguez Cervilla J (de Los Planetas) sentado en una silla como un apóstol del Greco, mientras se celebra la entrevista, tras un primer ensayo de sonido, al que la Filmoteca Española encargó un proyecto singular presentado el pasado mes de enero: la composición de una serie de canciones que dotaran al archivo personal de Zulueta palabras, melodías, que han terminado teniendo vida propia y que adquieren forma definitiva en Plena Pausa, un concierto performativo que se celebra mientras se yuxtaponen las películas en Super 8 y en 16 que desde su infancia, el director fue acumulando. Viejas escenas caseras en balandros, crónicas infantiles de un Londres neblinoso, cortos experimentales que ya hablan de cine y enormes dosis de autoficción que cristalizarán en esa obra maestra, maldita y abisal que hoy reconocemos y es Arrebato.

“Yo pienso que la Factory está muy presente en el cine de Zulueta, en su ideología y en su actitud, como lo está también en nosotros, Los Planetas. También militamos en eso. Siempre hemos entendido el arte como algo popular. Arte pop, que diría Andy Warhol, que procede del pueblo, en contraposición a, por ejemplo, la música comercial, que es todo lo contrario a lo popular” afirma J que ha interrumpido el ensayo de sonido para reflexionar sobre Plena Pausa horas antes de que tenga lugar en el teatro Campoamor el concierto.
Es posible que en Hotel o en Cine Álbum Kodak 3 y 5 se encuentre el artista más pop. La primera es una de las piezas más políticas, podría decirse que parece escrita por el novelista Don DeLillo, capaz de entrelazar la visita de Gerald Ford a Madrid con la amenaza de un suicida dispuesto a dejarse caer desde lo alto de un hotel. Crónica de un pasado franquista, kafkiano y sesentero. A pesar de lo sucio, granulado y casi documental del archivo, el documento tiene un carácter atemporal y ficcional. Todo el cine de Zulueta lo tiene, desde Un dos tres al escondite inglés a Párpados. Un cine errático que encuentra su genialidad en el fracaso. Arrebato, rodada en 1978 y estrenada en 1980, tenia tanto valor entonces, como lo sigue teniendo ahora, quizá porque es una película metacinematográfica, demoníaca, quizá porque plantea ese conflicto siniestro entre la vida y el arte. Acaso la vida puede más que el arte o, quizá, por el contrario, la obra de arte arrasa con tu vida. De qué manera se traslada eso a la composición las canciones, sigue siendo un enigma. Plena Pausa forma parte de una banda sonara a esa yuxtaposición de imágenes que construyen un relato. Las canciones han sido creadas como un elemento que vive en el cine de Iván Zulueta pero, al mismo tiempo, conservan su propia autonomía en la esfera de J (de los Planetas). ” La obra de Zulueta te invita a participar en ella. Al ser muy autobiográfico, es inevitable incorporar tu propia autobiografía a la hora de componer la música. De manera que en la música se funde la vida de Iván Zulueta, los conceptos e ideas de Iván Zulueta y las emociones de Iván Zulueta con las mías propias. Y siempre, cuando estás componiendo a partir de un personaje generador como él, se produce esa mezcla de esas dos cosas, mis emociones personales producidas por sus películas, las de mi vida y las de Iván”.
El surrealista y visceral Iván Zulueta, fallecido en 2009, duerme sobre el recuerdo de una orgía, como un gamberro lúcido, cínico, anti-intelectual. El cine de Zulueta es moderno, porque logra hacer una lectura de su tiempo, es sucio, porque ha encontrado en el decadentismo un estilo desde el que poder mirar, hacer, contar, y es vampírico, porque tensiona la relación que existe entre el mundo y el artista, entre el arte y la vida, convirtiendo la cámara en un objeto mefistofélico y la narración en una sustancia adictiva. “Como en Arrebato, estas películas te absorben, como a Eusebio Poncela, te absorben, y al final es una película de Iván Zulueta. Es lo que tu decías antes. El arte de vampirizarte, consumirte, llevarte a un extremo de la vida. Arrebato es la culminación de todo su trabajo y es lo que permite definirla como una obra maestra, importante. Una obra que resume su trayectoria y que acaba con ella. Seguro, aunque luego ruede otras piezas que yo creo que están lejos de aquello”.

Después de Arrebato llegó el bajonazo, el vaciamiento, el abismo, la nada. Pasa con todos. Incluido J, quien confiesa haber sufrido también el suyo. “Pues sí, supongo que lo tendrán muchos artistas cuando presentan un trabajo. Sucede cuando estás haciendo una obra que te está absorbiendo, que ha llevado mucho tiempo y percibes que te está consumiendo. No acabas de ver si la terminarás o no. A mi me pasó con el tercer disco de Los Planetas, Una semana en el motor de un autobús. La situación de alrededor era muy compleja, pensabas “termino esto y ya está”, concentré todos mis esfuerzos en terminar ese disco y después pensé, “termino este disco y ya”. Pones toda la carne en el asador para terminar eso y ya”.
De Plena Pausa han emergido una docena de canciones, de las cuales ya se pueden escuchar en Spotify dos firmadas por J, sin Los Planetas, en las que han participado otros músicos. Es la primera vez que firma algo en solitario, pero confiesa que siempre trabaja en colectivo “siempre trabajo con otros que aportan algo a lo que suena al final, que hacen sus propios arreglos. Ahora también. He aprovechado este proyecto para trabajar con otros grandes como 107 faunos, con David Rodríguez de la Estrella de David, he hecho alguna cosa con La Bien Querida, con Julio de la Rosa… Incluso me llamó Jaime Stinus que, además de haber trabajado con Loquillo, tocó en Brakamán, el grupo que tenía Borja Zulueta, hermano de Iván. Son músicos brillantísimos.

En Arrebato (un buen día para Iván) J se sumerge en los abismos de Zulueta, en su vida cotidiana. Se vuelve más narrativo y meta-ficcional. Se pone en la piel del director que ha encontrado la veta de su genialidad en un sentido autodestructivo del pop. “Aunque me juegue la vida, aunque no pueda hacer otra película, esta película va a ser la puta hostia, aunque me cueste la vida y no pueda hacer otra” canta J. Plena Pausa tiene mucho de disco conceptual, pero son las canciones “las que van dando el concepto sobre el que acabo trabajando. La canción es un lenguaje muy inmediato”. Con esa mirada veterotestamentaria, como quien recibe una verdad, confiesa que tarda diez o quince minutos en componer una idea básica de canción “y sobre ella voy trabajando, añadiéndole capas, pero básicamente todo está ahí, en esa idea primigenia. Esos arrebatos, por decirlo en el sentido de Zulueta, es lo que marca mi camino por donde voy a hacer el disco”
Arrebato incluye un relato de la vida, la coherencia dislocada y sombría de la vida, la ilusión, el placer, la decepción y el fracaso. Todo lo que podíamos haber hecho mejor. La eterna insatisfacción. Un amor al cine y a la música deseperado que reafirma J, convirtiendo el tiempo, al menos, durante hora y media, en una pausa, plena.