“En Hoja de Lata somos incapaces de publicar un título que no nos apasione”

Daniel Álvarez y Laura Sandoval son los fundadores de la editorial independiente gijonesa, que celebra su décimo aniversario

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Bernardo Álvarez
Bernardo Álvarez
Graduado en psicología y ahora periodista entre Asturias y Madrid. Ha publicado artículos en ABC, Atlántica XXII, FronteraD y El Ciervo.

Daniel Álvarez y Laura Sandoval, como tantos otros millones de personas, se quedaron en paro durante la crisis económica de 2008. Siendo “emprendedores a la fuerza”, sin palabrería de coach ni máster en escuela de negocios, están sin embargo celebrando el décimo aniversario de Hoja de Lata, que es hoy una empresa consolidada en el ecosistema de la edición independiente.   

¿Esperabais cumplir llegar a la década cuando, en plena crisis económica, decidisteis montar una editorial independiente?

La verdad es que fue una aventura absoluta, emprendedores a la fuerza. Siempre te pones en lo mejor y en lo peor. Lo mejor era ganarte la vida y jubilarte haciendo libros, que es lo que nos llena. En estos años nuestro eslogan ha sido “lecturas sugerentes para tiempos inciertos”, y lo cierto es que llevamos muchos tipos de incertidumbre: la económica, que rondaba ya en 2011 cuando nos quedamos en paro y empezamos a trabajar en esto, una pandemia y hasta una escasez de papel que hubo el año pasado, cuando tuvimos que pagarlo a precio de oro.

¿Sois entonces emprendedores a la fuerza, y no por voluntad propia?

No tiene ningún mérito de emprendedurismo. En 2013 tuvo mucha repercusión un artículo de prensa sobre nosotros, uno de José Luis Arguelles en La Nueva España, que tituló “un parado gijonés crea una editorial con el dinero de su despido”. Esa misma tarde teníamos una presentación y se acercó muchísima gente con un perfil político diferente del nuestro para decirnos que bravo, adelante, valientes, vais a sacar el país adelante… (Risas) Comulgando con esa fiebre del emprendedurismo y esa religión que sigue reinando a día de hoy. Pero en realidad lo nuestro fue tener que buscarnos la vida en un momento en el que nos habíamos quedado en el paro, como otros 6 millones de personas, víctimas del estallido de la burbuja del ladrillo.

Daniel Álvarez y Laura Sandoval FOTO: David Aguilar Sánchez

¿Qué queríais aportar como editorial independiente?, ¿qué tipo de libros queríais publicar?

Hay mucha gente que saca una editorial porque echaba de menos X temática o nicho de mercado. El reto era encontrar algo que pudiera ser sugerente para el público lector. Por necesidades de lo corta que era la plantilla, pues somos dos personas, apostamos por encontrar autores internacionales que estuvieran teniendo éxito en sus países y que no hubieran sido traducidos al castellano, porque no podíamos dedicarnos a valorar un montonazo de obras de autores españoles sin bagaje detrás que los avalara. Teníamos una necesidad urgente de ofrecerle al público cosas interesantes.

¿Y pensabais en usar la editorial como una vía para incidir en el debate público?

Hay una máxima del oficio que dice que no publiques solo los libros que te interesan, porque seguramente no sean de gusto mayoritario. Mejor vete al encuentro de temas que le puedan interesar al gran público y a partir de ahí, si tienes éxito, permítete publicar algo que te guste a ti con tu frikismo minoritario. Lo cierto es que nosotros esa máxima nos la saltamos desde el primer momento y publicamos exclusivamente cosas que nos interesan. Hoja de Lata es una proyección de las inquietudes y la personalidad de Laura Sandoval y de Daniel Álvarez, que soy yo. Nos veríamos incapaces de defender un título en el que no creyéramos, que no nos apasione y nos revuelva por dentro. Con el paso del tiempo pudimos ir liberando tiempo para desarrollar proyectos propios, como “No hay país”, que nos parecen fundamentales para la sociedad actual. Pero eso requiere mucho más tiempo que contratar una obra que te llegue recomendada. “No hay país” era un hueco desconcertante: ¿por qué no había una obra que reflexionara sobre qué fue de Asturias en los últimos 50 años, y qué queremos que sea en los próximos 50? Eso nos lo está permitiendo la mayor libertad y mayor veteranía de llevar 10 años de trabajo.

Se suele decir que las editoriales, para poder publicar libros buenos, que tienden a vender poco, hay que publicar muchos malos, que tienen mejores ventas, ¿compartes esta impresión? 

La población lectora es bastante minoritaria. Hay un 30% de la población que reconoce que no lee un libro al año. Y eso que lo reconozca, pero a lo mejor en realidad son la mitad o dos tercios de la población los que no leen ni un libro al año. Por lo tanto, hay que saber bien a quién te diriges. Nosotros nos dirigimos a un lector habitual, que se atreve a probar con un autor búlgaro o islandés sobre el que puede no tener ninguna referencia, pero le parece sugerente o se deja recomendar, y elige eso en vez del best-seller de los grandes grupos. Hay espacio para todo, yo creo, para los grandes autores de obras más digeribles o sencillas, y para cosas más exóticas y sugerentes.

FOTO: David Aguilar Sánchez

¿Qué aporta un buen editor al mundo cultural?

En España igual no somos conscientes, pero vivimos un hecho diferencial bastante insólito en cuanto al mundo editorial. Hay una bibliodiversidad riquísima, porque se les presta mucha atención y tienen muy buena acogida las editoriales independientes. En otros países de gran tradición y consumo literario, como Inglaterra o Francia, hay una primera división, una Champions League de los grandes grupos, que a lo mejor ocupan el 90% del espacio de una librería. Luego hay una división regional referente de pequeños sellos que publican cosas muy interesantes, pero que no tienen una buena cadena de distribución. Sin embargo aquí, desde hace 15 años, existe el interés de las librerías y de los distribuidores, y en una librería independiente la mitad del espacio puede estar dedicado a los grandes grupos, y la otra mitad lo ocupan esas pequeñas editoriales independientes. Lo fabuloso es que el público responde a esa apuesta tan diversa, y apuesta, compra y se deja su dinero en esos títulos diferentes. Es un fenómeno muy a destacar.

Esta semana leía en El País que en España se publican unos diez libros cada hora, ¿hay sobreproducción de libros?

Sí, se publican muchos. Lo preocupante no es que los grandes grupos publiquen mucho, que les va en el ADN. Lo preocupante es que muchos de esos pequeños sellos, en cuanto empiezan a tener éxito, apuestan por la especulación pura y dura, y tratan de publicar más, porque si publicas más tienen más posibilidades de triunfar. Si publico 12 títulos y me fueron bien, ese beneficio lo invierto en publicar 24. Eso nos parece muy preocupante, porque no dejamos de bombardear al librero, nuestro gran agente comercial, y lo asfixiamos con la avalancha de novedades.

FOTO: David Aguilar Sánchez

¿Cómo vais a celebrar estos diez años?

Vamos a sacar en una edición especial conmemorativa, en tapa dura, de diez de los títulos más significativos de nuestro catálogo. No son los diez más vendidos, sino la carta de presentación de nuestra filosofía. Les pedimos prólogos a gente tan relevante con Manuel Rivas, Bernardo Atxaga, Marta Sanz, Katixa Aguirre o Ricardo Menéndez Salmón. Habrá cosas más lúdicas, habrá fiestas y vamos a estrenar las oficinas nuevas de Hoja de Lata en nuestro barrio, al que seguimos pegados. En definitiva, queremos sembrar los cimientos para que dentro de otros diez años estemos celebrando los veinte.

Para terminar, ¿podrías citarme los tres títulos del catálogo de Hoja de Lata que más te gustan? Uno de la colección de narrativa, otro de ensayo y otro en asturiano.

Decirle a un editor que escoja es como pedirle a un padre que diga a qué hijos quiere más. En la colección de narrativa te diría “Tea Rooms”, de Luisa Carnés, porque fue recuperar para el público español a la gran novelista olvidada de la Generación del 27, que este año se incorpora al currículum de Lengua y Literatura para 4º ESO y 1º de Bachiller, que es la mayor aportación que podemos hacer al campo cultural. En ensayo te diría “No hay país”, porque es una reflexión muy necesaria sobre el pasado, presente y futuro de nuestra tierra, escrita magistralmente por un profesional muy reconocido, te diría que incluso temido, como es Xuan Cándano. Es muy sorprendente el respeto que se aprecia hacia él, e incluso el temor a lo que pueda decir de ti Xuan Cándano. En asturiano te diría “Lluvia d’agostu“, de Paco Álvarez, que supuso la consolidación de lo que era evidente, que era que teníamos a un gran autor en asturiano que hasta entonces había publicado relatos, pero no se había atrevido con una novela. Publicó  “Lluvia d’agostu“, la biografía novelada de Buenaventura Durruti, y tuvo un éxito sensacional, tanto que a punto estuvo de saltar a la gran pantalla.

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