“Los detenidos en Tuilla por posesión de ayahuasca usaban la droga para captar adeptos para su secta”, “Operación contra una secta en Tuilla” o “Cae en Asturias una secta neochamánica cuyos miembros se drogaban en presencia de menores”, fueron algunos de los titulares que generó la macrorredada policial de septiembre de 2022 contra un grupo de amigos que experimentaban con misticismo y ayahuasca en una vivienda de Tuilla, Llangréu.
La noticia no fue flor de un día. Por el contrario, se alargó durante unas semanas en las que la mayoría de medios de comunicación compraron acríticamente el relato policial sobre una supuesta secta neochamánica, que incluso utilizaba a menores en sus rituales. Los diarios más conservadores aderezaron la fabulosa historia de la secta asturiana y el chamán escandinavo con el dato de que una de las personas integrantes del grupo había sido cargo público de Podemos. Una información bien jugosa que sólo pudo llegar a los medios vía filtración policial.
Desgraciadamente, da la impresión de que el tratamiento informativo, el respeto a la privacidad y la presunción de inocencia hubieran sido bien distintas de no haber sido los consumidores un grupo de excéntricos neorrurales sino eso que algunos llaman “gentes de bien”. “España se droga” cantaban Siniestro Total en 1995, aludiendo a una evidencia estadística: el consumo de drogas es transversal, plural e interclasista. Ricos y pobres, hombres y mujeres, de izquierdas y derechas… El tratamiento mediático sobre este consumo, varía sin embargo mucho en función de quienes sean los consumidores. Lo mismo puede ser elegante y discreto cuando se trata de “gente de bien”, como amarillista y sensacionalista cuando a los que se descubre in fraganti son ciudadanas y ciudadanos no tan respetables a ojos de policía y directores de medios de comunicación.
En NORTES no hacemos apología del consumo de drogas, pero sí defendemos el respeto a los derechos civiles, la presunción de inocencia y la privacidad. Bernardo Álvarez, un periodista joven, pero con esa vieja y saludable costumbre que es contrastar las fuentes, decidió escuchar a los acusados sospechando que había más de una laguna en el relato oficial. En una serie de artículos que están ahí para quien los quiera leer, fue cuestionando con rigor y profesionalidad ese relato comprado de manera acrítica por casi todas las cabeceras, y que presentaban a los psiconáutas de Tuilla casi como la versión asturiana de los davidianos del rancho de Waco.

Frente al sensacionalismo periodístico y la espectacularidad de la redada policial, el 2 de febrero, Álvarez informaba en NORTES que el total de sustancias ilegales requisadas tras el gran dispositivo de la Policía Nacional fue de 3,3 gramos de hachís y 1,61 gramos de marihuana. El exceso del dispositivo policial, las detenciones y las medidas cautelares quedaba al descubierto.
Este lunes, Bernardo adelantaba en NORTES que todo el caso quedaba archivado por el juzgado: afortunadamente todavía vivimos en un país garantista en lo judicial, aunque a menudo no lo sea en lo comunicativo.
Sospecho que nadie va a pedir disculpas.