Las expectativas por Pedro Sánchez en Asturias eran bajas. La “hostia” iba a ser en Madrid, en Andalucía, en Valencia y, sin embargo, se dio en Asturias. Adriana Lastra sólo lograba dos diputados, entregando la victoria a un PP (Estsher Llamazares) que se presentó a las elecciones con un perfil bajo durante toda la campaña electoral. Aún así, con un Nuñez Fiejóo encerrado en el cuadro de “El Mentiroso”, los populares consiguieron sacar el tercer diputado, en ausencia de Foro.
Adrián Barbón obtuvo un buen resultado en las autonómicas, Gijón se permitió volver a crecer en estas nacionales, después de haber ganado las últimas locales y perder el gobierno, pero Adriana Lastra regresa a las Cortes con dos escaños y menos plumas en el pellejo. La debilidad política de Lady Macbeth se agudiza. Es probable que su resultado reformule la estrategia que ha mantenido desde el comienzo de las guerras adrianas junto al Presidente del Principado. Desde el gallinero del congreso, poca política se puede hacer para iniciar un nuevo movimiento articulado junto a otras federaciones.
Fuera de las lindes de la FSA, Adriana Lastra ha sido contenida. Está a merced del Secretario de Organización, Santos Cerdán, quien ha dejado bien claro a todo el mundo que ni pan ni agua a la mujer que pretendió gestionar el postsanchismo. Ahora habrá que ver hacia dónde se mueve Lady Macbeth dentro de su federación. De momento, se da por cierto lo que este diario anunció hace unas semanas. Gimena Llamedo será la próxima vicepresidenta del gobierno de Adrián Barbón y la vacante que deja en la Secretaría de Organización será ocupada por Lastra, convertida de facto, en secretaria general de la FSA.
Gimena Llamedo será vicepresidenta del Gobierno asturiano, pero no será Juan Cofiño. No asumirá grandes tareas. No recaerá sobre ella ningún asunto de especial gravedad o importancia en los cuatro años de esta legislatura. Cofiño es un político áspero y eficaz, un superviviente nato que conoce la administración asturiana. Ofrece garantías y seguridad. Las tareas que asumió durante el gobierno anterior se repartirán en diferentes consejerías y habrá un fuerte elemento cohesionador con IU que será corresponsable del conjunto de la gestión. La incorporación de Llamedo, por defecto, parece ser más ornamental. No preocupa su inclusión. Probablemente, participará de manera accesoria en un mandato que será de las más ambiciosos en términos legislativos y, a la vez, uno de los más estables.
¿Hasta cuándo sostendrá Barbón a Adriana Lastra? Entre los socialistas, preocupa lo que suceda orgánicamente en la FSA, cuánto poder interno acumulará Adriana Lastra y en qué medida afectará, especialmente, en los territorios. Su influencia en Madrid es prácticamente nula pero sigue siesndo decisiva en el entorno de Barbón. Con Lastra en la organización del partido y el Presidente centrado plenamente en las tareas de gobierno, el grupo de Lastra, también conocido como la “chupipandi” (la política ha conocido nombres mejores), tratará de “mover el cotarro en las agrupaciones” que, a su vez, intentarán blindarse y tejer una red que las mantenga cohesionadas en el seno de los órganos, empujando a Adrián Barbón a que haya una representación justa y equitativa de los territorios en el organigrama del próximo gobierno.
En ese sentido, cobra especial interés la agrupación de Gijón, de Oviedo, de Avilés, de Siero o de Llanes. Gijón será un factor importante. Sacó el 28% de los votos el 23 de julio. Si Zapatero acudió al mitin de Poniente, fue gracias a la gestión directa de su Secretario Local, Monchu García. Recuerden que Pedro Sánchez no pisó Asturias en toda la campaña. ¿Una foto de Lastra y Pedro juntos? No la verán en mucho tiempo. La confianza está rota y Lady Macbeth muy tocada. En cuanto se constituyan los gobiernos, se reordenará todo el panorama. Estén atentos.
P.D.: Fernando Lastra ya no será senador. Pierde la FSA a uno de sus mejores políticos en una institución que sigue representando la soberanía nacional. Lastra es hombre astuto, inteligente y culto. Sería una pérdida de capital político enorme que Barbón no se puede permitir en estos momentos.
