En los últimos meses el ERA (Establecimientos Residenciales para Ancianos de Asturias) ha vivido momentos de tensión en los cuales ha habido movilizaciones de las trabajadoras y hasta la anterior gerente del organismo, Ana María Suárez, llegó a presentar su dimisión. Beatriz Fernández Vázquez, del sindicato CSI y presidenta del comité de empresa del ERA, hace un repaso a lo ocurrido desde marzo; a la batalla ganada; y también señala el miedo que hay a que “se incrementen las privatizaciones” en un sector “donde entre el ochenta y el noventa por ciento del personal son mujeres.”

¿Cómo empezó el conflicto?
Conflicto en el ERA hay siempre, pero todo este asunto empezó en el mes de marzo cuando sacaron una instrucción de vacaciones que era muy lesiva y nos negamos en redondo a aceptarla, por lo que exigimos que hubiera nuevas incorporaciones y que las vacaciones no fueran a costa de sobreexplotar a la plantilla. Además, según esa instrucción se permitía que se denegaran las vacaciones de forma arbitraria. Queríamos que quedase muy claro que el personal de nueva incorporación era parte de la plantilla y no estaba para cubrir vacaciones. Sí podrían cubrir ausencias, pero no vacaciones.
“La gerente del ERA no se mostró predispuesta a la negociación, así que convocamos unas movilizaciones frente a la consejería”
¿Cuál fue la respuesta de Ana María Suárez a sus demandas?
Nosotros informamos tanto a la jefa de persona como a la gerente, Ana María Suárez, que no aceptábamos esa instrucción y que queríamos que se modificara. No se modificó y, al contrario, se hizo llegar la instrucción a todos los centros. La gerente del ERA no se mostró predispuesta a la negociación, así que convocamos unas movilizaciones frente a la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar que fue bastante apoyada por las trabajadoras y que duró varios días. Llegamos incluso a encerrarnos varias horas en la Consejería, hasta que la consejera Melania Álvarez nos recibió y se comprometió a retirar esa instrucción. Al poco, Ana María Suárez presentó la dimisión.

Pero en su momento se dijo que no había relación entre la dimisión de esta gerente y las movilizaciones.
Tal vez no fuera lo único. Las reuniones que tuvimos con la consejera nos hizo pensar que que no había una buena comunicación entre ellas. Había cosas que la consejera desconocía. Pero más allá de la mejor o peor relación que ellas tuvieran, creemos que lo nuestro fue la gota que colmó el vaso o quizás fue el detonante de su dimisión.
Ustedes llegaron a calificar su gestión de nefasta durante el conflicto. ¿Lo siguen pensando?
En general creemos que fue una mala gestión porque en los centros nos quedamos sin material, no se hicieron contrataciones, teníamos la sensación cuando nos reuníamos con ella que salíamos sin respuestas ni soluciones. Ahora bien, tampoco quiero hacer leña del árbol caído. Hubo algunos momentos de entendimiento, pocos, la verdad. Y también hay que reconocer que le tocó gestionar durante el Covid-19 al poco de llegar al cargo y este ámbito, el de las residencias, no es fácil, hay que gestionar muchas cosas. Ella tenía un perfil sanitario y tal vez se necesitaba un perfil más técnico.
“El ERA es uno de los organismos más difíciles que hay en la administración pública”
Tras su marcha, ¿qué pasó con la instrucción que provocó el conflicto?
La instrucción se mejoró. Se hicieron los cambios que el comité de empresa exigió para que no hubiera problemas. Y ahora llega Nerea Monroy, a ver qué tal.
Nerea Monroy es la nueva gerente. Tiene una trayectoria sindical en UGT. ¿Satisfechas con su perfil?
Es pronto aún para decirlo, solo lleva unos días. Nos ha citado para la semana que viene para conocerla. Puede ser positivo que venga del sindicalismo, pero al mismo tiempo creo que este puesto tiene que ser cubierto por personas que tengan un perfil sanitario, pero también más técnico. El ERA es un organismo muy complicado. Es uno de los organismos más difíciles que hay en la administración pública. El anterior gerente en funciones, el que vino tras Ana María Suárez, Enrique Nuño, tenía un conocimiento más técnico. Agilizó mucho las contrataciones que estaban paradas y descongestionó de forma rápida y eficiente algunos atascos que había en diversos asuntos. Sabíamos que era algo temporal, ahora es director general de Servicios Sociales. Pero en lo poco que estuvo ya digo que descongestionó muchas cosas y se implicó mucho en el Protocolo de Agresiones. Con él hemos vivido unos meses algo más cordiales, tras la tirantez que tuvimos en la etapa anterior.

Más allá de este conflicto, ¿cree que desde el gobierno se está apostando por privatizar el ERA?
Tenemos ese miedo desde hace años. Hace tiempo que ya empezaron con las privatizaciones en los grupos que no tienen atención directa, según dicen ellos: operarios, ordenanzas, cocineros, etc. Todo lo que están privatizando es caótico. Por ejemplo, la cocina de la Residencia Mixta es del Principado y la calidad de la comida es mucho mejor que donde la cocina ha sido privatizada. Dicen que no van a privatizar, pero el nuevo modelo está basado en el modelo que tienen las residencias privadas. Llevamos años para que nos pasen una comparativa de lo que cuesta una plaza pública y una plaza privada porque no creemos que cueste más el puesto de la pública, pero, claro, si una tarea que hacen cuatro personas pasa a hacerse solo por dos, al final es más barato. Eso es precarizar, no abaratar. Y el resultado y la atención a los residentes no puede ser el mismo. Digan lo que digan, lo público siempre funciona mejor que lo privado.
¿Tan claro lo tiene?
Sin ninguna duda.