Leo en NORTES la réplica de la diputada Pilar Fernández Pardo a un artículo de opinión del periodista Xuan Cándano publicado en este periódico. Ante todo, es de agradecer que el PP asturiano reconozca la existencia de este medio de comunicación, aunque solo sea para reclamar el derecho de réplica. Dicho esto, llama la atención que la que salga en defensa de Diego Canga, cuya gestión ponía en tela de juicio en su artículo el periodista en cuestión, sea Pilar Fernández Pardo, que tiene acta de diputada en la Junta General en esta legislatura, que ocupa la vicesecretaría general institucional (qué largo se me ha hecho escribir el ampuloso título) del Partido Popular asturiano… y nada más. Porque ninguno de esos dos cargos que ostenta justifica, en principio, que sea precisamente ella la que firme un artículo en favor del dirigente que, le tomo prestadas las palabras a mi colega Xuan Cándano, llegó a Asturies en una especie de «Míster Canga como un salvador, arropado con entusiasmo por el PP, el poder económico y la prensa, y parece que podría irse exactamente igual que Míster Marshall en la mítica película de Berlanga».
A Pilar Fernández Pardo la conocemos sobradamente la ciudadanía gijonesa. Tuvo acta de concejala del PP durante tres mandatos, en los que su partido, con ella al frente, no se comió ni un rosco: fue una fracasada, políticamente hablando. Es más, en las elecciones municipales de 2011 una desconocida Carmen Moriyón, que encabezaba la lista de una escisión del Partido Popular llamada Foro Asturias, prácticamente duplicó la representación del PP gijonés, que llevaba como cabeza de cartel a la ahora vicesecretaria general institucional (demasiadas sílabas para envolver tres palabras vacías) del partido conservador en Asturies. La prepotente Pilar Fernández Pardo, incapaz de alcanzar siquiera acuerdos con la dirigente de la otra derecha, condenó al PP gijonés a la oposición tras perder el pulso en el llamado pacto de las batas blancas (tanto ella como Carmen Moriyón son médicas cirujanas), pero siguió aferrada a la poltrona municipal otros cuatro años. Previamente había sido diputada y senadora, suma ya muchos años años viviendo de la política…
Tras liarla parda, a Fernández Pardo la destituyeron como presidenta local del partido después de que buena parte de la Junta Local del PP pidiera casi a voces su dimisión. Hizo mutis por el foro en 2013, pero este año, sorprendentemente, Diego Canga, candidato accidental y accidentado del partido conservador a la Presidencia del Gobierno asturiano, la sacó del baúl de los recuerdos. Así que no es de extrañar la vehemente defensa de su resucitador político que Pilar Fernández Pardo hace en ese artículo de réplica, en el que dedica los tres párrafos primeros a tratar de enmierdar al periodista, el cuarto párrafo a aportar el último clavo para crucificar a Teresa Mallada (la predecesora y, por ello antagonista, de Diego Canga) y los cinco siguientes a hacerle la ola al amado líder, que le volvió a dar entrada en el pesebre.
Fernández Pardo, claro exponente de la política de la supervivencia y del arribismo (lo hay a derecha y a izquierda, no nos engañemos), pretende darle lecciones de ética periodística a un periodista que, en mi opinión, es de los más lúcidos, comprometidos y honestos del periodismo asturiano. La vividora de la política se atreve a decir del periodista que «en su día decidió sobrepasar todo límite objetivo, pilar fundamental del código ético para todo periodista, convirtiéndose en concejal». Hay que joderse, una representante del partido con más casos de corrupción y dudosos sobresueldos de Europa se permite impartir lecciones de ética…
A Xuan Cándano, al que Fernández Pardo etiqueta con tono faltón en su réplica como alguien «vinculado desde sus años de Universidad a círculos de la izquierda española más radical», lo conozco desde hace media vida. Aprendí con él y aprendí de él lo más noble del periodismo cuando yo empezaba en este oficio y a día de hoy sigue siendo uno de mis referentes en este oficio. Y yo también siempre he estado vinculado, orgullosamente, a eso que Fernández Pardo llama, en su artículo, círculos de la izquierda radical.
Xuan Cándano, al que le han llovido las hostias desde una orilla y desde la otra por ejercer el periodismo con todas sus palabras y con todos sus acentos, fue concejal de una candidatura ciudadana del concejo en el que nació, pero ello no condicionó ni condiciona su opinión, libre e ingobernable. Ya quisiera Pilar Fernández Pardo poder decir lo mismo.