Cuenta Ernesto Avelino (Mieres, 1969) que lo que más le está costando de su nueva etapa musical sin la compañía de Roberto Lobo, “un músico genial y brillante”, no es subirse al escenario, sino aprender a ensayar sólo. “No me cuesta el trabajo de composición y programación, pero la soledad del local de ensayo está siendo muy dura”, explica Ernesto, que entre 2006 y 2021 pilotó junto a Lobo Fasenuova, dúo de culto cuya inesperada disolución pilló a sus seguidores por sorpresa.
Precisamente de una canción de aquel grupo ha tomado el nombre para su nuevo proyecto, Cachito Turulo, con el que ha editado el EP “Crísper en el hi hat”. “Cachito Turulo son muchas personas, pero sobre todo soy yo”, explica el artista sobre su nueva aventura musical, “muy distinta a Fasenuova, más abierta a Oriente y al Sur”.
Chacito Turulo abandona definitivamente los años 80 y se muestra con un sonido más pegado a las músicas actuales: “No soy una persona que escuche todo el tiempo música del pasado, siempre escucho música del momento. Desde el trap hasta sonidos más disruptivos y experimentales”.

Se mantienen eso sí la puesta en escena teatral, sello de la casa, el cripticismo, las atmósferas oscuras, y las obsesiones culturales que caracterizan desde siempre la trayectoria musical de Ernesto, ciencia, tecnología y mucha literatura: “Siempre tengo la literatura presente”. También la filosofía, la historia y la política. La obra del filósofo Walter Benjamin, muerto en su fallida huida del nazismo, y la monumental trilogía de Antonio Scuratti sobre Mussolini, son las últimas lecturas que se cuelan por las rendijas de Cachito Turulo: “La amenaza del monstruo del fascismo está presente en sus letras, pero de un modo implícito. Los personajes que viven en mis canciones siempre buscan con ansia la libertad y la igualdad”.
“No existe un underground voluntario o con unos valores compartidos”
Ernesto Avelino se define no sólo como un músico, sino también como un “militante de izquierdas”, alguien que valora y dedica tiempo a la organización colectiva. Nacido y criado en el barrio de Muries, se educó en un hogar politizado y de clase trabajadora en el que los libros, la música y el cine formaban parte del ambiente familiar: “mis padres escuchaban cantautores de izquierdas y mi hermana mayor Radio 3, que de aquella estaba empezando y daba espacio a todo el espectro musical”.
En el año 1984 junto a un grupo de amigos de Mieres descubrió la música de Kraftwerk y Depeche Mode. Fue la puerta de acceso a sonidos más enigmáticos como los del Esplendor Geométrico y otras bandas de la época que experimentaban con los sintetizadores y una música electrónica todavía muy primitiva. Siempre en la periferia y navegando a contracorriente, de aquella fascinación adolescente nació Ética Makinal, una rareza para la época. Más tarde, y con algunos años y bagaje musical más, Hegemonía y Goodbye.

En 2006, junto a su amigo Roberto Lobo, funda Fasenuova, un grupo con más proyección que les permite dar el salto a la escena underground nacional e internacional. Ernesto recela en todo caso de un término que considera se ha vaciado y se usa en la actualidad con demasiada alegría. “No existe un underground voluntario o con unos valores compartidos, como pudo pasar en otros tiempos. Hoy es más bien el espacio que habitamos los precarios, los que no triunfamos de un modo arrollador. Es un underground forzoso, donde mucha gente simplemente está contra su voluntad, esperando a dar el salto al siguiente escalón”.

Ernesto sabe de lo que habla. Malvive desde 2009 sin otro ingreso que el que recibe por sus discos y conciertos. Antes trabajó como maquinista de grúas en la industria del metal, en la construcción o incluso como “liberado” de la Xunta pola Defensa de la Llingua Asturina. “La precariedad se ha vuelto más precaria desde la pandemia, con un montón de salas cobrándote por dejarte actuar, algo que antes no pasaba” señala el responsable de Cachito Turulo, que como Fasenuova está editado por Humo, el prestigioso sello asturiano en el que quiere editar mucha gente que está haciendo muchas cosas en muchas partes.
Para Ernesto el reto ahora es ajustar la eclosión y creatividad musical que se vive, sobre todo por parte de gente joven, con unos ingresos dignos para esa mayoría de artistas que no figuran en las letras grandes de los carteles de los festivales. Contra viento y marea él ha hecho una apuesta consciente por esta vida, y ya no concibe otra vida que no pase “por subirme al escenario”. Este miércoles estará en la Sala GONG de Oviedo/Uviéu acompañando a la banda francesa Frustration, y presentando algunas de las canciones que formarán parte de su próximo LP como Cachito Turulo.