SED no es un disco conceptual, pero con la grabación se fue convirtiendo en lo más parecido a a un disco conceptual. Los músicos respetan mucho esta idea, son palabras mayores, afirma Rafa Mallo, el batera de Triángulo de Amor Bizarro, una de las grandes bandas gallegas que inauguró la segunda ola del indie español que presenta su último disco este viernes a partir de las 21.00 horas en la Sala Acapulco de Gijón. SED es un repaso a la fama, a la nostalgia, a la industria musical, la mirada de un tiempo y un lugar que admite espacios atmosféricos, otros más siniestros. Da la impresión que busca un lugar para la redención mostrando los ángeles y demonios que pueblan la industria de la música.
El disco abre con un tema, Estrella Distante, que inspira una enorme reflexión sobre la nostalgia, ¿hasta qué punto es un gesto de melancolía malintencionada hacia el pasado, hasta qué punto expira la necesidad de mirar hacia el futuro?
Hay algo de eso. Efectivamente, hay una mirada crítica hacia la nostalgia. Creo que se adorna mucho un tiempo pasado que no era para nada mejor que el presente que vivimos ahora. Hay un poco de eso en el disco, en general. Queríamos proponer una historia crítica de la nostalgia en la que no todo fuera belleza.
La nostalgia siempre es paralizante. Es veneno y es difícil escapar de ella.
Creo que sí. Por eso, no debemos ignorar todo el valor que tiene el presente. Hubo gente que no vivió los ochenta y los imaginan como una época dorada. Incluso alcanzan a ver también los noventa. Pero entonces todo era complicado y peligroso. La nostalgia tamizada por el capitalismo construye una realidad que no existió. Si hay algo positivo en ser ser joven es que puedes crear tu propio discurso y lograr que el presente sea importante. El ejercicio de nostalgia le resta fuerza al discurso de los jóvenes y hoy su discurso es más necesario que nunca.

Me gusta escuchar eso porque hay toda una corriente de pensamiento conservador que fomenta la idea de que todo lo que se piensa o se recrea del pasado era más libre y mejor. En cambio, qué fácil era encontrarse el cadáver de un yonqui en los portales al amanecer.
La nostalgia ignora aspectos importantes que fueron negativos. Los noventa, para mi, eran bastante amenazantes. Lo normal era salir a la calle y que te robasen. Al final, tu seleccionas las cosas buenas, pero también es cierto que en el mundo de la música o lo que podríamos hablar de la industria musical, en todos los aspectos de la vida y del trabajo, olvidamos ciertas luchas menos románticas y menos enseñadas.
El disco está poblado de personajes oscuros, pertenecientes a ese otro territorio de las pesadillas que son como el envés de la cara alegre y confiada de aquellos recuerdos felices. Pienso en canciones como Cómprate un yate, SED o Huele a colonia chispas, canciones más cercanas al post-punk o el punk directamente.
El disco incluye letras de personas reprobables o, incluso, malas personas. Pero no se las prejuzga. No se les hace responsables de su maldad. Lo que sí se hace es dejar constancia de su existencia. Están ahí. Incluso pululan en paisajes o situaciones con los que se interpela a decidir sobre tus pulsiones, casi animales, pero terriblemente humanas.
Territorio de la pesadilla forma también parte del tiempo que nos está tocando vivir.
No sabría si es el tiempo que nos está tocando vivir, pero que sí son caracteres humanos que están ahí. En Cómprate un yate retratamos el poder de un manager que te regala la oreja, que te está echando el veneno mientras tú estás dejándote llevar. Le pasa a todo el mundo, y en Huele a colonia chispa retratamos al ídolo adolescente que hace lo que quiere, lo hace de una forma muy vocacional, porque es lo que quiere hacer sin ningún tipo de responsabilidad. Las dos canciones son muy animales o instintivas pero que también hablan de pulsiones humanas, muy humanas.
En Triángulo de amor bizarro y, sobre todo, en este disco, hay una evocación de sonoridades y ruidos muy lynchianos en unos cuantos temas. Estoy pensado en un corte como Muerte del pez dorado que, por el título, me ha recordado a aquel libro dedicado a la meditación y la creatividad firmado por el propio David Lynch, Atrapa al pez dorado, al que le encajan muy bien algunas de vuestras referencias como Joy Division o New Order, pero también Angelo Badalamenti o Julee Cruise.
El título de esa canción proviene de una discoteca que había en Boiro que se llamaba la Golden Fish. Ese guiño a Lynch y Ángelo Badalamenti nos gusta mucho y nos gusta que lo cites porque está presente. La banda sonora de Twin Peaks es un referente que en algunas ocasiones hemos utilizado. Muerte del pez dorado habla de ese estado de trance y percepción en el que ya no necesitas nada, que te inmoviliza y te descubre una persona poco creativa. Un lugar en el que lo tienes todo y no haces nada. Una especie de infierno placentero.

La espectadora y La condena construyen esa mirada tóxica del paraíso, en la misma línea. Da la impresión de que SED es una visión perturbadora de la fama, el éxito, del placer.
Todo el disco plantea un punto de vista del mundo musical tóxico, perturbador, pero al final es aplicable a todo. Estamos en ese mundo.. Queríamos mezclar personajes que son y no son y con la espectadora, pretendimos observar ese mundo desde quien habla del otro lado, como un reflejo de Estrella solitaria.
Cea me recuerda un montón a Julie Christie en este disco.
Qué guay. Hablan de esa relación que puede tener ciertas cosas que te gustan, una relación tortuosa o difícil, que no te gusta pero estás con ella ahí. Personalmente, volviendo un poco al disco, creo que son canciones muy diferentes que logran encajar entre sí.
Como si construyeran una narratividad.
Sí, quizá no tienen un nexo muy claro estilísticamente, porque entre sí son muy diferentes. Estrella distante recuerda a New Order, con ese segundo bajo que también está en New Order. Es una canción pop estándar de los ochenta pero que no lo era tanto. Hay mucho de Leonard Cohen y del I´m your man. Es una canción pop, totalmente diferente a La condena, que es mucho más atmosférica, casi medio punk en el ritmo de la batería.
La condena es una buena canción para cerrar el disco, deja un poso de tristeza que no llega a ser melancolía.
Deja esa sensación de final relajado que remite a la paz de las piscinas o del mar en calma.
A la hora de componer, ¿pensáis en el concepto disco o canción desligados de los conciertos? Lo digo porque últimamente las bandas producen canciones pensando en el sonido de la gira y no tanto en la canción que realmente quieren componer.
Son dos procesos diferentes. En el disco anterior hicimos canciones mucho más electrónicas de lo habitual para nuestro público. Canciones con estilos que nos gustan. Pero en relación a tu pregunta, nosotros nunca nos planteamos como va a sonar o como lo vamos a tocar en directo. La haces y después te lo planteas. Es una dificultad extra.
¿Cuándo comenzasteis a proyectar SED?
El disco se empezó el día dos después de que todo el mundo estuviera encerrado en casa. Nos pasamos ideas y todo lo que avanzamos cambió completamente cuando pudimos juntarnos en el local de ensayo. Somos una banda acostumbrada a tocar juntos. Algunas quedaron parecidas y otras cambiaron solo por el hecho de tocarlas juntos. Quizá hay gente que condiciona sus discos a un directo pero para mi la problemática a la hora de pensar un disco, la mayoría no piensa en el álbum o la canción como un contenido único. La gente escucha canciones y escucha canciones en listas de reproducción. Nosotros hacemos álbumes y este cercano a uno conceptual con todo el miedo que da a la hora de hablar de ese tipo de álbum.

No entiendo por qué a los músicos os acojona tanto hablar de discos conceptuales.
Por la propia historia de la música. Hablar de un disco conceptual me suena a ¡cuidado!, porque son palabras muy importantes. Pero tampoco fue la intención de SED. Si hubiéramos hecho un disco con esa intención final, podría decirlo, pero no fue así. El proceso fue muy diferente, pero a la hora de definir el disco, las canciones se articularon así. Hicimos 30 canciones, un montón de canciones no acabadas. Y eso ya fue un cambio en nuestro propio método a la hora de producir. Normalmente nosotros hacíamos una canción, la maquetábamos y dos o seis meses después la volvíamos a grabar, intentando emular los sonidos de la maqueta. En SED, lo hemos hecho al revés. Cogimos la idea, la grabamos. Cuando nos planteamos si teníamos un disco entre las manos, cogimos esas canciones y vimos que tenían conexiones. La unidad del disco no era tanto la música como la temática. Puede ser un disco conceptual pero no fue concebido tal.