EMULSA: El negocio de la basura y la basura del negocio

Sobre lobbies de empresas de limpieza y su relación con empresas municipales

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Víctor Guillot
Víctor Guillot
Víctor Guillot es periodista y adjunto a la dirección de Nortes. Ha trabajado en La Nueva España, Asturias 24, El Pueblo de Albacete y migijon.

Higgs Bosson Blues es una pieza compuesta de versos / desechos firmada por Nick Cave por la que pasean Robert Johnson, Hanna Montana, Miles Cyrus o el propio Nick clamando su sermón veterotestamentario subido a un coche con destino a Ginebra. Es un blues que dura casi ocho minutos pero que podría ser eterno, al menos, todo lo eterno que puede llegar a ser Nick Cave. Si cito Higgs Bosson Blues es porque Agustín Fernández Mallo lo recupera en su monumental ensayo Teoría de la basura que sirve de excusa para hablar de EMULSA, los desechos y el negocio corrupto que desborda la superficie de la basura.

La basura, viene a decirnos el creador de Trilogía de la guerra, no deja de ser una reliquia “ad hoc” de nuestra historia. La derecha local (PP, Foro y Vox) esta deseando que EMULSA sea eso, una reliquia, un testimonio real del pasado de una izquierda que logró gobernar más de 20 años. A mi me gusta también pensar en la basura como la reliquia sobre la que otros se enriquecen. Desde que se ha conocido el saqueo de EMULSA, la sensación es que se ha tirado su prestigio como empresa municipal a la basura. Es lo más parecido a ver una Barbie comiéndose su propia piel.

Hay un momento -dice Agustín en Teoría de la basura– en que convertimos el residuo en material noble para realizar una obra de arte. Su libro es un elogio del residuo como metáfora, porque el residuo, aquello que ha quedado fuera del valor neto y magro de las cosas, es siempre una metáfora que nos permite dar un salto hacia otros lugares. Si la teoría de la cultura es una teoría de la basura, ¿por qué la economía y el lucro no iban a gozar de esa misma fuente? En los residuos físicos lo vemos cada día, reciclando las latas, los envases de plástico. Fernández Mallo se ocupa de los residuos simbólicos y nosotros de los residuos materiales, del rastro residual que deja el dinero.

El dinero es hoy otro residuo. Goza de más valor su naturaleza ficticia pero contable en las pantalla de un ordenador o un teléfono movil. Las metáforas nos devuelven realidades. Y empieza a ser conveniente saber qué hay debajo de conceptos como “economía circular”, “reciclaje”, “sostenibilidad”, todo ese lenguaje metafórico que remite a un falso eterno retorno. Y lo que hay son lobos. O mejor dicho, lobbies.

La situación de la Empresa Municipal de Limpieza (EMULSA) vive hoy una situación crítica, tras darse a conocer el esquilmado estado de sus fondos de reserva. La empresa que un día fue ejemplar en su gestión tiene hoy un agujero importante por el que se tratarán de depurar responsabilidades técnicas y políticas si se logra constituir en una comisión de investigación en el Ayuntamiento de Gijón. Todos los relojes se han detenido, pues, y es probable que quien maneje sus manecillas tenga también el poder de decidir desde dónde se debe contar el desfalco sufrido, desde cuando explotó la culpa, cuando se jodió el Perú. ¿Desde 2019? ¿Desde 2015? ¿Desde 2011?¿Desde 2005? El relojero ha dicho, por el momento, que desde 2011 hasta hoy se han gastado 16 millones de euros. Tasas mal aplicadas a espacios públicos o deportivos tarifados como residenciales, facturas que no fueron cobradas y un incremento de gastos debido a la pandemia, no parecen explicar del todo el expolio.

La auditoría contará más cosas. Las auditorías tienen el poder de definir en qué momento comenzó a gobernar la catástrofe. Será interesante conocer la gestión de los dos mandatos comprendidos entre 2011 y 2019 y ver qué influencia tuvieron los lobbies correspondientes en la “pésima gestión” que se desarrolló entre aquellos años. De momento, en los últimos días hemos vivido eso que el filósofo Javier Gomá ha llamado la corriente de pensamiento yonohesidista de los partidos. Todos los partidos políticos del gobierno y de la oposición han afirmado aquello que decían los niños cuando rompían un jarrón: yo no he sido.

Podemos mirar a la luna o podemos sospechar del dedo que apunta a la luna. Aquí van unos cuantos dedos: ATEGRUS, ANEPMA y ECOEMBES.

Camión EMULSA. Foto: Ayuntamiento de Gijón/Xixón.

Empecemos por ATEGRUS, la Asociación Técnica para la Gestión de Residuos y Medio Ambiente que concedió la Escoba de oro a El Musel y la de platino por su acción medioambiental a EMULSA en 2021. Como indica en su página web, ATEGRUS fue fundada en 1965 y es la única asociación española que abarca todos los sistemas de gestión de residuos, aseo urbano y medio ambiente que reúne a los municipios, empresas y técnicos del sector con el fin de compartir sus experiencias e intercambiar criterios. Como afirma en su presentación “en nuestra calidad de miembro de las organizaciones y asociaciones internacionales más relevantes ostentamos una posición privilegiada para dar la mejor respuesta a las necesidades de nuestros asociados en materia ambiental, de limpieza y de residuos”. Es curioso que esta asociación reconociera con su escoba de oro a El Musel y a la estrategia ambiental del puerto que, entonces, valoró positivamente por “estar enfocada a convertir este enclave en un puerto de referencia ambiental a nivel estatal y europeo, mejorando su competitividad en el sector, dotándolo de un valor añadido como es la gestión sostenible de sus residuos y el uso eficiente de sus recursos”. Se olvidaba entonces ATEGRUS que El Musel ha dilatado la contratación de mamparas que eviten el vertido de carbón al mar y también se olvidaba entonces del estado de la arena de la playa, debido a los vertidos, completamente ennegrecida por el carbón que descargaban los barcos.

En ATEGRUS están integrados ayuntamientos, diputaciones, cabildos, mancomunidades, universidades, centros tecnológicos y también están las principales empresas privadas del sector. Esas empresas son las que suministran vehículos de recogida de basuras, portacontenedores, barredoras, baldeadoras, multiservicios, puntos limpios, equipos y maquinaria, aseos públicos, papeleras o contenedores. Entre esas empresas está Ferrovial, Urbaser, FFC Ambiental, Ros Roca o Casli, por citar solo algunas cuyo volumen de negocio en la economía circular no deja de crecer y crecer.

La otra gran organización dedicada a la limpieza es la Asociación Nacional de Empresas Municipales de Medio Ambiente (ANEPMA), donde sólo participan empresas de capital íntegramente público, como lo es EMULSA. Esta semana tiene lugar, precisamente, la 30ª Edición de sus Jornadas Técnicas de Medio Ambiente. Como indican en su propia web, este año, las jornadas tendrán lugar en Carmona. Entre las actividades que se incluyen, además de la presentación de las experiencias en política y economía medioambiental de diferentes empresas municipales, se incluye la presentación de mobiliarios activos como camiones, barredoras de marcas de las empresas privadas Ros Roca o Volvo.

El tercer dedo es el que ha sido más cuestionado públicamente. ECOEMBES ejerce una presión como lobby sobre las administraciones publicas bastante estresante. Ecoembes es responsable de gestionar los fondos recaudados de las tasas que las empresas de envasado pagan para reciclar el plástico. Está controlado por la empresa Ecoembalajes España SA, que como se indicaba en un magnifíco reportaje publicado en El Salto, es “una poderosa red de empresas que comprende más de 12.000 compañías vinculadas a los plásticos. Las marcas de consumo más destacadas de Ecoembes son Bimbo, Pascual, Campofrío, Coca-Cola, Colgate, Danone, Henkel, L’Oreal, Nestlé y PepsiCo.  Entre sus miembros de envases de plástico están Tetra Pak Hispania, Ciclopast y Ecoacero.  Por último, sus miembros incluye a las grandes cadenas de supermercados, como Alcampo, Carrefour, DIA, El Corte Inglés, Mercadona y SPAR”. Pues bien, Ecoembes está acusada de retrasar el uso de embases retornables en la legislación de nuestro país.

En ANEPMA como en ATEGRUS, como en ECOEMBES, la conciencia medioambiental y la limpieza no están reñida con los negocios. Son negocio. Al caso concreto que nos ocupa, EMULSA, es más que probable que las próximas informaciones estén ligadas a nombres y a empresas que se financiaron del fondo de reserva de la Empresa Municipal. La clave son los activos mobiliarios, la clave son los lobbies y quienes se dejaron presionar por ellos para lucrarse.

En 2002, Salvatore Cuffaro, presidente de la Región de Sicilia, licitó cuatro incineradoras en la comarca de Palermo. “Los contratos ―cuenta Paul Connett en su libro Residuo Cero― fueron ganados por cuatro conglomerados energéticos: Pea Platini, Energía Ambiente, Tifeo y Sicilia Energía. Cuando los magistrados investigaron el plan, descubrieron una enorme maraña de intereses espurios que incluía una trama urdida entre políticos, la mafia, consultores y empresarios. Esta red de intrigas se extendía más allá de Sicilia, a lo largo de Italia y fuera de ella. Las cuatro incineradoras fueron bloqueadas en 2007 por el Tribunal Europeo de Justicia y en 2011 Cuffaro fue arrestado por complicidad con la mafia.

Históricamente hemos dado tres respuestas a nuestros problemas de residuos: quemarlos, enterrarlos o arrojarlos al mar. Desde hace un par de décadas, la gestión de la basura se ha convertido en la base de lo que hoy llamamos “economía circular”. Reciclamos, reducimos, reutilizamos. En el proceso ha surgido toda una industria lobista que parece haber interrumpido la línea cero de la gestión municipal de residuos en Gijón, línea que comenzó el 22 de agosto de 1978. Ese año nacía una empresa municipal para la prestación directa de los servicios de limpieza urbana y recogida domiciliaria de basuras. Había nacido EMULSA. 45 años después, peligra su existencia.

Hace unos años, cuando dirigía la Fundación Centro de Interpretación del Cine en Asturias, financiada por el Casino de Asturias, invité a Agustín a dar una conferencia. Mientras le enseñaba el Casino, pues Agustín había estado en Las Vegas y le interesaba mucho esta ciudad para uno de sus ensayos, le comentaba que la financiación del CICA procedía estrictamente del juego. Todas las películas, todos los cursos, todos los conciertos, todas las conferencias, incluida la suya y mi nómina, habían sido sufragadas a través de unas señoras y unos señores que, de manera compulsiva, decadente y enfermiza, insertaban sus monedas y billetes por la ranura de una máquina tragaperras instalada dos plantas mas abajo. Los programas, las exposiciones, los conciertos, todo lo que se organizaba en el CICA procedía de los bolsillos de aquellas mujeres y hombres, mayormente lumpen-proletariado y un innumerable volumen de chinos, muchos chinos, que se pasaban horas y horas bajo aquella luz cálida y cenital que los invitaba a jugar, tristes y solitarios, desde las doce del mediodía hasta la hora del cierre, en la madrugada. Mientras caminábamos, le sugerí a Agustín la terrible idea de que bajo lo bello o lo sublime, al otro lado de la pantalla donde posteriormente proyectaríamos una película, siempre se amontona un estercolero compuesto de toneladas de basura, un auténtico alud de mierda que tarde o temprano se acaba siempre por derrumbar. Algo así pensaba yo del Casino de Asturias. Y Mallo no pudo evitar el dibujo de una sonrisa maléfica antes de que comenzara su conferencia que, por cierto, versaba sobre la identidad a través de los cortos que había rodado David Lynch en los comienzos de su carrera. Una gran conferencia para unos cortos escatológicamente oníricos y viscerales.

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