“El sistema público debería creer más en la rehabilitación de las personas con problemas de salud mental”

Sara Fernández, socia fundadora de la cooperativa A Teyavana, hace balance de una década trabajando en un enfoque social de la salud mental.

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Diego Díaz Alonso
Diego Díaz Alonso
Historiador y activista social. Escribió en La Nueva España, Les Noticies, Diagonal y Atlántica XXII. Colabora en El Salto y dirige Nortes.

Sara Fernández (Oviedo/Uviéu, 1987) es el alma y la mente de la cooperativa A Teyavana, un centro de día dedicado a la reinserción de personas con problemas graves de salud mental. Fundada en 2013 por dos trabajadoras sociales, cuenta en la actualidad con nueve personas asalariadas y cuatro voluntarias, y se financia con subvenciones públicas y cuotas de socias y socios. Este sábado celebran su décimo aniversario en la Biblioteca del Fontán con unas jornadas en la que contarán con la participación de aliados y referentes en la lucha por la integración de las personas que sufren problemas de salud mental.

¿Cómo surge A Teyavana?

La impulsamos dos trabajadoras sociales. Estudiando la carrera descubrimos que había muy poca presencia del trabajo social en el mundo de la salud mental y que teníamos mucho que aportar. Desgraciadamente el trabajo social se ha convertido muchas veces en gestionar ayudas sociales, pero el trabajo social va de acompañar y rehabilitar, y en eso podemos hacer mucho por mejorar la vida de las personas con sufrimiento psicológico, sobre todo para aumentar su autonomía y su autoconfianza. También por apoyar a las familias en el proceso que viven.

¿Cómo es el día a día en A Teyavana?

Comenzamos haciendo actividades muy convencionales, las que aparecían en los manuales, pero a partir de cierto momento nos dimos cuenta de que estaban muy agotadas y dimos el giro hacia otro tipo de actividades más alternativas que nos parecieron más interesantes. Montamos un programa de radio, empezamos con un huerta… Fomentamos todo lo que tiene que ver con aprender a moverse por la ciudad, usar el transporte público, ser autónomo, poder llevar una vida independiente…

¿Se nota la evolución?

Sí. Hay personas que llegaron siendo muy dependientes y que ahora están en otra situación. Pienso por ejemplo en una usuaria con esquizofrenia que estaba llena de miedos e inseguridades y que ahora puede vivir en un piso compartido, gestionando sus nervios y con una autoestima que no tenía cuando llegó. Al final creo que más importante que lo que podamos decirles nosotras son las relaciones que se forman aquí. Los vínculos, la sensación de comunidad y de que estás en un espacio donde se te trata como un igual y no te estigmatizan. El grupo es lo más rehabilitador.

Sara Fernández. Foto: Alisa Guerrero

A nivel social sigue habiendo una imagen del “loco peligroso”

Con una medicación adecuada los casos de agresividad son muy pocos, y si los hay, porque la medicación está dando problemas, se dirigen más contra ellos mismos que contra otras personas. Es muy poco frecuente.

¿A Teyavana es algo temporal o para siempre?

Lo ideal sería que fuese un lugar del que poder irse, porque has ganado autonomía y puedes ir a otros recursos más abiertos que completen el proceso de integración, pero desgraciadamente no está siendo así. Faltan viviendas y apoyo a la búsqueda de empleo. No queremos ser un recurso de por vida.

“No queremos ser un recurso de por vida”

El debate sobre la salud mental ha entrado con fuerza, ¿se está traduciendo en mejoras en el sistema público?

Desde la pandemia se habla de salud mental, pero sobre todo de problemas como el estrés, la ansiedad o la depresión. Los problemas graves como esquizofrenia o trastorno bipolar siguen estando muy en segundo plano. A día de hoy se recurre sobre todo a la medicación y apenas hay trabajo social de acompañamiento. El sistema público debería destinar muchos más inversión a un modelo rehabilitador en salud mental, pero para eso debería creer más en la rehabilitación. También sería necesaria una mayor coordinación entre la Consejería de Sanidad y la de Bienestar. Que salud mental se haya integrado con el nuevo gobierno en la dirección general de salud pública es en todo caso un avance positivo.

Sara Fernández. Foto: Alisa Guerrero

¿Cómo viven el proceso las familias?

Con mucho desconocimiento y estigmatización. Las familias lo pasan muy mal, hay muchos divorcios y madres mayores tirando solas de sus hijos, con un miedo enorme al futuro, a qué será de ellos cuando no estén. Tratamos de enseñarles a conocer los trastornos, hacemos mucha escucha activa, pero también les apoyamos a que abandonen dinámicas muy proteccionistas que no fomentan la autonomía de sus familiares. También explicamos a las personas con problemas de salud mental que tienen que ser responsables con sus cuidadoras y sus problemas. Esto es muchas veces un revulsivo que hace que se impliquen más en trabajar por ser autónomas.

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