Hubo un tiempo en el que Asturies, León, Astorga, Zamora, Salamanca, Cáceres, Mérida y Sevilla estuvieron conectadas por ferrocarril. El tren de la Ruta de la Plata, referencia a la histórica calzada romana que unía noroeste y suroeste peninsular, se inició a finales del XIX, estuvo abierto en todo el trazado desde principios del XX, y cayó en desuso a finales de ese siglo.
La falta de inversión en la modernización de la red fue dejando al tren obsoleto y sin competitividad frente al transporte por carretera, fuertemente subvencionado por el Estado. En 1985 el Gobierno de Felipe González liquidaba la línea de pasajeros por su baja rentabilidad, si bien hasta 1992 sobrevivió la de mercancías. Sería justo en ese año, el de la apoteosis de la “modernización española”, la Expo del 92, las Olimpiadas de Barcelona y la inauguración del AVE Madrid-Sevilla cuando el oeste español se termina de quedar sin un tren que lo vertebre.

Después de 1995 parte de las vías fueron levantadas para crear sendas verdes ciclistas y peatonales. Otras siguen ahí, como testimonio de una liquidación ferroviaria que recuerda a la de países empobrecidos como la Nicaragua de Violeta Chamorro, que en 1994 desmanteló por completo su red de ferrocarril.
En el caso de España el cierre tren de la Ruta de la Plata se convirtió en todo un símbolo de la decadencia del ferrocarril convencional en favor del trasporte por carretera y las líneas de alta velocidad, pero también de más cosas. Un síntoma de la pérdida de importancia del oeste frente al este peninsular, así como de un sistema hipercentralista de comunicaciones que ha privilegiado las inversiones ferroviarias en Madrid sobre las de la España periférica.
Un movimiento social reivindica su reapertura
Badajoz, Cáceres, Salamanca y Zamora han sido las provincias más perjudicadas por el cierre. Las que más protestaron contra él y en las que el movimiento por su recuperación ha seguido más activo.
En 2017 los partidarios de reabrir la línea lograron la aprobación en el Congreso de los Diputados de un estudio. Un pequeño triunfo moral, que no se ha traducido por ahora en nada más.

En plena emergencia climática, y en un contexto marcado por la revalorización del tren como eje de una nueva movilidad sostenible, la conciencia del error histórico que supuso cerrar la línea ha crecido. También la demanda social por subsanarlo. Hoy el movimiento por la reapertura logra concitar apoyos transversales, a izquierda y derecha. Por parte de sindicatos y de empresarios, que consideran que el desmantelamiento del tren ha perjudicado el desarrollo económico del oeste.
Este sábado día 4 a las 12h se desarrollarán simultáneamente movilizaciones en las distintas ciudades afectadas por el trazado, desde Xixón a Sevilla y también en otras ciudades que se beneficiarían de ese eje ferroviario del oeste español, como Cádiz y Huelva.
La concentración asturiana será a las 11:30h en la estación de tren de Xixón, y está convocada por la plataforma Asturies pol Clima.