Mientras nos preparamos para iniciar la desescalada del confinamiento, va estando cada vez más claro que vamos a entrar en una severa recesión económica. La discusión ya no es si recesión sí, o recesión no, sino la profundidad de la misma, y si vamos a tener capacidad de evitar que se convierta en una Gran Depresión de dimensiones y consecuencias semejantes a la de los años 30 del Siglo XX.
El paciente está muy grave. El virus ha convertido el laissez-faire en algo al nivel de un tratamiento de la medicina medieval. Ingresar en la UCI siendo neoliberales y salir de ella keynesianos, o con los pies de la economía por delante: tal es el zeitgeist de las élites que desde los años 70 del pasado siglo tomaron todas y cada una de las medidas económicas, políticas y sociales que nos han traído directamente a este desastre.
El virus ha convertido el laissez-faire en algo al nivel de un tratamiento de la medicina medieval
Efectivamente eso que llaman normalidad y a la que algunos pretenden volver, ha tenido un papel protagonista en el desarrollo de los acontecimientos. Dumping fiscal, dumping social, desregulación laboral y financiera, deslocalización productiva, políticas business-friendly, desinversión pública, políticas antisindicales, homofobia, destrucción del medio ambiente, normativismo conservador, racismo, machismo, expolio del tercer mundo, imperialismo, xenofobia, guerra… la lista es larga. Aunque durante un tiempo se pongan la gorra roja de Make Keynes Great Again, los malos ya están preparando el menú del banquete. Y los de abajo no estamos invitados, pero nos van a pedir que paguemos el cubierto.
Pero quienes pensamos que otro mundo es posible y necesario somos legión y podemos hacerles frente. Solo tenemos que hacernos las preguntas críticas pertinentes: ¿Queremos volver a esa vieja normalidad? ¿Podemos permitirnos el lujo de volver a ella? ¿Se lo puede permitir el planeta? ¿Se lo puede permitir la gente corriente que cual Atlas colectivo carga el mundo a sus espaldas?
Si nuestra respuesta es no, ya sabemos lo que toca:
Instrúyanse, porque necesitaremos de toda nuestra inteligencia;
Conmuévanse, porque necesitaremos todo nuestro entusiasmo;
Organícense, porque necesitaremos de toda nuestra fuerza.