Cuentan las mujeres más mayores del lugar que hace muchos años Santolaya de Cabranes tenía un mercado. Desapareció, como tantas otras cosas en el mundo rural asturiano, no se sabe muy bien cuándo. Sin embargo, con la llegada de nuevos habitantes a este y otros concejos limítrofes, desde hace 7 años el segundo domingo de cada mes vuelve a ser día de mercado en Santaolaya de Cabranes. Cumpliendo la costumbre, la plaza del pueblo se llena de puestos de frutas y verduras, ropa, comida y productos artesanos. Hay actuaciones en directo, actividades infantiles y paellas. Con una actividad aparentemente tan sencilla, este pequeño pueblo, capital del concejo de Cabranes, se llena de gente los domingos de mercado. “El Ayuntamiento y el bar están encantados” señala Esther Nogal, una de las organizadores, que apunta que la llegada de gente joven a la zona en los últimos años ha revitalizado mucho el concejo y ha hecho que la escuela rural vuelva a tener niños y niñas. Para Nogal, ahora falta que la administración ponga las cosas más fáciles a una actividad esencial para redondear la precaria economía de muchos productores locales.

Inma, de Sietes, Villaviciosa, es una de las habituales de los domingos de mercado. Vende libros de segunda mano, ropa y algunos productos de la huerta. Para ella no es tanto una cuestión económica, como de “apoyo mutuo, solidaridad y punto de encuentro”. El pasado domingo sin embargo no se celebró el mercado. Fue la forma de visibilizar por parte de la organización cierto cansancio y agotamiento, y el problema de unos productores a los que cada vez se les hace más cuesta arriba cumplir con todos los requisitos legales de un mercado, que como otros de Asturies, se enfrenta a constantes trabas burocráticas por parte de una administración que no se lo pone nada fácil a estos espacios de economía informal.

Como el Mercáu Social de Nava, el Tenderete de Santolaya, lamenta la falta de estabilidad y las trabas burocráticas a una actividad que luego todo el mundo reconoce como positiva. “No nos pueden pedir con los pocos medios que tenemos, que además hagamos papeles administrativos que no son nuestra responsabilidad”, señala Esther, que reconoce que ella y la organización tiran a pesar de todo adelante, por los mensajes de ánimo que reciben, y por lo importante que saben que es para el concejo y los productores. “El Tenderete, y muchos de los puestos que lo sostienen, están en estado crítico, con la crisis económica y sanitaria absorbiendo los pocos recursos y fuerzas colectivas disponibles, y el acoso burocrático y legal al que está siendo sometido desde hace un año está acelerando el proceso de agotamiento” afirma la organización en un comunicado. El próximo mes volverá a haber mercado, pero la organización lanza un SOS. El Tenderete pide que se lo pongan un poco menos difícil para seguir llenando de vida Cabranes.
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