Llegó el verano, este extraño verano post pandemia. Y con él llegan las escapadas a la playa, la arena, el mar… De todo ello tenemos en Gijón. Pero algo más sucede y conviene ser conocedores de lo que no vemos, y con lo que sin embargo convivimos. Un verano más Gijón repite en el mapa de “banderas negras” de Ecologistas en Acción por los problemas medioambientales de sus playas y su litoral. ¿Por qué? Como en cualquier historia, empecemos desde un principio, al menos desde uno de los principios posibles. Corría el mes de marzo de 1994 y en el barrio de la Calzada, en Gijón, y como consecuencia de la decisión del gobierno municipal de entonces, de querer montar una macrodepuradora junto a la playa del Arbeyal, se conformó una Plataforma político/vecinal denominada “Plataforma pro-dos depuradoras”.

La reivindicación era muy sencilla, sus integrantes exigían al Ayuntamiento que cumpliese con el Plan de Saneamiento Integral de Gijón, firmado hace tres años escasos, en 1991, donde se decía con claridad la necesidad de que Gijón contase con dos depuradoras, una en cada cuenca natural que tiene la ciudad, la Oeste y la Este. Finalmente, la presión social tuvo su efecto y se dejó de hablar de la macrodepuradora del Oeste, pasando a ser una depuradora normal, incluso en una zona mejor que la que tenían en mente. Se inauguró en el año 2004. En la cuenca Este, desde ese año, en que debió empezar a pensarse en construir una depuradora a hoy, julio del 2020, han pasado algunas cosas, pero no las suficientes como para que unas 130.000 personas y todo tipo de actividades que nos podamos imaginar, dejen de verter su agua residual directamente al mar, exactamente a 2600 metros en línea recta a la playa de Peñarrubia y a 27 metros de profundidad, que es donde acaba el emisario submarino por el salen todos nuestros detritus. El asunto en esencia es sencillo, tenemos unos colectores que recogen todas las aguas residuales de la cuenca Este, esos colectores van directamente una planta por donde pasan por un colador gigante y van directamente al mar, sin depurar, como lleva pasando desde hace 80 años. Eso genera el primer problema y por el que la Unión Europea ha multado al Estado español con casi 11 millones de euros semestrales por incumplir una Normativa Comunitaria (91/271/CEE) que rige desde el año 2000 y que dice algo obvio: no puedes tirar al mar ni al río el agua sin depurar. Hace 20 años que nos advierten de que eso no puede ser, hasta que, hace justo ahora dos años, nos impusieron esa multa que pagamos entre todos.

El segundo problema es que para dar solución a este asunto y con nueve años de retraso, se empieza a construir una depuradora en unos terrenos que ya estaban reservados para ello desde al menos el año 1978, por no hablar de la antigua estación de bombeo que existía allí desde los años 40 del siglo pasado y que bombeaba las aguas residuales por un emisario terrestre a Peñarrubia. Pero debido a una inadecuada tramitación ambiental, los tribunales sentenciaron que la cosa se había hecho mal y desde 2016, que la depuradora está terminada, la Administración está a vueltas de pleitos judiciales. Es decir, depuradora ya hay, pero no puede funcionar y veremos a ver si lo hace en algún momento y, en el caso de que así sea, si funciona correctamente. A esto se le añade que esos mismos colectores que llevan el agua residual a la planta que los manda a Peñarrubia, cuando llueve, al recibir los aportes también del agua de lluvia y de numerosos arroyos, se llenan de agua y en consecuencia la evacuan para no estallar. Varios de esos puntos de alivio de los colectores están en la parte baja del río Piles, con lo de esta manera llegamos al tercer problema. El río Piles al arrastrar esa carga contaminante de numerosos alivios, unido a las propias deficiencias de un cauce que ha sido desnaturalizado en su parte final y que facilita la acumulación de elementos nocivos para la correcta oxigenación del agua, hace que una parte de la playa reciba los aportes contaminados de este cauce.

Adecuando los colectores de las aguas residuales para que solo reciban el agua residual, sin más aportes extras, terminando un pozo de tormentas para retener esta agua contaminada cuando llueva, poniendo a funcionar una depuradora para que el agua que salga por el Emisario de Peñarrubia cumpla los requisitos medioambientales y, sobre todo, asumiendo toda la clase política que las inversiones medioambientales y las inversiones que no se “ven” también son una parte esencial para un futuro mejor, solventaríamos los problemas. Y si esto no sucede, quizá haya que plantearse rememorar la década de los 90 y crear una plataforma, “Plataforma pro-aguas limpias”.