Toda la ciudad de Oviedo se ha despertado con una gran noticia: que el Arzobispado diseñe un proyecto de carácter cultural en el corazón de la ciudad es un motivo de alegría que muchos celebramos, así que hemos de dar la enhorabuena a todos los que han concebido y diseñado este proyecto.
Tal como se dice en la web del arzobispado: “La comunidad diocesana de Oviedo es depositaria de un ingente patrimonio histórico y artístico, que las parroquias de Asturias han creado y conservado como un preciado tesoro asociado a la fe cristiana. Es preciso darle, sin embargo, mayor visibilidad“
También se detallan los elementos que integran ese patrimonio, y se asegura en la misma web que: “la Iglesia aportará su multisecular y riquísimo acervo de templos, retablos, imágenes, cuadros, tapices, vidrieras, órganos, muebles, ornamentos, bordaduras, orfebrería, códices, documentos, fotografías, filmaciones, audios, léxico, composiciones musicales y poéticas, tradiciones, folklore, cerámica y gastronomía, por citar sólo algunos ejemplos”
Es digna de consideración esta relación de bienes y patrimonio que la iglesia está dispuesta a aportar, y no cabe duda del interés cultural, artístico e histórico de dicho conjunto, y de su beneficio para la ciudad y para la comunidad autónoma, así que debemos analizarlo detalladamente.
La apreciación del tamaño, evitando entrar en mediciones, cubicaciones y otras complicaciones técnicas, la podemos llevar a cabo comparando con otra imagen en la que se muestran las dependencias eclesiásticas vecinas, como son, el Palacio Arzobispal, el conjunto del Claustro de la Catedral, Sala Capitular y Archivo, y la Casa Sacerdotal, que se muestran en la siguiente imagen:
Una vez establecida la comparación entre estos espacios, deberíamos plantearnos si los tres conjuntos, Palacio Arzobispal, Claustro-Sala Capitular-Archivo, y Casa Sacerdotal, están bien aprovechados en su uso, y en caso contrario, debería valorarse si es necesaria una construcción nueva, o si sería mejor aprovechar lo ya construido. En una primera aproximación, el enorme volumen de la Casa Sacerdotal, con hasta ocho alturas, unido a la escasez de vocaciones, hace pensar que debe haber espacios disponibles, por lo que cabría pensar en su validez para este uso, debidamente acondicionado, por supuesto, lo que podría dar acceso a la muralla medieval de la ciudad, sobre la que este edificio se asienta. Bien es cierto que no pertenece al patrimonio eclesiástico, aunque la situación del edificio hace que lo sea de facto, con algunos elementos edificados sobre ella.
Tenemos así tres edificaciones posibles para esta interesante dotación cultural, con la ventaja de que los edificios tienen un altísimo valor artístico y patrimonial y están situados muy cerca de la ubicación propuesta. No se conoce el volumen del edificio proyectado, pero considerando el tamaño de la parcela, no parece que sea mucho mayor que el edificio que en su día sirvió para los ensayos de la Escolanía de San Salvador.
La valoración de los edificios ya construidos se alinea con el ánimo de evitar nuevas edificaciones en un entorno en el que escasean los espacios abiertos, así como la reclamación de algunas asociaciones que se esfuerzan en dotar al “Antiguo” de plazas abiertas para la vida social y acabar con el llamado “martillo de Santa Ana”. Tanto la Casa Sacerdotal como las ampliaciones de museos civiles como el Arqueológico y el de Bellas Artes, han dado lugar a una ocupación excesiva del espacio, contraria a la valorización de algunos elementos del patrimonio eclesiástico, como es el ábside de la catedral y los elementos arquitectónicos adosados, incluyendo el claustro de San Vicente.
Concentración vecinal frente al Martillo de Santa Ana.
Concentración vecinal frente al martillo de Santa Ana.
La propia web del Museo Arqueológico recoge, referido al monasterio de San Vicente fundado en el año 761:
“De esta primitiva construcción apenas nos ha llegado algún resto, así como del edificio de estilo románico, de finales siglo XI o primera mitad del siglo XII, del que sólo conocemos algunos restos localizados durante diversas obras de restauración”.
Resulta sorprendente que, con el pretexto de ampliar el museo se haya construido un edificio de gran volumetría que impide la visión de estos destacados elementos y se asienta sobre los restos de edificios de finales siglo XI o primera mitad del siglo XII. No se entiende si esta ampliación la decidieron los arqueólogos o los “arqueófagos”. Recordando el texto del arzobispado, estas actuaciones van en contra del objetivo de “darle mayor visibilidad”.
Además de los conjuntos mencionados, deberíamos considerar también otras edificaciones que parecen poco aprovechadas, como son el convento de las Pelayas y la sede de la facultad de Psicología, a las que se podría aplicar el mismo análisis sobre el uso de sus espacios y valorar su patrimonio arquitectónico y patrimonial como ubicación adecuada para el proyecto cultural, y ello sin entrar a valorar, menos aún discutir, los usos actuales de estos edificios.
Otra cuestión a valorar es el conjunto de elementos que se propone exponer, entre los que se citan: templos, retablos, imágenes, cuadros, tapices, vidrieras, órganos, muebles, ornamentos, bordaduras, orfebrería, códices, documentos, fotografías, filmaciones, audios, léxico, composiciones musicales y poéticas, tradiciones, folklore, cerámica y gastronomía, por citar sólo algunos ejemplos. Pretender exponer templos, retablos, vidrieras, y órganos puede parecer demasiado ambicioso, por la dificultad de su movilización, mientras que los documentos, fotografías, filmaciones, audios, léxico, composiciones musicales y poéticas, tradiciones, folklore, cerámica y gastronomía, más parece que se hayan recogido para rellenar el listado, como haría un recién licenciado que se ve en el apuro de redactar su currículum. Sería aconsejable un poco de rigor en esta lista, además de un poco de humildad y sencillez, y si bien el patrimonio existe, la exposición de léxico, folklore y gastronomía, por citar algunos, demandan un medio diferente de un museo.
Propuesta de la asociación vecinal “Oviedo Redondo” para el Martillo de Santa Ana.
Las edificaciones que se han venido construyendo en la zona antigua de Oviedo han dado lugar a la falta de espacios públicos y a una dificultad cada vez mayor para poder disfrutar del rico patrimonio existente, y tanto las ampliaciones de edificios civiles (museo arqueológico, museo de bellas artes, conservatorio de música) como la Casa Sacerdotal, han retirado del disfrute público elementos patrimoniales de gran valor, tanto eclesiásticos como civiles. También otros espacios que deberían haberse dedicado a dotaciones para la ciudadanía han caído en manos de la especulación urbanística, como fue la parcela del Vasco, con el aparcamiento y los edificios construidos en la antigua estación y en la zona de vías y talleres del barrio de Santo Domingo, y más recientemente con la construcción de un centro comercial y más viviendas en el poco espacio que quedaba disponible. Si alguien pretende encontrar el cinturón verde de Oviedo, será mejor que busque tonos más parecidos al gris hormigón y el negro asfalto.
En línea con los requerimientos de humildad y sencillez que se promulgan desde el Vaticano, y haciendo honor al lema del papa, miserando atque eligendo, y con el ánimo del pontífice de incluir cada vez a más gente, culturas y creencias en su llamada, los responsables de la archidiócesis de Oviedo deberían reconsiderar su planteamiento, y tratar de convencer a los asturianos todos, y a los ovetenses en concreto, de que su intención es la de ofrecer su patrimonio para el enriquecimiento cultural de todos ellos y de cuantos nos visiten, y evitar que se pueda ver siquiera un ápice de especulación urbanística y ostentación edificatoria en su propuesta, y menos aún de pretensión, lujo y derroche. No están los tiempos para esto, ni siquiera los de la intemporal institución eclesiástica.