En un escenario marcado por el retroceso del sindicalismo, aunque con excepciones significativas como el conflicto en Tubacex o las sentencias y leyes favorables a los riders, las kellys de Cataluña, uno de los colectivos más representativos del nuevo sindicalismo han lanzado la campaña de crowdfunding Yo reservo con Las Kellys. En sus propias palabras, esta campaña busca “inaugurar la nueva era del turismo basado en el respeto, la belleza y el bienestar”.
Movilización de kellys catalanas
El objetivo del proyecto para el que están buscando financiación es la creación de una suerte de booking justo, una central de reservas en la que los viajeros y viajeras puedan hacer directamente sus reservas online a través de una web en la que solo se ofertarán hoteles que tenga el “sello kelly”. La garantía para obtenerlo será cumplir el convenio colectivo, la ley de riesgos laborales y la igualdad salarial entre hombres y mujeres. Las trabajadoras hoteleras llevan desde 2016 organizándose contra el deterioro de sus condiciones laborales y de salud a causa de la externalización de los servicios de limpieza de los hoteles y la generalización de la práctica del trabajo a desatajo, cobrando a veces tan solo euro y medio por habitación limpiada. Una de sus principales reivindicaciones ha sido el reconocimiento de las enfermedades laborales causadas por un trabajo físico y repetitivo como el de limpiar y hacer camas. El proyecto, que generará nuevos empleos en la gestión de las reservas, necesita entre 60.000 euros y 90.000 euros de los que ya han recaudado más de 15.000.
“Llevan desde 2016 organizándose contra el deterioro de sus condiciones laborales y de salud”
Los sindicatos actuales actúan normalmente de manera reactiva ante EREs, ERTEs, recortes laborales… y dónde la explotación es aún mayor usualmente la salida suele ser algún tipo de emprendizaje social en forma de cooperativas. Las camareras de hotel, las kellys, las que limpian, han lanzado en cambio una campaña ofensiva y no basada en el cooperativismo, recuperando lo que tradicionalmente se conocía como label sindical.
El label es lo opuesto a un boicot. Consiste en marcar los productos o servicios que los sindicatos del sector consideran que se han producido con condiciones laborales dignas. De este modo, el empresario recibía un sello sindical, que aseguraba que las condiciones de su producción estaban pactadas con los trabajadores en lo que hoy llamaríamos un convenio laboral. Nacido a finales del siglo XIX en los EEUU para distinguir las empresas que aplicaban la jornada laboral de ocho horas y reconocían la autoorganización obrera, fue una técnica de lucha muy empleada por los sindicatos norteamericanos a principios del siglo XX, pero que también llegó a Europa importada por el sindicalismo revolucionario francés o la CNT. En los años 80 vivió algunos intentos de resurreción en España. El sello trata de generar una complicidad entre trabajadores y clientes. A través del label, el consumidor obrero, o identificado con los obreros, podía comprar aquellos productos con label y boicotear aquellos otros que carecían del sello.
Vania Arana, portavoz de las kellys de Barcelona.
“Vamos a demostrar que respetando los derechos humanos y laborales podremos generar riqueza tanto humana como social” ha señalado Vania Arana, portavoz del movimiento de las kellys catalanas, un colectivo nacido en 2016 como asociación, y que desde 2018 está legalizada como sindicato. Para Arana el proyecto del label kelly “es ambicioso pero no imposible y estamos seguras que con la ayuda de toda la sociedad lo vamos a lograr”: “El futuro es simplemente kelly”.
Le veo varios problemas. El primero es que se parece demasiado al fair trade, cosa que tiene algunas virtudes, pero desde luego no está demostrando capacidad de transformación significativa. El segundo es que a día de hoy, no hay hotel que tenga kellys contratadas y que esté cumpliendo a la vez con el convenio del sector para todas sus trabajadoras, pues las kellys son por definición subcontratadas, con todo lo que ello implica.
El tercero es que en la presentación del proyecto, que podéis visitar en https://www.goteo.org/project/las-kellys se hace una justificación del proyecto basándose poco menos que en la imposibilidad de la lucha por otras vías: TEXTUAL “Hasta la fecha hemos venido defendiendo a las trabajadoras a través de movilizaciones sociales, procedimientos judiciales e iniciativas legislativas, pero hemos advertido lo siguiente:
1.- Que las trabajadoras tienen miedo a organizarse porque relacionan “sindicación” con “represión” y “pérdida sobrevenida del empleo”.
2.- Que los procedimientos judiciales son insufribles y peligrosos para la salud y la economía de las trabajadoras reclamantes por diversos motivos, entre los que, principalmente, se encuentran: el coste y la duración del conflicto con la correspondiente secuela emocional, la campaña continuada de hostigamiento o chantaje por parte del Hotelero demandado durante la judicialización de la causa, que requiere por parte de las trabajadoras reclamantes de una resistencia sobrehumana para llegar hasta el final en el cumplimiento de los objetivos.
3.- Que la sobrecarga de los juzgados y tribunales españoles genera injusticia. No es posible que las trabajadoras tengan que perseguir entre 2 y 5 años a un empresario explotador para obtener una mínima restauración de derechos que deberían respetarse desde el minuto uno.
4.- La parálisis de iniciativas legislativas promovidas por el Sindicato a nivel local, autonómico, estatal y europeo: Ley Kelly, Sello de Calidad, Directiva Kelly.
Todos esos factores adversos nos han iluminado para dar con un mecanismo efectivo que proteja y cuide a los/as trabajadores/es desde el minuto 0, sin necesidad de conflictividad judicial ni sindical”
Esta explicación, aunque puede cambiar y ser solo coyuntural, no invita a la lucha directa, al enfrentamiento, al chantaje de parar la producción que son las herramientas sindicales que han funcionado hasta el día de hoy. Que el sindicalismo esté domesticado y que los sellos de garantía existentes (convenios sectoriales y de empresa, en definitiva) sean malos o inaplicables a la mayoría de la gente que trabaja es causa del entreguismo sindical y de la desmovilización obrera. Explicar a la gente que eso es soslayable por la vía del comercio justo, es bastante deseducador. La lucha educa, eduquemos pues en la misma. No fuera de ella.