Una tonelada de tierra, 3,9 gramos de oro

La mina de oro de Salave vuelve a remover a una comarca que ha convocado para el domingo 24 de octubre una caminata explicativa por las lagunas de Silva y una charla en el auditorio de la Casa de Cultura tapiega

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Elena Plaza
Elena Plaza
Periodista, formadora en género, contadora de historias y enredada entre ruralidades. En mi haber cuento experiencias maravillosas como Atlántica XXII o Rural Experimenta.

Charlie Patillas, de Oro No, tira de Plutarco cuando afirma que “la bebida apaga la sed, la comida satisface el hambre, pero el oro no apaga jamás la avaricia.

El concejo de Tapia de Casariego y la comarca a la que pertenece se levantan por tercera vez en este siglo contra la mina de oro en la zona de las lagunas de Silva, en Salave. Es la segunda que sus habitantes también se enfrentan entre sí. Aquellos que apoyan la mina argumentan los puestos de trabajo y la revitalización de una zona muy condicionada por la estacionalidad del turismo. Los que muestran su rechazo hablan de impacto ambiental, territorial, social; la destrucción de patrimonio cultural y natural; de políticas extractivistas que vienen dictadas desde tierras tan lejanas como Canadá para condicionar la soberanía local.

Por donde quiera que una se mueva por la comarca, sobre todo en el concejo afectado, cuelgan carteles negros con la leyenda Oro No. Algunos tienen ya unos veinte años y siguen ondeando en una especie de día de la marmota interminable.

La plataforma para la Reindustrialización del Occidente de Asturias que preside Magdalena Gómez Marente defiende el derecho a poder trabajar y vivir en esta comarca de una manera digna porque, afirma, “hay quien solo trabaja los tres meses de turismo. No podemos depender de este sector y buscamos tejer redes para poder confluir. Y la mina nos ofrece puestos de trabajo directo, más los indirectos. No queremos que el entorno cambie ni se deteriore, y si viene como tiene que venir, no tiene porqué haber problemas. Además esto es España, no Sudáfrica, y está la UE y el Ministerio con normativas más exigentes. La mina conseguirá afianzar aquí a la gente”.

Dice que los 16 años de actividad extractiva que promete la empresa ofrecen una minería de oro sostenible con el entorno (“somos la gente del pueblo la que tenemos que ser exigente con esto”) y afirma que los lagos de Silva no van a sufrir impacto ninguno “y ahora no son más que un socavón con apenas agua”.

“El oro se comercializa muy bien, pero a mí lo que me interesa es que la economía comarcal mejore”, afirma categórica.

El GR9, senda costera, que pasa por las inmediaciones de las lagunas de Salave. Fotos David Aguilar Sánchez.

Por su parte, los integrantes de Oro No no lo ven tan claro, en parte porque el proyecto oculta o no ofrece toda la información que la normativa minera exige en una iniciativa de este calado. Para empezar, e independientemente a lo que entraña una explotación minera, no les salen las cuentas cuando suman los supuestos de trabajo que la empresa ofrece, algo que ya pasó con AsturGold en 2013. No les cuadra que si hablaban de 135 habiendo planta de tratamiento, y estimaban la mitad sin ella, con la propuesta de Exploraciones Mineras del Cantábrico (EMC), actual concesionaria hasta 2048 del subsuelo, que no la contempla, puede alcanzar los 159. “Es una falacia que además no se corresponde con la realidad porque no son trabajos simultáneos”, explica Evaristo Álvarez, geólogo y vecino de Mántaras. Las posturas contrarias a la mina desconfían de esta oferta laboral, y hablan de bajas cuotas de trabajadores locales, aunque Gómez Marente afirma que “en la zona hay gente con muy buenas titulaciones”, y que además reflotaría los comercios locales.

La otra versión es que todos los puestos de trabajo del sector primario que se perderían como consecuencia de una actividad extractiva tan agresiva y contaminante como la minería del oro, amén del turismo: “¿quién querría venir a Tapia viendo lo que se van a encontrar?”, afirman desde Oro No. Peligran también trabajos como el de percebeiro de Alejandro Menéndez o el gandeiro Jesús Méndez, cuya explotación está en Brul (Castropol), zona que también se vería afectada. “Me acabo de pasar a la producción de leche ecológica para alimentos infantiles, ¿qué pasaría entonces con todos los controles? Yo tengo pozos en mis fincas, ¿quién me asegura que el agua no se va a ver contaminada? O por los polvos”, nos pregunta.

La empresa se escuda en que, al no haber planta de tratamiento en este caso, no habrá contaminación por cianuro. Pero lo que no queda claro es qué otros metales pesados van a utilizar en la tercera fase de la explotación, la de la decantación para conseguir, a través de un proceso físico-químico, los sulfuros metálicos en los que, en realidad, se concentraría el oro. Volvemos entonces a la explicación técnica que nos ofrecen tanto Evaristo Álvarez como Nacho Martínez, ingeniero técnico de minas, ambos con amplia experiencia como activistas, amén de la profesional.

En versión resumida, tras ser extraído, el material es triturado y molido hasta reducirlo al tamaño deseado. Luego por flotación se separan los sulfuros metálicos (que, con ese tratamiento que les adhiere burbujas, son los que flotan). Así se aligera 12 veces el material que saldrá en los camiones. 11 de cada 12 partes del material extraído queda: son los estériles de flotación. Se calcula que en Salave hay 3,9 gramos de oro por cada tonelada de roca.

Con una parte de esos estériles rellenarían el vacío de la mina, con el resto, 1.660.000 metros cúbicos que se convertirán en una montaña de un kilómetro, por medio kilómetro y cinco metros de altura, según refiere el geólogo.

El proyecto cuenta con un emisario por el que se verterían aguas a 800 metros de costa, que en realidad son 450 desde el Cabo del Castello y que, como apunta Evaristo Álvarez, es una Zona de Especial Protección. Los emisarios sueltan a mar abierto, el último basurero, aguas como las de las Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR), que en principio son aguas orgánicas pero… Este emisario verterá “aguas limpias” al decir de la empresa, unos 40 litros por segundo las 24 horas del día de los 15 años que estaría en uso. Son muchos metros cúbicos.

Alejandro Menéndez y Charlie Patillas, de Oro No. Fotos David Aguilar Sánchez

“Anda que no hay emisarios en la zona y no ha habido ningún problema. Y se usan para lo mismo. Además hay controles ajenos a la empresa. Están, por ejemplo, los emisarios de ENCE y de Reny Picot”, defiende Gómez desde la plataforma para la Reindustrialización. Un argumento que Martínez dice “que no se sostiene. El tema es qué es lo que vierten cada uno de estos emisarios. El de ENCE rompió varias veces y ocasionó muchos problemas, y los sigue ocasionando. Yo ya vi el Navia blanco por los vertidos del emisario. Son componentes orgánicos que degradan la biodiversidad de la zona”. De manera muy gráfica explica Martínez que la función de los emisarios es “repartir la mierda lo suficientemente lejos. En unos casos es biológica, pero en la minería del oro es química. El EDAR de Maqua diluye para que no repercuta en las aguas de la costa. Contamina pero suave, digamos, y pueden entrar las lubinas a ver qué pescan, igual que hacen las truchas en los ríos. En Salave hablamos de cosas desconocidas en cantidades desconocidas. Los reactivos que se emplean son hechos a propósito de las necesidades específicas del momento, de las concentraciones… y eso es lo que sale por el emisario, nada que ver con los otros”.

“Dicen que limpias porque, aunque ricas en arsénico, antimonio, cadmio, selenio, cobre o plomo entre otros, se diluirían supuestamente entre 47 y 1.400 veces quedando, según las discutibles modelizaciones del informe, por debajo del porcentaje límite consentido por la Norma de Calidad Ambiental (NCA). Cumplirían así en términos relativos, pero ese consentido porcentaje de veneno en 40 litros por segundo multiplicado por todos los segundos a transcurrir en quince años deviene en un disparate en términos absolutos”, señala Álvarez.

Además el propio proceso extractivo liberaría el arsénico que existe en la roca y que pasaría a acuíferos al ser ésta porosa. Y si nadie le pone puertas al campo, al agua va a ser más difícil. “Añadamos al peligroso cóctel que el cumplimiento de la NCA lo habría de garantizar el plan de vigilancia ambiental de la empresa promotora (el zorro cuidando las gallinas). ¿Puede la Administración regional controlar la calidad del agua del modesto y superficial Cauxa en Boinás? Pues imaginemos lo que pasaría con las aguas marinas”, pregunta el geólogo.

Unas aguas que son el medio, por ejemplo, para que el pulpo del Occidente haya sido el primero del mundo en lograr la ecoetiqueta MSC por su pesca sostenible, que distingue la calidad de la pesca artesanal y sostenible de las cofradías de Puerto de Vega, Ortiguera, Viavélez y Tapia. La  corriente marina hacia el Este implicaría una afectación directa a cofradías como la mencionada de Puerto de Vega, en la que su patrón ya se manifestó en la anterior ocasión denunciando que el proyecto golpearía a unas sesenta familias que viven de la pesca. O del percebe, como hace Alejandro con un crustáceo que vive de filtrar el agua. “Y las corrientes corren todo el Cantábrico. Además, están bajando las cuotas porque baja la pesca por sobreexplotación y nos dan ayudas para no salir tanto a la mar…”, añade.

En 2013 el proyecto de AsturGold fue desestimado por el impacto ambiental. Consiguió tumbarlo la Confederación Hidrográfica. En el actual proyecto, entre las más de 5.500 páginas, se incluye un informe de la consultora Tecnoambiente, a la que le encargaron específicamente el estudio del emisario submarino, que asegura que “no es compatible con los objetivos ambientales”, según comenta Nacho Martínez, tras el exhaustivo estudio del documento para presentar alegaciones durante el período que acaba de concluir. “Y lo peor es que este proyecto viene avalado por la Universidad de Oviedo, así, en genérico, con documentos anónimos y sin firmas”, apunta.

Magdalena Gómez afirma que se ha leído algunas partes del proyecto y que ha consultado expertos, “incluso ajenos a la empresa”, matiza. Habla de desestacionalizar y afirma que “queremos que sea como Marbella y haya vida todo el año”, que la ganadería, agricultura y pesca son “perfectamente compatibles con la mina de oro, que es sostenible. Mira, hace 30 años ya decían lo mismo de ENCE y sigue funcionando todo, no se perdió el sector primario. La empresa tiene la intención de perfeccionarlo todo para ir a mayores”. Por eso considera que cuantas más personas presenten alegaciones, más beneficioso será para la mejora del proyecto presentado por EMC.

Jesús Méndez, gandeiro de Brul (Castropolo), resultaría afectado por la escombrera de estériles. Fotos David Aguilar Sánchez.

Los oponentes a la mina destacan que la empresa ha aprendido de los anteriores errores, aún así “esto no es serio ni puede ser admitido por el Gobierno del Principado. No tiene por dónde lo coger: juegan a la sobreinformación, a la desinformación, pero no explican lo que piensan hacer. Hay mucho estudio minero pero no se sabe de la viabilidad de la explotación y esto es lo que hay que poner encima de la mesa: qué se va a hacer con el mineral, dónde será su tratamiento, cómo se va a transportar, no se define el pretratamiento, que es lo que sí se hará en Tapia. Hay muchos documentos anónimos, no firmados, se oculta información, no incluye el estudio de factibilidad en la exposición al público, aunque se le menciona en el índice. Es un suma y sigue. La cuestión fundamental es que no debería pasar la primera criba sectorial, ya no la ambiental”, desgrana Martínez.

El arado romano

El oro de Salave viene de largo, de unos 2.000 años, de cuando el oro de los astures era explotado por los romanos (en realidad lo explotaban los astures para los romanos, a mayor gloria de su Imperio). Toda una fastera que afloraba desde la costa occidental hasta el interior: ahí están los vestigios de los ruina montium en el concejo de Ayande y Las Médulas en la provincia de León, declaradas Patrimonio de la Humanidad.

La historia geológica habla de masas de magma que originan la granodiorita, que es la roca que alberga el oro. Éste se forma posteriormente debido a que las fracturas por las que siguió ascendiendo el magma facilitaron la circulación de fluidos calientes que alteraron la granodiorita y originaron la mineralización del oro y otros metales (arsénico, molibdeno, antimonio, cobre…). Ésta es la explicación más técnica, grosso modo. La roca en la que se encuentra el oro es más porosa, frente a la de la zona central de Asturies, que acoge las vetas de carbón, una de las cosas que diferencia a ambas minerías.

Desde 1825, año en que se promulga la primera ley de minería, la zona de Salave ha sido objeto de deseo para la explotación no sólo de oro, sino de otros metales. Las tres últimas concesionarias han sido Río Narcea Gold Mines entre 2003 y 2006, AsturGold desde 2010 y en la actualidad EMC, filial de Black Dragon. El proyecto saldría al mercado cuando los conseguidores de Black Dragon tuvieran la autorización legal y entonces una multinacional aurífera impondría su ley. “La minería del oro es la más peligrosa y contaminante y no existe en el mundo ningún ejemplo de aurífera sostenible. Esto lo saben en Black Dragon, cuya web solo muestra dudosos ejemplos de minería de carbón que ellos consideran minería sostenible, ningún ejemplo de minería de oro”, señala Álvarez. Para Gómez es mucho más contaminante la ganadería.

Nacho Martínez llama la atención sobre un aspecto, y es que “el oro no es suyo, es de todos. Hay una ley que reconoce que lo que hay por debajo del arado romano, el aprovechamiento del subsuelo, se puede extraer para beneficio de los promotores y de la sociedad. Por eso hay que demostrar qué se quiere hacer con ello. Una iniciativa de este tipo tiene que encajar en la normativa minera, ambiental y territorial, y cumplir con toda la burocracia. Si quiero abrir una mina tengo que demostrar que soy un tipo preparado y la empresa es solvente. Este proyecto no cumple con eso porque, para empezar, no sé cuál es el estudio de factibilidad y además está contraviniendo la normativa de participación pública que garantiza el derecho al acceso a la información de la sociedad. O me explican qué van a hacer con el oro, porque yo no tengo que presuponer nada fiable y válido”.

Desde el movimiento contrario vuelven la mirada hacia una Ley de Minas de 1973, “pre y anticonstitucional, que no casa con normas posteriores de superior jerarquía”. Una ley que, además, estaba inscrita en un marco muy concreto de crisis energética, “y ahora pretenden engañarnos y robarnos”, señala el ingeniero técnico de minas. Tanto él como Evaristo Álvarez traen al recuerdo la irresponsabilidad de las multinacionales mineras, “deberíamos tomar nota de Boliden, que aún no pagó por el desastre de Aznalcóllar”.

“Cierto que el proyecto pule algunas torpezas de los precedentes. Pero en esencia es más de lo mismo ya a lo largo de más de cinco mil páginas da múltiples pruebas de idéntica contumacia extractivista”, así resume Evaristo Álvarez el caso.

Una de las lagunas de Silva. Foto: David Aguilar Sánchez

Los romanos de entonces son los canadienses de ahora. Las políticas extractivistas son un elemento característico de ciertas economías, como recoge el libro El oro de Salave editado en medio de todo el maremágnum de 2013. “Se trata de un modo de extracción de enormes cantidades de materia, por la ecotoxicidad de dicha extracción (en el caso del oro es unas diez mil veces mayor que la del cobre, que es el doble de la del hierro) y porque el destino del producto final es convertirse en materia prima para su exportación y procesado en otro lugar del mundo”. El turismo de masas, además de los hidrocarburos, también encaja en este perfil: ocupación masiva de los territorios, impactos ecológicos graves y escasa o nula articulación con las economías locales. “Se trata, por tanto, de economías de enclave, de islas organizadas para la apropiación masiva de recursos naturales sin atender a las consecuencias sociales y ecológicas de la actividad”.

“Las empresas junior”, explica Nacho Martínez, “vienen a hacer relaciones con la comunidad, un rollo muy inglés, donde subvencionan al equipo de fútbol, le ponen un local a no sé qué asociación, da la información que les parece y les cuentan que contratarán a locales, que serán a los que hagan más ruido en la asociación que la empresa ayude a montar”.

Y preguntan si realmente hace falta extraer más oro, que es un valor refugio para momentos de crisis. Si no hay ya suficiente con lo que hay almacenado en bancos mundiales, reservas federales… y que, además, es un metal que es todo un ejemplo por su capacidad de reciclaje. “Hay oro ya extraído suficiente para cumplir los requisitos ad infinitum. Y esto lo dice el Panel Internacional de Recursos de la ONU”, señala Charlie Patillas. El oro cotiza al alza. ¿Y qué pasa cuando esa cotización baje? El proyecto no lo explica, denuncian.

Tapia y las dimensiones del proyecto

Es importante hacerse una idea de las dimensiones del proyecto en cuestión, como señala Evaristo Álvarez: “El viajero que, procedente del centro de Asturias, quisiera llegar a Tapia se encontraría con un panorama desolador: desde el paso superior antes de la salida de la autopista (donde está el kartódromo), hasta casi kilómetro y medio después de la desviación, estaría flanqueado por instalaciones industriales, balsas de almacenamiento de lodos de más de 10.000 metros cuadrados y 6 metros de profundidad, montañas de estériles y no dejaría de cruzarse con camiones cargados del sulfuro metálico. Es más que probable que al viajero se le quitaran las ganas de detenerse, de darse un chapuzón en las playas de Tapia, o de cenar un pescado de la zona”.

“¿Cómo se habla de fijar población en estas condiciones?”, pregunta Alejandro Menéndez. “Hay gente que decide venir aquí y emprender. También han metido dinero desde diferentes organismos para apoyar el emprendimiento” añade. Y mientras siguen insistiendo con un proyecto de este calado que, en palabras de Álvarez, “pretende modificar el Plan General de Ordenación de Tapia y los usos de 280 fincas que compraría o expropiaría basándose en la ley de Minas de 1973. Tal ensañamiento con el territorio, tanto veneno vertido al mar, tantos vecinos expropiados o afectados por ruidos y suciedad, tantos camiones, tantos puestos de trabajo en peligro para conseguir y llevarse un botín de 32.000 kilos de oro que cabrían en un arcón congelador de poco más de metro y medio cúbico. ¿Es eso razonable? ¡Maldita sed de oro!”, clama.

La extracción del oro supone remover enormes cantidades de materia para obtener unos gramos de oro, esa relación de una tonelada de roca por 3,9 gramos de oro en el caso tapiego. “Como el desarrollo tecnológico ha permitido extraer oro de forma rentable de yacimientos con menor concentración del mineral, esta proporción entre el producto final y la cantidad de materia movilizada ha ido creciendo cada vez más”, recoge El oro de Salave.

“Las promesas de prosperidad con las que las mineras trata de legitimar sus actuaciones y cooptar y enfrentar a las comunidades contrastan con las evidencias de territorios no sólo devastados desde el punto de vista ecológico, sino también social. Las minas de oro, lejos de mejorar los niveles de vida comunitarios, suelen traer aparejada la expoliación de la propiedad y el incremento de los niveles de pobreza. Pero, sobre todo, la minería del oro significa la implantación de modos de vida impuestos desde fuera y la radical pérdida de autonomía de las comunidades, cuyo futuro pasa a cotizar en bolsa”.

Y sigue: “El hecho de que un proyecto económico de una multinacional canadiense esté transformando las relaciones y las formas de vida en el territorio debiera llevarnos a reflexionar sobre nuestra capacidad para tomar decisiones en cuestiones clave que nos atañen en lo más cotidiano”. Para concluir que “necesitamos tomar decisiones sobre qué se hace en nuestros territorios, qué se produce, para quién, cómo se reparte… Los intereses de las multinacionales no pueden estar por encima de las personas (y del medio en que vivimos): El oro no puede estar por encima de la vida”.

“Y al final, acabaremos librando por alegar que aquí anida el chorlitejo y que tenemos una rana autóctona”, comenta Charlie, que se define como un enamorado de la zona, mientras pasea por las lagunas que, al decir de Nacho Martínez, deberían ser nuestras Médulas asturianas.

¡Malditos romanos!

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