El derecho a la ciudad y al arraigo frente a las casas de apuestas fue el tema central de Cristina Barrial y Pepe del Amo en la presentación de su nuevo libro, La apuesta perdida. La charla, enmarcada en la 17ª Feria del libro de Cambalache, tuvo lugar en el mismo Local Cambalache.
David Sánchez, compañero de Nortes, introdujo diversas cuestiones, en formato conversación, en torno a las que se debatió: los fondos buitre, la publicidad, el Ministerio de Consumo, la privatización de las ciudades… Cristina Barrial, periodista y antropóloga social y cultural, expuso las ideas centrales del libro, en el que se trata la ludopatía como “adicción silenciosa y sin sustancias”. En la obra, el problema de la ludopatía se trata como un problema social, con sus contextos, en el que se refleja la interconexión de diversas luchas latentes. Pepe del Amo, economista y militante barrial, señaló que la cuestión de las casas de apuestas ha sido una preocupación histórica de los movimientos sociales organizados, provenientes en gran medida de las periferias urbanas de las grandes ciudades, como Madrid o Barcelona, pero también en medianas.

Las casas de apuestas, lejos de ser locales particulares de juego, pertenecen, sin embargo, a grandes empresas financiadas por fondos buitres, que conforman toda una red de flujos financieros. Un dato estudiado por Cristina y Pepe ha sido el lugar en que se localizan: las casas de apuestas están situadas en lugares periféricos, mayoritariamente en barrios de clases trabajadoras y populares, en los que también viven poblaciones migrantes racializadas del sur global. Esto, lejos de ser aleatorio, forma parte del mismo sistema implantado por las empresas de juego.

La publicidad, otro de los temas introducidos por David en la charla, es uno de los dispositivos clave en este problema: los anuncios del mundo del marketing transmiten un modo de vida en el que el éxito es determinante. “Hay una correlación entre el discurso neoliberal del individualismo y las casas de apuestas”, en opinión de los autores. Los anuncios suelen ser protagonizados por hombres blancos de clase media, con el ideal de prosperidad basado en el éxito de la ganancia económica, y siempre en solitario; en definitiva, el sujeto neoliberal. Por otro lado, Cristina Barrial dio cuenta del análisis con perspectiva de género que atraviesa el libro: mientras los hombres acuden al juego de apuestas como un modo de emancipación de la precariedad en búsqueda del éxito, “las mujeres buscan evadirse de la realidad”. Este hecho queda plasmado en una estadística: hasta un 70% de mujeres ludopatizadas y rehabilitadas habían sido, también, víctimas de violencia machista.
En ambos casos, hombres y mujeres, la cuestión del deseo es fundamental: el éxito y las sensaciones catárquicas, en un caso; evadirse de la realidad y sobrevivir a situaciones límite, en el otro. Las casas de apuestas han logrado capturar el deseo; y, concretamente, el deseo de no trabajar, de una vida en la que el trabajo no sea el centro. Por ello, tanto Cristina Barrial como Pepe del Amo criticaron el Real Decreto promovido desde el Ministerio de Consumo, encabezado por Alberto Garzón: “es una ley tramposa, porque no prohíbe, sino que ‘limita’ los anuncios de apuestas en base a que el criterio que debe primar para la ganancia económica es el esfuerzo”.

No obstante, a pesar de que el juego de apuestas sea, actualmente, un problema, esa misma problematización ha sido posible gracias a las luchas previas. En palabras de Pepe del Amo, “que haya regulaciones es ya una victoria de los movimientos sociales”. Es un ejemplo de “desnaturalizar un conflicto que estaba naturalizado”, y es por esto mismo que “el problema de las casas de apuestas debe ser abordado desde sus causas sociales y estructurales, no meramente con medidas tecnócratas”.
La privatización de los espacios públicos fue el tema con el que David Sánchez introdujo uno de los últimos temas tratados. Las ciudades como Madrid, Barcelona o Uviéu son cada vez más espacios de tránsito, de circulación entre el hogar, el trabajo y el consumo. “Hay menos espacios donde ser y estar”, y cada vez más casas de apuestas en barrios populares y trabajadores.

Es una labor urgente, por tanto, “repensar en qué ciudades vivimos”. Necesitamos, en palabras de los autores, un “derecho a la ciudad”. Los barrios de Carabanchel o Lavapiés, por citar solo algunos de los casos experimentados por los autores, son víctimas de un urbanismo que privatiza el ocio y mercantiliza la vida misma. “La ciudad como escaparate de turistas, los extrarradios como lugares para la mierda: las trabajadoras sexuales, la población migrante, las clases trabajadoras…”. Y la extrema derecha ha sabido instrumentalizar la seguridad, fomentando una sensación de peligro en los espacios urbanos “en el que eres sospechoso si transitas por la calle”.

Ante este urbanismo de corte neoliberal, en el que se ha llevado a cabo una privatización de los espacios comunes y donde la juventud no tiene alternativas a la mercantilización del ocio, Pepe del Amo y Cristina Barrial defienden un “derecho al arraigo”: la apropiación de esos espacios comunes, en los que poder compartir ocio y vida más allá del consumo y el mercado, que un día fueron desposeídos, pero a los que siempre es posible regresar.