La cadena ultraderechista El Toro TV (otrora Intereconomía) está cubriendo informativamente con especial cariño y dedicación la campaña electoral de Vox en Castilla y León. Bueno, siempre cubre con especial cariño y dedicación todo lo que concierne al partido franquista… En sus tertulias políticas se prodigan algunos de los insignes personajes del partido franquista; entre ellos, Ignacio Blanco, portavoz de Vox en el Parlamento asturiano, y José María Figaredo, diputado en el Congreso por la circunscripción asturiana. Del primero podríamos decir que es uno de los muchos caraduras de Vox que usurpan escaños territoriales, porque Vox quiere cargarse la llamada “España de las autonomías” pero su horda de parlamentarias y parlamentarios cobran religiosamente (la religiosidad que no falte nunca, por Dios) con cargo a esos parlamentos: no hay noticia de que ni uno solo de estos jetas con patete de “patriotas” haya renunciado a ese sueldo, asignación económica o como lo quieran adornar. Del segundo personaje se puede decir que pertenece a esa estirpe pija, bien conocida en Asturies, de los Figaredo; su tío se llama Rodrigo Rato Figaredo, fue vicepresidente económico en el Gobierno de José María Aznar y presidente del Fondo Monetario Internacional antes de que los tribunales, con sentencia firme del Tribunal Supremo, lo condenaran a pena de prisión como delincuente fiscal. De Rodrigo Rato no se puede decir que sea un chorizo, porque el diccionario de la RAE limita ese término a algo que le queda pequeño a Rato: “ratero, ladronzuelo”. Los rateros y ladronzuelos roban para sobrevivir, ya veces son héroes del pueblo; los ricos, en cambio, siempre roban a gran escala para ser más ricos y para seguir explotando, de una u otra manera, al pueblo.
El Toro TV está emitiendo estos días mítines íntegros de Vox en Castilla y León (droga dura), la cadena ultraderechista los integra con ‘normalidad antidemocrática’ en su programación, en la que no faltan espacios de debate donde se elogia el heroísmo y la bravura de los soldados españoles de la División Azul (espacios extensos, pero a pesar de ello nunca encuentran ni medio minuto para recordar, aunque sea a título informativo, que la División Azul era una fuerza militar subsidiaria de la Alemania nazi).
“Basta ya de mujeres desaprensivas que matan a nuestros niños”, dijo Santiago Abascal en uno de esos mítines retransmitidos por El Toro TV. En la soñada España de Abascal las mujeres que defienden el derecho a disponer libremente de su vida y de su cuerpo, llámese aborto o el ejercicio de cualquier otro derecho, estarían en la cárcel y el estandarte de la División Azul encabezaría el desfile militar del Día de la Hispanidad. Abascal se está volcando en los comicios de Castilla y León para arropar a su candidato autonómico, Juan García-Gallardo: un cayetano en toda regla, desconocido hasta ahora en política pero conocido en los últimos diez años en redes sociales por sus vomitivos tuits LGTBIfóbicos, machistas, racistas y homófobos. “Me parece una gran idea recuperar a Raúl para la Eurocopa. Hay que heterosexualizar ese deporte repleto de maricones”, escribió este destacado militante de la hípica, el pádel y los toros. “Hoy he hecho público mi perfil de Twitter. Mi último follower es una puta, o eso parece. No sé qué hacer, tengo miedo”, soltó en otro de los tuits que se apresuró a borrar cuando Abascal ungió su frente como candidato.
En las elecciones legislativas portuguesas de esta semana la ultraderecha europea pasó por encima de la última línea Maginot. El partido ultraderechista Chega! irrumpió como tercera fuerza política en el último parlamento europeo en el que aún no tenían representación los fascistas. Vox, que hace un par de semanas organizó en Madrid una cumbre de machotes fachas y supremacistas blancos presidida por Santiago Abascal y a la que acudieron Viktor Orban, primer ministro de Hungría, y Mateusz Morawienski, primer ministro de Polonia, así como Marine Le Pen, que heredó la jefatura de la ultraderecha francesa de su padre, Jean-Marie Le Pen, condenado judicialmente en Francia por crímenes de guerra y negacionismo del Holocausto.
La ultraderecha cabalga a galope tendido en la Península Ibérica y en Europa. Y cobra más valor que nunca la canción antifascista del cantautor Paco Ibáñez. Entonces y ahora hay que galopar para que no nos gane el paso el fascismo, este fascismo de nuevo cuño que compite en las urnas (porque no le queda otra) pero que se pasa por sus santos cojones la democracia y todos los valores que anidan en la libertad.
A galopar, a galopar hasta enterrarlos en el mar…