No es una segunda parte del MUFA, sino que es una nueva iniciativa que releva al antiguo Museo de las Feas Artes aprovechando que quedaba vacío el local a pie de calle en el mismo edificio, un espacio que hasta ahora “no teníamos conquistado”, explica el artista Israel Sastre que, junto con la historiadora del arte Inés Álvarez González de Lena, conforma Deciversa, un proyecto que lleva a cabo distintas instalaciones artísticas.
Tras el cierre del estanco en la calle San Antonio cogieron el local para montar un espacio que busca popularizar el arte y la cultura, enseñar su propia producción y sacar rendimiento con la tienda que se encuentra en la parte externa del local. El local acoge tres espacios diferenciados: el primero es la Tienda de los fracasos, donde se pueden encontrar artículos “variopintos”, cosas muy dispersas, desde artesanía mexicana, diseños nuestros, colaboraciones con otros artistas, como las zapatillas Balbino bordadas por Billy Loborda con nuestras creaciones , objetos de “rancio abolengo”, platería… en lo que llamamos el Rincón Oviejo, juguetes de colección que “dislocan un poco a la gente porque no sabe de qué a la cosa”.




La parte central sigue siendo MUFA y mantiene el mismo espíritu que se podía ver en los pisos de arriba del edificio. Es un espacio expositivo que funciona como galería “a nuestro estilo, sin meternos en el trabajo de los demás”. Aquí se puede contemplar la exposición temporal Omnia Vanitas, que habla, con sus dorados, de la vanidad. Aunque ahora mismo la producción expuesta es propia, el espacio está abierto a otros artistas que sintonicen con la filosofía del local.



Y finalmente el Jardín de los lavabos, donde se puede contemplar alguna instalación, “también para respirar y recuperar la tertulia. Es un espacio multiuso limitado solo por la imaginación” y en el que pretenden impartir diferentes talleres.



Se trata, en resumen, de un local alternativo que huye de los típicos tópicos, que busca acercar el arte a la calle predicando con el ejemplo, como destaca Sastre. “Las galerías a veces parecen naves espaciales que no sabes ni cómo comportarte, la gente no sabe qué es lo que tiene que hacer dentro. En esta semana que llevamos abiertos entra gente de la calle, gente que nunca entró en un espacio de arte. Lo interesante es que vean arte”, reivindica.
El objetivo, al fin y al cabo, de bajar el arte y ponerlo a disposición de todo el mundo “porque aquí tiene cabida todo el mundo”. “La idea es la democratización del arte”, explica Inés Álvarez, “que la gente tenga acceso y que sea fácil, que entren sin pedir perdón”, lo que no quita para que a veces “a la peña le dé la risa con lo que ve” reconoce.

Dice Sastre que casi prefiere que tiene alma de basurero o chatarrero, que su arte no surge con el ánimo de reciclar. “En realidad no creo que haya nada muerto, sólo le doy otro uso diferente a los convencionales. Soy de acumular, y esto le da otro sentido”, explica sobre su trabajo.
El espacio de Deciversa y el MUFA se ubica en pleno corazón del Antiguo, donde quieren contribuir a tomar otro rumbo además del de los bares de copas, “a los que queremos mucho y de los que somos consumidores”, aclara Sastre, “pero también es posible una vida diurna. Es nuestro grano de arena pero no solo para el Antiguo, sino para toda la ciudad y de los alrededores”.
Comenta que no hay una política que favorezca la dinamización de la zona, “nunca la hubo ni la hay, no hay un plan concreto para ayudarte a montar otra cosa diferente en Oviedo, algo que implique trabajo. Ésta es una ciudad de servicios en la que no hay industria y parte del crecimiento pasa por la cultura y el turismo”.
En esta ciudad de rancio abolengo se enraíza un proyecto al que “mucha gente relaciona con Berlín, Malasaña… No inventamos nada, pero sirve de reflexión por qué en otros países esto funciona. Queremos ser europeos pero nos quedamos en La Regenta. No me parece que sea una cosa tan novedosa, pero está bien que nos haga reflexionar. No es tan extremadamente peculiar, lo que es síntoma de que Uviéu está muy atrasada”, afirma el artista.

Aboga, junto con su compañera de batallas, por un arte fácil, sin auras de espectacularidad. “Mis cuadros son esquemáticos y eso es lo básico, luego cada uno que lo complique como considere, pero el cuadro es una metáfora que debe hablar por sí misma. Hay quien hace negocio, pero eso no me llena, me gusta lo sencillo. Es algo visual que te provoca algo”, reflexiona Sastre.
Tan sencillo que aporta “frescura. Ésa es la palabra que más repitieron en el MUFA, sobre todo la gente más mayor, no tanto los jóvenes. Tuvimos bastante buena acogida”, señala Inés Álvarez, la parte que “da sentido a todo lo demás, le da el contexto” a Deciversa, asevera Israel Sastre. “Somos un equipo y sin el público no somos nada”.