Itziar Ziga aterrizó en Oviedo para presentar su nuevo libro, La feliz y violenta vida de Maribel Ziga (Editorial Melusina, 2020), un diario íntimo en el que explora los recuerdos de la infancia a través de la historia de Maribel, su ama, víctima de violencia machista por parte del aita de Itziar. La periodista y activista transfeminista vasca habló de sus experiencias desde la militancia libertaria y compartió sus reflexiones en un L’Arcu la Vieya a rebosar. El acto en el local autogestionado contó, además, con la organización del Conseyu de la Mocedá y de Milenta Muyeres.
“Este es un libro que tenía que escribir”, en palabras de la propia Itziar Ziga. La autora de exitosos ensayos de reflexión política y feminista, como Devenir perra(Editorial Melusina, 2009), Sexual Herria(Editorial Txalaparta, 2011) y Malditas. Una estirpe transfeminista (Editorial Txalaparta, 2014), rastreó la historia de su infancia desde el desgarro de las vivencias en un hogar atravesado por la violencia machista. Una violencia común a la vida de tantas mujeres consideradas “menores de edad”, y que generaba un “pacto de silencio patriarcal” que Itziar pretende romper con su narración.

La larga trayectoria militante de Itziar, gestada en los espacios libertarios, la hace ser, sin embargo, optimista: “el patriarcado y el binarismo de género tienen entre 500 y 5000 años. En la historia de la humanidad, no es tanto”. La revolución feminista en marcha “tiene la posibilidad de tumbar la injusticia, como recientemente tumbamos la despenalización del aborto en Colombia”.
“El patriarcado y el binarismo de género tienen entre 500 y 5000 años. En la historia de la humanidad, no es tanto”
Esta “revolución feminista y queer”, que es ya una realidad, no se queda en la “victimización”. En palabras de Itziar, “nos han dicho que somos mujeres por lo que tenemos entre las piernas, por los roles de género. Pero no. Nos hemos dicho a nosotras mismas: estas son nuestras heridas, pero las oprimidas queremos dejar de ser oprimidas. Queremos vivir la familia, los vínculos, la comunidad o la sexualidad de otra manera”. En definitiva, “las feministas”, continúa Ziga, “queremos un mundo en el que quepamos todas, todos y todes”.

“Revolucionarlo todo, incluso a los hombres”. Compartiendo las ideas de Clara Serra, Itziar Ziga considera que “el patriarcado y el capitalismo” no solo violenta a las mujeres, sino que “también genera violencia a los hombres. No hay que dejárselos a la ultraderecha”. Itziar reivindicó las enseñanzas por parte de su ama, Maribel, “que nunca soportó que la gente se compadeciese de ella y que, finalmente, luchó hasta lograr el divorcio”. La vida de Maribel, no obstante, no solo fue “violenta”, sino “feliz”, por lo que siempre buscó esa felicidad en sus hijas, además de inculcar vínculos afectivos en sus dos hijas. De este modo, Itziar consideró la necesidad de un programa revolucionario feminista “que convenza a la totalidad de la población de que hay un modo de vida alternativo”.