Lo que dice el CIS sobre las actitudes ante la pandemia

Solo el 13% apuesta por más restricciones, más del 70% creen que lo peor ha pasado, y el 53,9% pide ir relajando las medidas.

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Daniel Ripa
Daniel Ripa
Es psicólogo social y diputado de Podemos Asturies.

El CIS pregunta mensualmente a la ciudadanía sobre el apoyo social a las restricciones por la pandemia, los problemas principales del país o la satisfacción con el sistema sanitario de las personas que han sufrido COVID. La última vez fue en la primera quincena de febrero. Analicemos sus resultados. Spoiler: hay novedades.

¿Más o menos restricciones?

Parece como si enero nos hubiera despertado del letargo pandémico. La pandemia, una vez superada la sexta ola, pasa a un segundo plano. Según el CIS, sólo el 13,8% de los encuestados apuestan a día de hoy por tomar medidas más exigentes contra el coronavirus. Más del 70% creen que lo peor ha pasado ya y, en consonancia, el 53,9% pide ir relajando las medidas en vista de la evolución de la pandemia. Los mayores de 65 son los más reacios a ello. Esta tendencia irá a más en los próximos meses. 

“Sólo el 13,8% de los encuestados apuestan por tomar medidas más exigentes contra el coronavirus”

La salud deja de ser el monotema y vuelve la incertidumbre económica: aumenta la inquietud por el paro y los problemas económicos (38,1% y 33,3%). La preocupación por la pandemia baja 12 puntos en un mes, hasta quedarse en el 21,1%. Es decir, ha dejado de ser un problema central para millones de personas, que piden cambiar de fase y centrarse en otras cuestiones. 

A pesar de ello, la sanidad pública se ha convertido en el ítem principal de la transversalidad. El incremento de recursos públicos para la sanidad es apoyado unánimemente por personas de cualquier condición e ideología (va unido a una satisfacción muy alta con el sistema sanitario entre quienes han tenido síntomas de Covid). Otras medidas, sin embargo, tienen menos respaldo. El apoyo al pasaporte Covid-19 baja al 78% de la población, mientras que en la obligatoriedad de las mascarillas en exteriores o la trazabilidad digital de los contagios el rechazo sube hasta un tercio. Las dudas expresadas por destacados científicos sobre la eficacia del pasaporte Covid o de las mascarillas en exteriores pueden estar minando su legitimidad. Entre grupos de edad existen diferencias. Son los mayores (a partir de 55 años) quienes más defienden las mascarillas en exteriores y el pasaporte Covid, pero el respaldo entre los jóvenes es mucho más bajo (casi la mitad de los menores de 25 años rechaza la mascarilla en exteriores y un tercio el pasaporte Covid), debido probablemente a que supone una molestia en su vida social. Los jóvenes rechazan más las restricciones físicas, pero no así las digitales: apoyan más la trazabilidad de los contagiados por Covid-19 por medio de una aplicación digital. Entre sexos, los hombres apuestan más por la vuelta a la normalidad y rechazan más las mascarillas en exteriores.

Una mujer pasa frente a un escaparate durante el confinamiento de la primavera de 2020 Foto: David Aguilar

Si en otros países se abren paso las voces que piden una vacunación obligatoria, eso no parece suceder en España. La obligatoriedad concita niveles similares de apoyo al que presenta de rechazo entre los encuestados. ¡Ojo! Aquí tenemos una brecha generacional: los mayores de 55 claramente apuestan por la vacunación obligatoria, algo fuertemente rechazado por los menores de 45. Sin embargo, la vacunación de los niños sigue siendo aceptada. Cuatro de cada cinco padres consentirían que sus hijos se vacunaran aunque las diferencias de género y de edad son significativas: el rechazo entre las madres a la vacunación de sus hijos es 7 puntos mayor que el de los padres y los padres y madres jóvenes tienen más dudas.

¿Te pondrías una dosis de refuerzo?

Los datos más llamativos de la encuesta los encontramos en relación a las dosis de refuerzo en la vacunación. Aunque más del 95% ha optado por vacunarse contra el Covid, sólo dos tercios de la población se pondrían una dosis de refuerzo (68,4%, a la que suma un 5% adicional que lo haría por recomendación de las autoridades sanitarias). Esa cifra es 16,1 puntos menor que la del mes de enero. Es decir, en un mes ha caído drásticamente el número de personas que se vacunarían con nuevas dosis. De forma contraintuitiva, son los menores de 25 los que más apoyan un nuevo pinchazo, no encontrándose diferencias en el resto de edades. 

¿Cuáles son los motivos? O creen que ya se han vacunado una vez y es suficiente (33,6%), o tienen miedo a los riesgos para la salud y efectos secundarios y alegan la falta de garantías (29,6%). Entre los mayores de 65, tres cuartas partes de quienes recelan lo hacen por el miedo a los efectos secundarios o a la desconfianza en las vacunas. Poca broma.

El CIS omite una pregunta fundamental: ¿por qué SÍ se vacunarán quienes respaldan las dosis de refuerzo? La respuesta era clara durante el primer semestre de 2021: lograr la inmunidad de grupo y frenar la propagación del virus cuanto antes para volver a la normalidad. Ahora no parece tan evidente. Probablemente nos encontremos con una mezcla de factores. Una mayoría lo hará porque confía más en las vacunas o teme los efectos del COVID al encontrarse entre los grupos de mayor riesgo. En otros casos será por la influencia de políticos y expertos “Los gobiernos y los científicos sabrán”. La deseabilidad social y la presión de grupo es otro factor relevante “Lo que pensará la sociedad de tí si te vacunas o si no lo haces”. Influirá el reducir el riesgo de contagio a tus familiares y “proteger a tus seres queridos”. Y también habrá motivos más mundanos, probablemente entre los más jóvenes: conseguir el pasaporte Covid para “continuar con sus vidas” y poder viajar, ir a los bares y restaurantes o poder trabajar en determinados ámbitos.

¿Cómo de afectada ha quedado nuestra salud mental?

Sin un sistema público de atención psicológica, la pandemia nos pilló desprevenidos ante la crisis de la salud mental. Según el CIS, tres cuartas partes de la población ha sido afectada en su vida personal por la situación sanitaria. El 47% cree que ha sido bastante (30,1%) o mucho (16,9%). La única diferencia por edad es que hay un número superior (hasta un tercio) de mayores de 65 años que no tienen ninguna afectación. Los efectos son incluso mayores sobre la vida social, donde el 56,2% de la ciudadanía fue bastante o muy afectada. 

“Según el CIS, tres cuartas partes de la población ha sido afectada en su vida personal por la situación sanitaria”

Aunque son datos previsibles, no dejan de impresionar. Los principales efectos han sido el distanciamiento con los seres queridos, relatado por un tercio de la población (que afectó principalmente a los más mayores, con un 38,1%); los cambios en la vida cotidiana (21,4%), las restricciones en la libertad de movimientos (22,4%), el miedo al contagio de los suyos (16,3%). La incertidumbre económica también ha existido. El 13,5% ha tenido consecuencias laborales o en su economía personal (por encima del 20% en los grupos de 25 a 34 y de 45 a 54 años), el 5% sufrió cambios en las condiciones laborales, y el 3% vivió cierres o despidos en su trabajo.

En materia de salud mental, una de cada diez personas, el 11,7%, tuvo problemas anímicos, como ansiedad o tristeza. Y lo sufrieron más los jóvenes y las mujeres. Entre los menores de 35 años más de un 15% relató estos problemas. Un 4% señaló también consecuencias psicológicas, anímicas y emocionales tras la pérdida de la vida social. Hay una grieta de género: el 15% de las mujeres relatan ansiedad o tristeza, pero sólo el 8,3% de los hombres. 

En cuanto a la vida social, la distancia con sus amigos, familia o gente en general fue sufrida por una parte significativa de la población (casi el 40% en el caso de los amigos). Un cuarto de la población vio resentidas sus relaciones por la ausencia de contacto físico. La limitación de actividades culturales, deportivas y de ocio y los cierres de la hostelería fueron otros factores.

Los votantes de Vox rechazan más las restricciones

Existen diferencias importantes en las opiniones sobre la pandemia según los partidos a quien se votó en 2019. Aunque el tamaño de la muestra es pequeña entre los electores de algunos partidos, parece claro que quienes votaron a Vox piden más el rebajar las restricciones (69,5%, frente al 55,7% de los votantes del PP, el 55,5% de Unidas Podemos y el 49,1% de los del PSOE). En este caso, Puigdemont, la CUP y Oriol Junqueras coinciden con Abascal: son los partidos nacionalistas catalanes quienes más exigen reducir las restricciones (entre el 70 y el 80% de apoyo entre quien votó a Esquerra, Junts o la CUP). No es extraño que, como consecuencia, las y los votantes de Vox y los independentistas catalanes prioricen el empleo y la economía frente a la salud (en este caso, junto al PP). Los Comunes de Ada Colau y el PNV, por el contrario, son la voz de la salud, y sus votantes son quienes más rechazan levantar restricciones. 

Manifestación de VOX durante el confinamiento. Foto: Pablo Lorenzana.

En relación a las dosis de refuerzo, son los votantes del PSOE los más favorables (74,1%), a diferencia de los de Vox (56,4%), los más reacios. El resto de partidos se comportan conforme a la media. Los mayores niveles de rechazo a la vacunación pediátrica y obligatoria vienen de los votantes de Unidas Podemos y de Vox. Sobre la afectación personal, hay más personas que relatan que les está afectando mucho la pandemia entre los votantes de extrema derecha, debido a las restricciones a la libertad de movimientos. Es lógico, por tanto, que el mayor rechazo al pasaporte COVID o las mascarillas en exteriores se produzca entre los votantes de esta fuerza. La pregunta parece obvia: ¿es la línea política de Vox la que están reproduciendo en las respuestas al CIS sus votantes? ¿O lo que sucede es que los de Abascal están penetrando en sectores anti-restricciones o que están más enojados con la gestión de la pandemia? Parece que podrían estar combinándose ambos factores. 

Cinco hipótesis tras la encuesta del CIS

Vistos los datos del CIS de Febrero, harían bien los dirigentes políticos en caminar hacia otra gestión del virus. Lancemos varias hipótesis. Primera: las futuras encuestas del CIS van a continuar mostrando un descenso en la preocupación social sobre la pandemia. La opinión pública española va a virar hacia las cuestiones económicas. El efecto de otros marcos de debate público, como las elecciones de Castilla y León, la crisis del PP y la guerra de Ucrania se mostrarán en futuras oleadas del CIS. La inflación y el coste de la vida entrará en agenda. Segunda, ese cambio en la escala de prioridades va a provocar un crecimiento del apoyo a la relajación de las restricciones, y los gobiernos van a ir acompañando a la gente en esa dirección. Tercero, la sociedad está dividida entre grupos de edad, género e ideologías, pero no tanto. Quienes votan a la extrema derecha y a los independentistas catalanes piden levantar más la mano y en el caso de Vox rechazan más las dosis de refuerzo, pero las diferencias entre el resto de partidos no son tan notables. Lo mismo sucede por grupos de edad. Incluso entre los más jóvenes no hay tantas diferencias con los grupos de edad más avanzados. Cuarto, los efectos en materia de salud mental de la pandemia pueden volverse crónicos si no reconocemos la gravedad del problema. Los jóvenes y las mujeres, y las mujeres jóvenes, por tanto, pueden cronificar sus problemas de salud mental, afectando a sus proyectos de vida. Quinto, el apoyo a las dosis de refuerzo va a continuar cayendo y va a ir a más conforme se sigan requiriendo sucesivos nuevos pinchazos. Esta tendencia crecerá transversalmente entre grupos de edad e ideologías. Un mayor de madres está dudando sobre las vacunas infantiles y es previsible que su apoyo también se reduzca próximamente, una vez que varias sociedades científicas defienden el valor de la inmunidad natural en la infancia.

A los gobiernos les va a costar cada vez más conseguir la administración de sucesivas dosis de refuerzo y, las noticias que alertan diariamente de efectos secundarios no les van a ayudar. ¿Por qué ha caído el apoyo a la vacunación? Tal vez exista cierta discrepancia entre las promesas realizadas y los hechos durante el proceso de vacunación de 2021, unido a una menor percepción de gravedad de la situación. Las recomendaciones sanitarias señalaron el año pasado que un esquema de dos vacunas (anual, como el de la gripe), al llegar al 70% de vacunación, lograría la inmunidad de grupo y frenaría la transmisión del virus. Si bien las vacunas de Pfizer y Moderna redujeron la gravedad de los síntomas y el riesgo de hospitalización y muerte, no lograron la inmunidad de grupo y la duración de sus efectos ha sido muy corta, con dosis de refuerzo casi trimestrales. No es extraña la desconfianza ciudadana. 

Puesto de prueba de autocovid y de autovacunación en el HUCA. Foto: Iván G. Fernández

Como consecuencia, en los próximos meses, puede existir un conflicto entre las prescripciones sanitarias y la población general, que sólo puede resolverse o con la obligatoriedad de la vacunación, rechazada por la mitad de la población, o asumiendo la voluntariedad de las dosis de refuerzo entre los grupos que no son de riesgo y que con variables como Omicron ven reducidos los efectos negativos del Covid-19. El alivio de las restricciones reforzará la idea de que estamos en una nueva fase de la pandemia. Una donde cada vez pedimos más que se asemeje a la normalidad. Caminemos hacia ella. 

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