Todo va mal

Las movilizaciones convocadas por los sindicatos para este miércoles deberían ser un primer paso en la construcción de una coalición social contra el rearme y por una salida justa de la crisis.

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Diego Díaz Alonso
Diego Díaz Alonso
Historiador y activista social. Escribió en La Nueva España, Les Noticies, Diagonal y Atlántica XXII. Colabora en El Salto y dirige Nortes.

La genial idea de regar los consejos de administración de las empresas energéticas de ex-políticos de PSOE y PP ha sido un éxito. En plena escalada de precios, intervenir el mercado de la energía o aplicar un impuesto especial a las empresas eléctricas, tal y como ha pedido Unidas Podemos, sigue siendo tema tabú para Pedro Sánchez y su ministra Teresa Ribera. Hasta Emmanuel Macron les pasaba por la izquierda la pasada semana con su anuncio de aumentar la presencia del Estado en el sector de la energía, y en concreto de Électricité de France. La República francesa tiene en la actualidad más del 83% de las acciones de EDF.

“La República francesa tiene en la actualidad más del 83% de las acciones de EDF”

La invasión de Ucrania y la espiral inflacionista se han colado en los planes de Pedro Sánchez para un final de mandato marcado por la recuperación económica y la plácida gestión de los fondos europeos. Como pasó con Zapatero, la idea era gobernar con los vientos de cola, con un poco más de equidad, pero sin hacer reformas profundas. Ese siempre pareció el proyecto de Sánchez, un extraño objeto político no identificado, al que no le quedó más remedio un día que apoyarse en UP, Más País, el PNV y las izquierdas nacionalistas para poder ser presidente de España. Los dineros de la UE para la reconstrucción post-Covid19 parecían la cuadratura del círculo para sus planes de hacer algo parecido a la socialdemocracia, pero sin malos rollos con el IBEX35. Dinero caído del cielo para hacer presupuestos expansivos sin importunar a nuestros oligarcas con una reforma fiscal progresiva. Una reforma que figura en el acuerdo del Gobierno de coalición, página 44, que sus socios de izquierdas le reclaman un día sí y otro también, pero a la que él se resiste parapetado tras la ministra de Hacienda María Jesús Montero y una comisión de expertos, que cualquiera diría ha sido fabricada para rellenar el expediente y escurrir el bulto. ¿Cuánto tiempo puede pasar sin que Sánchez aborde la cuestión fiscal y otras reformas estructurales? Los tiempos cambian con rapidez, y hemos pasado en muy poco tiempo de un moderado optimismo postpandémico, a encontrar estantes vacíos en los supermercados. Del Green New Deal y la transición ecológica, a los tambores de guerra y el rearme exigido por la OTAN. Si Sánchez anuncia más dinero para Defensa y al mismo tiempo se niega a subir los impuestos a los que más tienen, ¿de dónde saldrá el dinero? Todo apunta a la hucha del Estado del Bienestar y la lucha contra el cambio climático.

Mientras Sánchez titubea, trata de caer bien a todo el mundo y termina decepcionando a unos y otros, en la derecha siguen a lo suyo. Sus medios agitan la primavera del descontento en forma de protestas contra el Gobierno. Feijóo y Vox en la Moncloa ya forman parte de lo imaginable. Que los sindicatos convoquen movilizaciones este miércoles para presionar al PSOE a tomar medidas valientes supone un avance en la imprescindible tarea de reconquistar las calles a la ultraderecha. Las concentraciones no serán masivas ni recibirán el cariño mediático que hoy se dispensa a las movilizaciones de otros sectores, pero podrían suponer un primer paso en la construcción de una coalición social, política y cultural contra el rearme y por una salida justa de esta nueva crisis. La necesitamos como el respirar.

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