“La revolución portuguesa generó una democracia más inclusiva que la española”

El sociólogo norteamericano Robert Fishman presentó en la Semana Negra su libro "Práctica democrática e inclusión", un estudio comparado de ambos países.

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Diego Díaz Alonso
Diego Díaz Alonso
Historiador y activista social. Escribió en La Nueva España, Les Noticies, Diagonal y Atlántica XXII. Colabora en El Salto y dirige Nortes.

El sociólogo norteamericano Robert M. Fishman (Virginia Occidental, 1955) lleva años investigando las democracias española y portuguesa. El resultado de su minucioso trabajo, a partir de múltiples fuentes de información, está contenido en el libro “Práctica democrática e inclusión”, editado en España por La Catarata, y que este jueves presentó en la Semana Negra de Xixón, en un acto presentado por el historiador asturiano Rubén Vega.

En opinión del académico norteamericano, afincado desde hace años en España, ambos países ibéricos tienen una gran tendencia a la movilización ciudadana, pero mientras en Portugal estás protestas son escuchadas con más frecuencia por los gobiernos y parlamentos, en nuestro país tienden a darse contra un muro. Fishman pone como ejemplo las grandes movilizaciones que en ambos lugares de la península se produjeron a partir de la crisis de 2008, y que mientras en Portugal llevaron a la marcha atrás de algunas reformas y recortes, en España tuvieron como respuesta la Ley Mordaza de Mariano Rajoy, que sigue sin ser derogada por el nuevo gobierno de Pedro Sánchez, a pesar de estar en el acuerdo programático con Unidas Podemos.

“Los portugueses entienden la democracia como algo que también incluye a la calle”

Para Fishman la desigual calidad democrática de la república portuguesa y del Reino de España se remonta en buena medida a sus respectivas transiciones democráticas: una revolución, ruptura y depuración del Estado en el caso portugués, una negociación entre oposición y postfranquismo en el caso español, que llevó a una democracia pactada, conservando la Monarquía y el aparato estatal heredado de la dictadura.

Rubén Vega y Robert M. Fishman. Foto: Alisa Guerrero.

“Los portugueses entienden la democracia como algo que también incluye a la calle” explicó Fishman, para quien no es baladí que su república tenga como mito fundacional una “insurrección de los capitanes contra sus mandos superiores”. Para el sociólogo, esta “inversión de las jerarquías” que cada 25 de abril se homenajea en Portugal con grandes actos “que forman parte de la vida cotidiana de la gente”, está en la base de una cultura política más democrática y participativa, también para las derechas, y en la que por ejemplo no es extraño que una manifestación termine a las puertas del Parlamento y con representantes de los manifestantes invitados a pasar y reunirse con los políticos.

En opinión de Fishman el producto de todo ello es un país más inclusivo e igualitario en lo social, con más pluralidad informativa y mayores consensos democráticos entre izquierda y derecha, mientras que en España las élites se siguen resistiendo a abrir la democracia a la participación de la ciudadana, que identifican con caos y desorden. Para el investigador este concepto de democracia restringida ha dificultado la búsqueda de soluciones pactadas a problemas enquistados, como el de Catalunya.

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