“Buñuel nos invitaba a un nuevo escenario de inspiración poética que nunca antes habíamos hecho”

Antonio Arias desvela las claves del último disco de Lagartija Nick, "El perro andaluz", inspirado en poemas del cineasta aragonés.

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Víctor Guillot
Víctor Guillot
Víctor Guillot es periodista y adjunto a la dirección de Nortes. Ha trabajado en La Nueva España, Asturias 24, El Pueblo de Albacete y migijon.

El surrealismo era un sueño liberado de las cadenas de la lógica, por Frued y André Bretón. Al binomio, habría que añadirle a Buñuel que, probablemente, fue el primer surrealista español. El surrealismo es un desgarrón luminoso entre la realidad y el sueño, un comercio con el subconsciente del cineasta / poeta, fauno/ boxeador, sado- español. Lo ha visto muy bien Antonio Arias, Lagartija Nick, en su último disco “El perro andaluz”, convertido en sustancia sonora, a partir del repertorio de poemas del cineasta aragonés que se reveló contra Bretón que llega hoy a las tiendas de discos con una gira que arranca en Bilbao este fin de semana.

¿Cómo afrontas el reto de musicalizar un poemario de Luis Buñuel, consciente de que Buñuel no era muy participe de musicar sus versos?

Precisamente, ese fue el detonante. Sabiendo lo que opinaba, me instigó a buscar material musical. Y efectivamente había un recorrido que hacer, basado en la búsqueda y el anclaje de una música para unas imágenes. La poesía de Luis Buñuel encierra las mismas obsesiones que desarrolló en su cine y esta revelación fue una sorpresa, porque nos ayudaba mucho más a encontrar sonoridades. Había algo telúrico. Se estaba creando un camino para acercarnos a un propósito valiente, osado: poner música a sus imágenes.

Cierto. En un tema como Pájaro de angustia se escucha a Luis Buñuel hablando de Milhouse Blues, de como el blues o el jazz llegaba a zaragoza en los años 20 con el ritmo pervertido . Su voz abre la ventana a Lagartija y es todo estremecedor.

Investigando, encontramos en el libro de Max Aub lo que decías. Buñuel se refiere a Milhouse blues, y merecía que esa canción, Pájaro de angustia, la iniciara él. Inspirado en esa música, los arreglos fueran más concretos, con un cuarteto de viento que suena más Buñuel. El trayecto fue buscar en su pálpito, en sus versos, todos los elementos que pudieran ayudarnos para construir una sonoridad.

Víctor Guillot y Antonio Arias, en su último encuentro en Oviedo. Foto de David Aguilar Sánchez.

Si tratáramos de identificar una ideología artística a la versos de Buñuel con la ideología que reverberan los sonidos y ritmos que Lagartija Nick, creo que encontramos una pulsión erótica similar, un sentido de la muerte y el sadismo afín, sonidos arraigados en el tiempo y la tierra. ¿Dónde empiezan a encajar estas dos poéticas?

Sí. En el surrealismo de Buñuel reconozco elementos de la música de Syd Barrett. Quizá todo empezó por ahí. Buñuel propone múltiples escenarios sin sentido. Podemos ver a San Bartolomé bailando con un fauno y reconocer escenas del deseo, del coito. También encontramos un arraigado anticatolicismo. En la búsqueda del sinsentido observamos como está muy anclado en su época el sentido onírico de la realidad, a través del psicoanálisis. Yo no sé si ya le habían empezado a darle entonces al LSD.

En la trayectoria de Lagartija Nick se ha construido a través de la música otra religiosidad que niega la existencia de dios, similar a la de Buñuel, atávica, arcana.

Nos une, quizá, la aventura de lo desconocido. Hablamos y tratamos cosas que no habíamos hecho antes. Va mucho más allá. Durante la composición de El perro andaluz, tuvimos la sensación de que la obra de Buñuel nos invitaba a un nuevo escenario de inspiración sonora y poética través de concordancias y esencias que nunca antes habíamos hecho.

Lagartija Nick y su homenaje a la Generación del 27 en SACO. Foto: David Aguilar Sánchez

Si me preguntaran en qué registros se mueve este Perro Andaluz, diría que entre el Post Punk y el Post Rock, pero también diría que es probablemente después de El shok de Leia vuestro dísco más luminoso.

Esa luz nos la ofrece el repertorio del propio Perro andaluz. También es cierto que se ve realzada por contraste con Los cielos cabizbajos donde sobrevuela el aura de mi hermano , y se construía una música propia a través de elementos del periodismo de guerra, de las victimas. Eso hace que este disco, el Perro andaluz, sea más colorido. A pesar de la pandemia, también llegamos a Buñuel con ganas de empezar a dibujar una amalgama de experiencias y dinámicas distintas en las canciones. No se sigue una estructura de canciones, sino de sonoridades que le dan mucha vida.

Es cierto que predomina la búsqueda de sonoridades que se acoplen a los versos de Buñuel rompiendo las dinámicas clásicas de una canción. Pero eso no tampoco nuevo en vosotros. Lo que sí he percibido en este nuevo trabajo es que, acompañados de Buñuel, os habéis sentido más seguros y libres que en otras ocasiones.

Estoy totalmente de acuerdo. El hecho de haber entregado tanto tiempo, de haberlo interiorizarlo y seguir jugando con ello, no ha servido para complicarlo musicalmente. Ha servido para liberarnos y acercarnos a ese espíritu que al principio nos sorprendía. Nos decíamos “esto lo tenemos que sacar, esto nunca lo hemos hecho”. Nos libera y explica por qué seguimos sacando discos y haciendo cosas.

Detalle del brazo de Antonio Arias. Foto de David Aguilar Sánchez.

En temas como No me parece ni bien ni mal, Polisoir milagroso o Bacanal y algún corte más, incorporáis instrumentos tradicionales, desde la bandurria o la mandolina pasando por flautas, y lo hacéis de una manera muy sutil, sin imposturas. Creo que es la primera vez que lo hacéis. A diferencia de otras bandas, incorporáis esas sonoridades tradicionales sin emborronar vuestra manera de entender la música, Lo digo porque estoy observando que esos grupos que habían hecho pop rock, post-rock o, simplemente pop, se han sumergido en las músicas regionales y no sé hasta que punto de una manera impostada, apoyándose en otros músicos que, de una manera genuina, sí han marcado tendencia desde sus orígenes renovando las músicas tradicionales llevándolas territorios nuevos y modernos.

Lo llevo pensando últimamente. Músicos que se convierten a la música tradicional. La misma Rozalén, por decir un nombre. Parece que la industria les está pidiendo que hagan algo tradicional, regional o folclórico. Yo no sé como lo han hecho otros, porque yo no los escucho, pero pienso que es mejor acercarse a la tradición desde el fondo de tu propia tradición musical. Como bien indicas, en algunos casos, el fenómeno surge de la idea de un listillo en un despacho, en una discográfica. Un artista puede tomarlo como una excusa para hacer algo distinto. En nuestro caso, entramos desde la profundidad de lo hondo, incluso, anterior al flamenco. El flamenco tiene una entidad, no es tan arcano. Si lo afrontamos desde los sonidos de la Alpujarra, desde la expulsión de los moriscos, los sonidos de la bandurria, conectamos con el subsuelo de la historia de la música. El sonido es mucho más sorprendente. La industria tiene mil ojos, mil brazos, mil maneras.

Y vosotros habéis tenido la capacidad de esquivarlos.

Funcionamos muy bien. Hay que estar luchando continuamente contra uno y contra eso, contra las tentaciones diabólicas de una buena compañía, buenos estudios, buenos viajes, buenos hoteles. Un está luchando contra la riqueza.

Recuerdo que en la gira neoyorquina con Omega, confesabas que entonces te sentías como un tipo extraño en un ambiente que no era el tuyo.

Claro. Yo me decía “ya estamos otra vez con esa gente tan aseada, que huele tan bien, con sus macroestructuras, macro-alianzas y motivaciones para el negocio, donde te vistes del mensaje que te digan y ya está. Hay que luchar contra eso constantemente, porque se pierde mucho de ti, mucho tiempo, en ser otro. Mi experiencia siempre ha sido desagradable.

Periodista y músico. Foto de David Aguilar Sánchez,.

¿Qué diferencia marca Omega respecto a Perro Andaluz, que distingue abordar a Lorca respecto de Buñuel para encontrar la sustancia musical?

Lorca nos propone un escenario puramente musical, en el sentido de que hasta el mismo Omega, nos propone un escenario imaginativo, literario y musical. Buñuel parte de esa distancia sobre lo musical. Estudió música de muchacho, pero sus versos no tienen esa musicalidad. La diferencia, a priori, es que Lorca aporta inconscientemente música y Buñuel una estructura muy viva que se puede aplicar a la música pero que no nace de lo musical. Consecuentemente, en Buñuel, el poema es un juego, y con Lorca, siendo juego, la cosa se pone más seria porque aporta desde el principio música en su versificación. Con Buñuel hemos trabajado con más libertad. Con Lorca te elevas sobre la música de sus versos. Con Buñuel juegas, te diviertes y con Lorca te elevas. Componer con los versos de Buñuel es un juego, es ir avanzando sin que nada pierda fuerza, porque todo gana expresión, sin necesidad de complicarlo o hacerlo más barroco. Para nosotros, era tan divertido este monopoli Buñuel que cuando comenzamos a colaborar con las instituciones, tuvimos que irnos serenando, porque había que ponerle un final. El perro andaluz es el primer aullido y el primer ladrido de un nuevo planteamiento sobre esa obra.

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