Justicia fiscal para combatir la desigualdad

Asturias sigue dejando de ingresar ingentes cantidades de dinero a causa de las exenciones, reducciones, bonificaciones y deduccione

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José Manuel Zapico
José Manuel Zapico
Empleado público y secretario general de CCOO de Asturies.

Los impuestos son un seguro de vida. Por eso es tan importante garantizarlos. Para poder financiar la sanidad, la educación y las pensiones, costear las infraestructuras, mantener las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado… Para pagarlo todo. Porque todo sale de los impuestos.

Sin impuestos, nuestra salud o educación dependerían de nuestra cuenta corriente. Las familias con menos recursos no podrían permitirse el lujo de un tratamiento hospitalario y los estudios universitarios de sus hijos e hijas serían sencillamente un sueño inalcanzable. No es ninguna exageración, ocurre a diario en Estados Unidos.

No nos equivoquemos. Las rebajas fiscales son sencillamente más privilegios fiscales para unos pocos. Pongamos un ejemplo: Ayuso perdonó este mismo año casi mil millones de euros a 500 ultrarricos solo con el Impuesto de Patrimonio. Con ese dinero se podrían contratar más médicas y enfermeras, eliminar los barracones en las escuelas públicas o aumentar el presupuesto para la pobreza energética…

Cada vez que oigamos hablar de “rebajas fiscales” debemos tener una cosa clara: estamos ante otro éxito de los millonarios en su particular sedición fiscal. Ellos sí que quieren independizarse y no arrimar el hombro con su país. Y las consecuencias son evidentes: más desigualdad, exclusión y pobreza.

“Las rebajas fiscales son sencillamente más privilegios fiscales para unos pocos”

El Gobierno asturiano ha presentado hace unos días su proyecto de Presupuestos. Desde CCOO hemos valorado positivamente unas cuentas que persiguen fortalecer el Estado de bienestar, estimular la actividad económica y la creación de empleo, modernizar la Administración y el tejido productivo, promover la digitalización, afrontar la transición energética y encarar el reto demográfico.

Pero al mismo tiempo hemos alertado de que Asturias sigue dejando de ingresar ingentes cantidades de dinero a causa de las exenciones, reducciones, bonificaciones, deducciones… introducidos año tras año tanto por la Administración central como por la autonómica. Hablamos de más de 1.160 millones en 2023, lo que supone una merma del 28% de los ingresos y, por tanto, de las posibilidades de gasto.

No estamos para este tipo de regalos. Sin perjuicio de compartir algunos beneficios fiscales concretos, desde Comisiones Obreras creemos que ha llegado el momento de realizar una reflexión serena y rigurosa sobre su impacto. Convendría analizar si realmente son medidas redistributivas y, por tanto eficaces desde el punto de vista de la justicia social, que es lo que nos debe orientar.

Delegación de Hacienda. Foto: Iván G. Fernández.

En España, el Gobierno también ha dejado pasar la oportunidad de llevar a cabo una reforma fiscal (prometida) para recaudar más entre quien más tiene y distribuir mejor entre quien más lo necesita. La progresividad fiscal es una gran mentira. Pongamos un ejemplo: las 200 empresas con más facturación (más de 1.000 millones de euros al año) son las que menos pagan en impuesto de sociedades (un 5,1%). Por el contrario, si cobras una nómina y ganas 20.000 euros, pagas un 20%.

Nuestro sindicato defiende la justicia fiscal. No se puede permitir que los millonarios no arrimen el hombro como les corresponde. La mayoría está harta de hacer sacrificios mientras los más privilegiados no dan ejemplo.

Básicamente, CCOO propone elevar las bases máximas de cotización; mejorar la progresividad en el IRPF y aumentar las rentas del capital para igualarlas a las del trabajo; revertir la desfiscalización acumulada en las últimas décadas con los beneficios empresariales (cuyo tipo medio bajó del 22% en 2006 al 8% en 2019). También hay que reestructurar los impuestos indirectos con carácter progresivo, y recuperar y reforzar la fiscalidad patrimonial y de la riqueza. Y, por supuesto, debemos abordar de manera valiente y decidida un plan de choque contra el fraude fiscal y la economía sumergida. Tolerancia cero con quienes actúan de manera insolidaria y promueven en lo económico la competencia desleal. Un sistema fiscal más justo, realmente progresivo, es la única forma de impedir que las diferencias sociales se conviertan en abismos insalvables. La desigualdad es la aluminosis de la democracia que se lleva por delante la igualdad de oportunidades. Por eso necesitamos más justicia fiscal y más Estado Social, para proteger la democracia

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