Esta semana el semanario catalán La Directa destapaba un caso de infiltración policial en los movimientos sociales barceloneses. Daniel Hernàndez Pons, identidad falsa de un agente de la Policía Nacional encargado de labores de espionaje, se metió de lleno en las asambleas, el ambiente, las manifestaciones e incluso las vidas de militantes del centro social ocupado y autogestionado La Cinètika, así como de otros espacios activistas, llegando incluso a tener relaciones sexuales con varias “compañeras”. Todo ello ocultando siempre su verdadera identidad y con vistas a obtener información a través de establecer relaciones de camaradería, amistad y afectivosexuales. El caso ha sido denunciado y cinco de las afectadas han presentado querella criminal. Solicitan que se interrogue al policía infiltrado así como a los responsables de la operación policial.
No es la primera vez que la policía se infiltra en organizaciones sociales y políticas de izquierdas para conocerlas desde dentro y obtener información acerca de ellas. También los movimientos sociales asturianos vivieron su propio caso de infiltración y espionaje, un tipo de operación policial que en teoría debería estar reservado exclusivamente para organizaciones terroristas, mafias, redes de narcotraficantes y otros grupos de probada peligrosidad.

El caso asturiano tuvo lugar en 2001, en el momento de auge del movimiento antiglobalización. Nel, nombre falso del policía, apareció un día en Andecha Mocedá, las juventudes de Andecha Astur, y de ahí dio el salto a la Corriente Sindical de Izquierdas y más tarde al Movimiento Antiglobalización de Asturias. Xabel Vegas, entonces militante de Griesca y Lliberación, y hoy una de las caras visibles de Más Asturies, le recuerda como “un chaval de perfil muy andechero“. “Era el último del que te esperabas que fuera un secreta” subraya Vegas que considera que el agente “hizo un trabajo muy fino”.
“Era el último del que te esperabas que fuera un secreta“
Multimiltante. Así le recuerdan todos los que le trataron por aquellos tiempos. Nel estaba en todo lo que se movía, siempre en posiciones radicales, participó por ejemplo en el intento de quema a una Empresa de Trabajo Temporal durante un 1 de Mayo, pero nunca compartía espacios de ocio y sociabilidad con los militantes. Ni paraba en los mismos bares, ni en los conciertos, ni nadie le veía por ahí fuera de las asambleas y manifestaciones. Supuestamente era de Mieres y de su vida se sabía muy poco. Sin embargo, nadie sospechó de él.

En 2001 el Banco Mundial celebraba una importante reunión en Barcelona. Movimientos sociales de Catalunya y de toda España decidieron organizar una gran movilización el 25 de junio contra la visita de una de las instituciones clave en el impulso global a las políticas neoliberales. El Movimiento Antiglobalización Asturiano y la CSI organizaron un autobús desde Asturies para acudir a la contracumbre. Cándido González Carnero era entonces el secretario general del sindicato y recuerda compartir viaje con aquel chaval poco conocido, pero que venía de la mano de militantes de reconocida trayectoria. Una vez en la manifestación, que fue multitudinaria, con más de 30.000 personas en las calles de la ciudad condal, un nutrido grupo de manifestantes violentos iniciaron disturbios. “Se lio parda, como yo nunca recuerdo haber visto una” recuerda uno de los asturianos que estaba allí. Escaparates destrozados, mobiliario urbano arrasado, las calles vandalizadas y la policía cargando a diestro y siniestro contra todo lo que se movía. “Pedimos a la gente que no se sumara a ellos, pero Nel se unió a los que estaban rompiendo escaparates y animó a la gente a que les siguiera” explica González Carnero recordando una movilización que acabó con una fortísima campaña de criminalización del movimiento social en los grandes medios.

Tras la violenta carga policial, que se saldó con 59 manifestantes heridos y 22 detenidos, las organizaciones sociales denunciarían que entre los provocadores de los disturbios estaban varios agentes infiltrados que habían salido de las furgonetas de los antidisturbios vestidos de paisano. No solo los manifestantes apoyaron esta versión de los hechos, sino también varios de los comerciantes afectados por los destrozos.
Según los portavoces del movimiento antiglobalización el propósito de la policía había sido generar una excusa para la carga policial y el desprestigio del movimiento, que en aquel momento gozaba de mucha simpatía y una buena imagen en los medios de comunicación.

El tema sería llevado al Congreso de los Diputados por Gaspar Llamazares, de IU. También se presentaría desde las organizaciones políticas y sociales una querella colectiva contra la jefatura de policía y la delegada del Gobierno, Julia García Valdecasas. Sería admitida a trámite, pero posteriormente archivada.

Tras los incidentes de Barcelona “Nel” seguiría con su “militancia” en el activismo asturiano. Todo iría bien hasta que en una manifestación alguien le identifica y les dice al grupo con el que va que le conoce y que es un policía de Boo, Aller, “vecín mío, puerta con puerta”. Nel lo niega, pero desaparece. Nadie le vuelve a ver. ¿Para siempre? No. El policía reaparece de manera inesperada en 2007 durante el juicio a Cándido y Morala, sindicalistas y trabajadores de Naval Gijón. Se les acusa de daños materiales durante una manifestación de obreros del astillero, y por el juzgado reaparece para testificar, ya como policía, un irreconocible Nel. “Venía con un look totalmente distinto y nos costó darnos cuenta de que era él” recuerda González Carnero. En el juicio negó conocerles de nada cuando estos le recordaron los hechos de Barcelona 2001 y su actitud violenta y provocadora.

Cándido y Morala presentarían a continuación una denuncia por desordenes públicos e incitar a la violencia en Barcelona, pero todo quedará en poco más que un golpe de efecto mediático: los acusados se convierten por un día en acusadores. El delegado del Gobierno era en aquel momento el político socialista Antonio Trevín.
Al policía no le pasará nada, pero a los dos veteranos sindicalistas, con una larga trayectoria que arranca en el movimiento antifranquista, les caerán tres años de cárcel. Ambos rechazan como “montaje policial” los hechos de los que se les acusa, pero se niegan a delatar a nadie por lo que defienden fue algo ocurrido en el transcurso de una manifestación colectiva, dentro de la normalidad y la tradición de la protesta obrera en la ciudad de Xixón. Llegarán a pisar la prisión de Villabona en 2007, pero serán excarcelados tras 19 días y una gran movilización social por su libertad.
De “Nel” nadie más ha vuelto a saber. En los movimientos sociales asturianos, claro está.