El próximo miércoles 22 de febrero Esther Menéndez López tiene cita con traumatología para ver si le dan fecha para la operación y, en caso contrario, asegura que se encadenará en la Escandalera, frente a la Sede del Principado hasta obtener una solución a sus problemas: “Estoy harta de que jueguen con mi salud, mi trabajo y mi vida en general”, señala.
Orden cronológico de los hechos
El 15 de agosto de 2021 la vida de Esther cambió para siempre. Se encontraba disfrutando de un día de ocio en el Sella con sus amigos y pareja cuando, de repente, sin estar realizando ninguna de las actividades, le falló la rodilla y no podía levantarse, por lo que tuvo que acudir a urgencias de inmediato. “Me golpeé en la rodilla derecha con un canto del río, no podía andar e incluso estaba mareada del dolor por lo que mi pareja me llevó al Hospital Valle del Nalón lo antes posible”, asegura Menéndez.
Una vez allí y tras realizarle las radiografías pertinentes, concluyeron que “no había nada reseñable” y que las heridas se debían al golpe que había llevado por lo que, añade, “me vendan la rodilla hasta el gemelo y me mandan no apoyar, guardar reposo, poner frío y tomar Enanthyum cada 8 horas”. Pero el hinchazón y el dolor persistían, provocándole caídas una y otra vez por lo que, desde el centro de salud, su médica de cabecera decide pedirle unas nuevas radiografías y cita para traumatología, que fechan para febrero de 2022, es decir, medio año después de la caída.

“Las caídas, estallidos, dolores y terribles moratones se multiplicaron haciendo de mi vida diaria algo totalmente sedentario por el continuo reposo que tuve que mantener para prevenir más caídas”, apunta. Esta situación provoca que la rodilla izquierda, que anteriormente estaba bien, empiece a resentirse y tenga que acudir de nuevo al hospital: “Fui unas cuantas veces por los dolores que tenía pero solo me mandaban poner hielo y reposo hasta que llegara la cita de febrero de 2022”.
Debido a la situación en la que se encontraba y para agilizar los trámites, decide acudir a un centro privado de traumatología donde, tras examinarla y hacerle unas nuevas radiografías y resonancia en ambas rodillas, obtiene como resultado “un encondroma en el fémur de la pierna izquierda y un cuerpo libre de aspecto cartilaginoso, síndrome de atrapamiento anterolateral y edema del tejido celular subcutáneo anterior en la rodilla derecha”, por lo que le advierten que tendrá que ser operada de “liberación de aletas rotulianas, realineación del aparato extensor y extracción del cuerpo extraño”.
Decide entregar una copia de dichos resultados en su centro de salud y solicitar autorización a un seguro privado que tenía para poder realizar la operación que necesita pero dicha autorización fue denegada, adjuntando como motivo que sus patologías “venían de antes y estaban relacionadas con el trabajo en el supermercado”, por lo que tendría que esperar a la consulta de febrero. En esa consulta, asegura vivir una situación límite, recibiendo risas por parte del traumatólogo al no creerse los informes de las resonancias que estaba aportando y sin siquiera moverse del asiento para explorarla: “Yo pagué de mi bolsillo las resonancias para adelantar trabajo y me dijo que por ser de otro centro privado donde no trabaja él, porque también tiene consulta privada, no se lo creía, así que tendría que repetir las radiografías y una resonancia”, asegura.

A esto habría que añadir un comentario desafortunado por parte del especialista que le hizo revivir situaciones de su pasado: “me dijo que mi problema en las rodillas era por ser obesa, cuando en mi historial clínico puede verse que padezco de bulimia”, un trastorno de alimentación que hasta ese momento mantenía controlado y en el que, asegura, ha vuelto a recaer desde entonces, llegando a una situación insostenible teniendo, incluso, que ser ingresada por ello.
En abril de 2022 acudió a la segunda cita en traumatología y, de nuevo, no recibió solución a sus problemas, por lo que decidió hablar con su médica de cabecera, que le recomendó cambiarse para el área sanitaria de Oviedo. Pasa entonces a depender del centro de salud de Ciudad de Naranco y, por tanto, del HUCA. “A pesar de los dolores y la situación en la que me encontraba, la seguridad social me envía una carta dándome el alta, por lo que tuve que poner una queja de disconformidad aportando imágenes de mis rodillas”, añade. Situación que se repite hasta tener que acudir a urgencias de nuevo pero esta vez sería para quedarse ingresada en nefrología por trastornos de conducta alimentaria. “No tengo queja con mi empresa pero entiendo que no les conviene tener a una persona años de baja y sin solución, aún así me derivaron a la mutua donde me han prometido ayuda psicológica e incluso poder operarme pero no he vuelto a saber nada”, puntualiza.
Nueva área sanitaria
En septiembre de 2022, un año después de la caída, tiene su primera cita con traumatología en el HUCA. Tras varias observaciones y nuevas pruebas, el traumatólogo concluye que “habría que hacer una meniscectomía”. Por tanto, le fechan el preoperatiorio para el día 10 de octubre de 2022 y le piden una operación de forma urgente.

Una vez en su casa, tras haber recibido el alta del ingreso, se despierta a las 8 de la mañana con un fuerte dolor en el costado izquierdo: “fui al baño y, de repente, empecé a toser de forma exagerada y a echar sangre por la boca sin parar, llamé a voces a mi pareja porque el dolor del costado persistía y me llevó a urgencias”. Acababa de sufrir una embolia pulmonar importante en el pulmón derecho y dos infartos pulmonares en el izquierdo. Tendría que quedar de nuevo ingresada y le aseguran que en dos meses como máximo tiene que ser intervenida porque está en riesgo de que se vuelva a repetir.
Al no recibir noticias sobre su operación, el 16 de enero de este año decide ponerse en contacto con traumatología y le dicen que se encuentra en “una lista de espera inmensa y ni siquiera programada para operar”. Eso fue la gota que colmó el vaso para Esther, que, además de llevar “más de 300€ mensuales gastados en medicación”, llegada a este punto ha decidido poner en conocimiento de la prensa, tomar medidas legales e, incluso, ponerse en contacto con el presidente del Principado Asturias y el consejero de sanidad para que escuchen su caso. Hasta entonces, no ha recibido solución para un problema que se está alargando más de un año y tiene claro que “hasta que el miércoles no obtenga respuesta y acabe encadenada, la gente no se creerá lo que está pasando”.
“Me quedaré allí lo que haga falta, poniendo en riesgo mi vida. Ya he comprado mantas térmicas, un saco de dormir térmico, una tienda de campaña impermeable… Me voy a quedar allí día y noche y no me pienso mover”, afirma. “Me dicen que me van a encarcelar por hacer eso pero, ¿qué tengo que perder? Lo único que quiero es que me escuchen”, añade.

Además, quiere hacer un llamamiento a las personas que sufren situaciones similares para que cuenten su caso ya que “hay miles de personas como yo, la gente no se atreve a hablar porque saben que no nos van a hacer caso pero alguien tiene que hacerlo”, concluye.
“No tengo vida”, son las palabras que resumen la situación actual de Esther. Que desde aquel 15 de agosto de 2021 se vio obligada a pasar sus días “de la cama al sofá y del sofá a la cama” porque lo poco que puede caminar termina en caída y con las piernas hinchadas, con moratones y heridas. Caídas que recuerdan a aquella que parecía haber sido un simple golpe y terminó traducida en una situación que ha acabado afectando gravemente a su salud física y mental.