Un festival para quitarse la mochila

Avilés acogió este fin de semana el primer Festival Inclusivo por la Diversidad de Asturias.

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Diego Díaz Alonso
Diego Díaz Alonso
Historiador y activista social. Escribió en La Nueva España, Les Noticies, Diagonal y Atlántica XXII. Colabora en El Salto y dirige Nortes.

Motxila 21 son un grupo navarro formado por personas con síndrome de Down y músicos profesionales que complementan el resto de la formación. Se llaman así por la “mochila” que arrastran todos aquellos y aquellas que nacen con una copia extra del cromosoma 21, es decir, que son síndrome de Down. Este sábado clausuraron por todo lo alto en la Casa de Cultura de Avilés la Primera Edición del Festival Inclusivo por la Diversidad de Asturias (FIDAS), un evento que precisamente invita a quitarse esa “mochila”, aligerar peso y disfrutar de la vida con las menores barreras posibles.

Piqui Aguera, una de las personas que han trabajado en la organización de este evento pionero, único en Asturies, y uno de los pocos que existe en España, señala que las personas con discapacidad o diversidad funcional tienen muchas ganas de participar social y culturalmente, pero chocan con escasez de la oferta de actividades que tienen a su disposición. “Por ejemplo quieren salir de marcha, pero la discoteca no es accesible, y al final o dejan de ir porque no hay condiciones o dependen de un familiar para que les lleve y les recoja” explica esta trabajadora de la Consejería de Bienestar Social, que apunta que “estamos todo el día rodeados de barreras de las que no somos conscientes”.

Actuación de Motxila 21. Foto: Jeru Rueda.

Para detectar esas barreras y superarlas, hace falta no quedarse en casa aislado, enganchado a la televisión y solo en compañía de la familia. Asociaciones como Alarde, de Xixón, llevan años trabajando en la educación artística, el fomento del deporte y el ocio creativo en personas con discapacidad intelectual. Berni Collada, creador de Radio Diversa y uno de los principales impulsores del FIDAS, realiza con ellos talleres radiofónicos y el programa Operación Alarde. Recuerda como algunos de los chavales que al principio “casi no se atrevían a hablar” ahora “no sueltan el micrófono”. “A base de práctica fueron perdiendo el miedo” explica Paula Alonso, colaboradora de Radio Diversa y parte del equipo del FIDAS. Alonso destaca que la radio “les empodera” y que gracias a los programas semanales en los que participan han ganado en “autoestima y habilidades comunicativas”. Algunos de ellos como Manolo, alias Dj Capitán, han descubierto gracias a la radio su pasión por pinchar música, compartiéndola en sus redes en streaming, pero también en sesiones en directo, para que el público baile y se lo pase en grande. Él ha sido precisamente uno de los encargados de poner la banda sonora a la fiesta final del FIDAS.

Una de las actividades. Foto: Jeru Rueda

Alonso destaca la diversidad de actividades y el “ambiente festivalero” del evento, patrocinado por Principado y Ayuntamiento de Avilés, y que durante dos días ha llenado la Casa de Cultura de radio, teatro, deporte, música e incluso un desfile de moda con ropa cedida por Koopera y la diseñadora asturiana Celia B. Desde el festival destacan que la Casa de Cultura avilesina es “100% accesible”, algo que desgraciadamente no siempre se cumple en equipamientos públicos.

Desfile de moda- Foto: Verónica Viejo

Perder la vergüenza a la diversidad y la discapacidad es una de las reglas de oro del festival. Por eso aquí Isidro, el cantante del grupo Tenesse, no ocultó su silla de ruedas. La actuación del histórico grupo de doo woop fue uno de los momentos más celebrados del festival, que también arrancó lagrimas cuando los huérfanos ucranianos refugiados en Asturies interpretaron un espectáculo pacifista, con la guerra en su país como telón de fondo.

Piqui Aguera, Anibal Siñeriz, Paula Alonso y Berni Collada en la Casa de Cultura. Foto: Jeru Rueda

Evitar la infantilización y la sobreprotección es otra de las máximas de los organizadores del FIDAS. Cuando organizan un concurso no se inventan premios de consolación para todo el mundo, sino que enseñan a ganar y a perder con normalidad y sin dramatismos. El objetivo último es lograr la inclusión, que la discapacidad y la diversidad dejen de estar escondidas en “guetos” y se incorporen a la vida cotidiana. “Casi no hay pandillas mixtas” explica Berni, para el que la plena inclusión se logrará el día en que personas con discapacidad y diversidad participen de manera habitual de la vida social y cultural, y de las relaciones interpersonales. De momento, esa mochila sigue pesando, pero cada vez menos.

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