Ana González, el ruido y la furia

El PSOE de Monchu ha decidido apartar la crisis de la agenda política, reiterando su posición política ante el Plan de Movilidad

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Víctor Guillot
Víctor Guillot
Víctor Guillot es periodista y adjunto a la dirección de Nortes. Ha trabajado en La Nueva España, Asturias 24, El Pueblo de Albacete y migijon.

Acelerar la aprobación de un plan (Ana González), forzar su retirada (PSOE), amenazar con romper un gobierno (IU), después amagar (Monchu) y que todo quede finalmente en nada. En cuestión de días y a escasas 8 semanas de unas elecciones municipales, al PSOE le han abierto otra fuga de agua que le impide, por el momento, movilizar el voto e incorporar su agenda a la opinión publicada.

“La vida es una sombra… Una historia contada por un necio, llena de ruido y furia, que nada significa”. Macbeth, Shakespeare, ruido y furia. Aunque Aurelio Martín vaya a por todas con el Plan de Movilidad, aunque IU esté dispuesto a quebrar el gobierno a 58 días de los próximos comicios locales si no sale adelante en lo que resta de este mandato, todo seguirá siendo ruido y todo seguirá siendo furia. O sea, la nada. En términos de gobierno, aquí no se rompe nada o poco se puede romper ya. Podría afirmarse que son los altibajos que sufre una coalición que principió siendo bipartita y minoritaria y que podría culminar, tras el congreso, las primarias del PSOE y el próximo pleno, convertida en una extravagancia tripartita de la ciudad. Pero en términos políticos y electorales sí podría significar mucho: la quiebra de la confianza de su propio electorado.

Ana González, hace varios meses, anunciando que no se presentará a las primarias socialistas, junto a parte de su equipo de gobierno.

El gobierno municipal afronta un proceso de cambio desde las instituciones y el Plan de Movilidad se ha convertido en el McGuffin de esta trágica comedia cercana al esperpento. El gobierno de Ana González (9 concejales) + Aurelio Martín (IU) + PSOE (3 concejales) discute la aprobación de un Plan que no tiene rango normativo y compromete tanto como una declaración de intenciones. Ruido y furia. Hemos tenido otros brotes: el reglamento de laicidad, el conflicto laboral de EMTUSA. Si tratamos de buscar un orden, una estructura, algo que lo defina más allá de las declaraciones y los titulares, quizá nos encontremos ante la manifestación de un proceso de mutación donde convive lo que termina pero no se acaba de ir con lo que llega pero no acaba de aterrizar. O sea, una crisis.

En el gobierno (tripartito) de Ana González se pretende pasar a la posteridad, ruido y furia, aprobando un Plan de Movilidad cuya base legal, una ordenanza, fue tumbada en los tribunales al carecer de una memoria económica suficiente. Lejos de pasar la página, parece que se trata de trasladar a los partidos y a la ciudad su frustración, incorporando la aprobación del Plan a la agenda municipal del Ayuntamiento como si no hubiera pasado nada.

José Ramón García, “Monchu”. Foto: Luis Sevilla

Primer fue el ruido y después la furia. Primero el malestar derivado de haber celebrado una ordenanza de movilidad fallida. El gobierno de Ana González vendió la piel del oso antes de cazarlo y creyó que el descontento no perduraría en el tiempo a pesar de la propia resistencia del PSOE a aceptar esa circunstancia y a pesar de una sentencia que fallaba en contra de su norma. Después la furia, expresada en la amenaza de una ruptura de gobierno, anunciada con demasiada ligereza, si acaso, con demasiada frivolidad. Puede que algo de eso haya, pero no lo explica todo. La estrategia de Ana González verifica algunas conductas, pero no la dimensión del ruido ni tampoco la exagerada furia. Están a tiempo de pensar en términos racionales, en términos de gobierno y, sobre todo, en términos electorales, si realmente son capaces de anteponer los intereses de la izquierda a su propia furia. Conceder a la siguiente corporación la capacidad de colmatar el Plan, con un nuevo gobierno que represente los intereses renovados de la ciudad a partir del 28 de mayo es una opción tan válida como lo puede ser también ignorar desde el PSOE su aprobación, algo que parecen haber hecho después de haberse celebrado este lunes su ejecutiva, visto que el Plan de Movilidad carece de ningún valor jurídico. Una acción resulta tan válida como la otra porque las dos están orientadas a apaciguar el ruido y la furia. Y celebramos que la dirección del PSOE haya optado por calmar los ánimos de todos. En circunstancias como esa, se demuestra la responsabilidad.

Aurelio Martín y Ana Castaño.

Es fácil comprender que de todas las posibilidades que admite la política, probablemente, la de forzar una crisis de gobierno a 58 días de unas elecciones sea la peor porque aparta al PSOE y a IU de la agenda electoral, porque desanima a su electorado, porque alimenta la frustración y porque facilita el camino a la derecha para gobernar después de haber logrado transmitir una idea de paz y convivencia a través de su campaña electoral reamente efectiva. El populismo es un arma eficaz para ganar elecciones. Como en esta crisis nadie gana o sólo gana la derecha, parece que lo más razonable es apartar la crisis anunciada del horizonte inmediato.

Lo que ha sucedido esta Semana Santa en Gijón no llega a ser tan trágico como Macbeth; tampoco es tan cómico, como para ser resuelto en una comedia de Billy Wilder pero sí resulta bastante ridículo, visto desde cualquier perspectiva. Si la izquierda quiere volver a gobernar el Ayuntamiento de Gijón debería comportarse, al menos, de una forma más sensata. El PSOE necesita 12 concejales para que IU y Podemos puedan respaldar un acuerdo de gobierno tras el 28 de mayo. Eso significa que ninguno de ellos, por el momento, ha ganado nada.

A la luz de los últimos acontecimientos, se confirma que el mayor adversario del PSOE no es FORO sino Ana González, quien ha encontrado en la marca del partido un flanco débil desde el que asestar sus últimas estocadas. Es posible que la marca socialista se haya debilitado en estas semanas, a falta de conocer su programa político y ponerlo a funcionar en la ciudad con todo el ímpetu necesario. La expectativa Luis Manuel Flórez “Floro” suma concordia entre los ciudadanos, pero necesita presentar una agenda e incorporarla a los medios para que su simpatía se traduzca en votos. En estas elecciones, son tan importantes las propuestas como los abrazos que el fundador de Proyecto Hombre reparte por doquier para que la candidatura arranque de verdad y se puedan atisbar los 12 apóstoles de la buena nueva.

En El ruido y la furia, la célebre novela que escribió William Faulkner a partir de la frase de Shakespeare, se relata la decadencia de una familia aristocrática del sur de los Estados Unidos, los Compson, que contemplan cómo su poder, vinculado a la propiedad de la tierra, se desmorona con la abolición de la esclavitud tras la Guerra de Secesión. El relato es una buena radiografía de la degradación moral y humana de algunas personas que se niegan a aceptar la realidad, bien sea porque el orgullo les ciega la inteligencia, bien sea porque la furia que provoca su pérdida del poder e influencia les incapacita para pensar, llegando a confundir su furia con la verdad. “La rabia anula los pensamientos; las palabras -dice Faulkner- ya no responden a la conciencia, sino al ruido, al caos”. Las reacciones al cambio pasarán de la autodestrucción al enfrentamiento, pero todas llenarán de ruido y furia la convivencia entre los miembros de la familia y su relación con los demás, a quienes ven como los culpables de su desdicha.

William Faulkner, autor de El ruido y la furia. El mejor novelista de toda la historia.

José Ramón García requiere despejar cualquier conflicto interno para poder imponer realmente su agenda. Que Ana González seguirá dando algún que otro zarpazo, impelida por el ruido o la furia es algo previsible, factible y soportable. Responde más al caos que a la racionalidad política. Basta con aplicar el manual de resistencia y desbordar al electorado y al gobierno realmente existente con nuevas propuestas políticas que los alejen del ruido y la furia, para activar al electorado de izquierdas. El proyecto político de Ana González, si es que alguna vez lo tuvo, poco tiene que ver con el que aprobaron los socialistas hace un año en su congreso. Cuando el nuevo PSOE logró impulsar las primarias, no sólo se enfrentó a un aparato, lo hizo también a la historia, convencido de que Ana González restaba votos a la luz de las encuestas que manejaba entonces. Se diría que en el ánimo de la Alcaldesa está conseguir que Floro saque un resultado peor que el suyo hace 4 años, fracturando el voto del electorado socialista a base de ruido y furia, algo que ni Ana Castaño ni Monchu deberían permitir, algo que ni siquiera les está permitido.

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