¿Hacia un nuevo sindicato campesino en Asturies?

Personas vinculadas al mundo de la agroecología comienzan a debatir la posibilidad de organizarse sindicalmente.

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Diego Díaz Alonso
Diego Díaz Alonso
Historiador y activista social. Escribió en La Nueva España, Les Noticies, Diagonal y Atlántica XXII. Colabora en El Salto y dirige Nortes.

Movimientos en el sindicalismo campesino asturiano al margen de UCA y COAG, dos históricas organizaciones que no viven hoy su mejor momento. Si a finales del pasado año la asociación Asturias Ganadera impulsaba un nuevo sindicato, la Unión Rural Asturiana, ahora también personas vinculadas al mundo de la agroecología están debatiendo la organización de una nueva fuerza sindical de carácter feminista y ecologista.

¿Necesitamos un sindicatu? fue precisamente la pregunta con la que a finales de abril concluyeron los actos del mes de las luchas campesinas organizados por diferentes entidades ecologistas y vinculadas al mundo rural. En el Centro Social L´Apiaderu un grupo de campesinos, ganadores, productores rurales y otras personas vinculadas al mundo de la agroecología se sentaban a pensar cómo podría ser un nuevo sindicato para el mundo rural asturiano.

Un momento de la reunión. Foto: María Arce.

Brais Álvarez, agricultor y apicultor de Pontenova, Lugo, y dirigente del Sindicato Labrego Galego, trasladó al grupo asturiano la experiencia de una organización surgida en el tardofranquismo, y que es en la actualidad la segunda con más implantación en el mundo rural gallego. Para Brais, “un sindicato, aunque sea minoritario, siempre tiene más fuerza que una asociación”, y por eso recomendó recurrir a este tipo de organización para ganar peso frente a la administración. Según Álvarez los problemas a uno y otro lado del río Eo “son muy parecidos”: “en Galicia pasamos de 80.000 a 5.800 explotaciones de leche. Supongo que en Asturies es algo parecido. Los que estamos en el campo estorbamos para el neoliberalismo”.

“En Galicia pasamos de 80.000 a 5.800 explotaciones de leche”

El sindicalista, miembro de la dirección nacional del sindicato, con una afiliación más envejecida, pero una dirección muy joven, señaló entre los problemas comunes los abusos de los intermediarios o la falta de interés de las administraciones en fomentar la pequeña producción: “la venta directa y la compra pública son fundamentales para la soberanía alimentaria y para un medio rural vivo”. No solo quieren producir a buenos precios, sino también producir alimentos de calidad y cuidando el medio ambiente. Para facilitar la eliminación de intermediarios potencian los grupos de consumo y los mercados tradicionales en las plazas de villas y ciudades.

Brais Álvarez en L´Apiaderu. Foto: María Arce

Álvarez señaló entre los objetivos del Sindicato Labrego el mundo rural vivo y la soberanía alimentaria, buscando alianzas entre campo y ciudad, consumidores y productores. El Sindicato admite sólo a pequeños productores, autónomos o con empleados puntuales o que no supongan el grueso de la explotación. La lucha en defensa del territorio y la oposición a los grandes proyectos mineros, eólicos y de plantaciones de eucaliptos son otras de las líneas de trabajo del sindicato, que mantiene acuerdos con COAG, el Sindicato Andaluz de Trabajadores y Euskal Herriko Nekazarien Elkartasuna, y a nivel internacional con la CNA prortuguesa y Vía Campesina.

Foto: María Arce

Otro de los campos en los que trabaja el Sindicato Labrego es en la formación y en la búsqueda de relevo generacional en el campo a través de una escuela de agroecología. Una idea que resultó interesante para el grupo asturiano donde les gustaría ponérselo más fácil a los que vengan detrás y “que la caguen menos de lo que la cagamos nosotros”, bromea alguien.

La vivienda asequible en tiempos de turistificación del mundo rural, la atención sanitaria de calidad, las escuelas infantiles o la necesidad de espacios públicos para el ocio, la cultura y la socialización, fueron algunos de los temas que salieron en la reunión, en la que también se habló de buscar alternativas colectivas para realizar procesos de transformación de los alimentos, para el reparto y la distribución o para suplir bajas laborales e incluso vacaciones, algo en lo que el movimiento campesino francés lleva años de ventaja, se señaló en una reunión que sólo es el principio de un proceso todavía en discusión.

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