En Asturias no se habla de un gobierno de Diego Canga ni de VOX. El Frente Único de la derecha, PP con motor VOX, no está en la agenda de los asturianos. En Asturias tampoco se habla de crisis energética, ni de recesión. Se habla de crisis en la sanidad pública, se habla de emergencia climática. También se habla de infraestructuras y de gestión local. Los discursos apocalípticos de hace tres años se han diluido. La tormenta de la inflación parece contenida. Se habla de todo eso y también se habla de un gobierno de coalición “a la izquierda”. Se habla en Valencia, se habla en Barcelona, en Extremadura. También se habla de ello en Asturias. Ovidio Zapico logró cambiar la agenda política asturiana el primer día de la campaña electoral. Se podría defender un programa político durante los siguientes quince días pero, sobre todo, se discutiría del grado de pluralidad que habrá en el próximo gobierno hasta el 28 de mayo y más. Había entonces como lo hay ahora una absoluta determinación en el coordinador de IU por el cambio en la estrategia de la izquierda. Desde fuera sólo se puede influir, pero sólo desde dentro se puede gobernar y cambiar las cosas.
Adrián Barbón reaccionó inmediatamente después, proclamando su deseo de gobernar en solitario, con otros socialistas e independientes. No contempla otro escenario o, mejor dicho, no lo quiere contemplar. Pero Ovidio Zapico ha hecho algo más que manifestar una pretensión legítima. Ha vinculado todos sus votos a un gobierno plural, sincronizando la realidad política que se vive en el gobierno estatal con la asturiana. Quiere decirse que todos los huevos que recoja Zapico hasta el 28 de mayo van a estar en el mismo cesto, en ese cesto, o sea, el cesto del gobierno de coalición. Como en la Comunidad Valenciana, como en Barcelona, como probablemente suceda en Extremadura. Ligar la diversidad política asturiana a la de otros territorios no deja de ser una buena forma de sincronizarnos con los demás. El mapa político de IU es más riguroso que el del Secretario de la FSA.

Como ya hemos dicho aquí, la extinción de Ciudadanos deja poco margen de maniobra a Adrián Barbón para desplegar su geometría variable, salvo que Diego Canga (con motor VOX) decida gobernar en minoría. La misma abstención juega a favor de un gobierno en minoría socialista como a favor del Frente Único de la derecha. Pero la determinación de un líder político es siempre magnética. En función de su intensidad atrae a otros cuerpos hasta fundirse con ellos dando lugar a uno nuevo y más grande, provocando cambios cualitativos. Es lo que está sucediendo en estos momentos, cuando Canga afirma que el día 29 seguirá viviendo en Asturias y que lo seguirá estando hasta que Adrián Barbón sea reelegido presidente. Y sólo será presidente con los votos de IU.
Las circunstancias han querido que Zapico celebrase este sábado su último mitin junto al Ministro de Consumo, Alberto Garzón, en Pola de Siero, donde el vicepresidente del gobierno, Juan Cofiño, ejerce de Secretario Local Socialista. En el Auditorio, el coordinador de IU y candidato de Convocatoria por Asturias volvió a mostrar la misma determinación que expresó a Nortes en su primera entrevista. Quiere gobernar. Los empresarios y los presidentes de las Cámaras de Comercio también saben que Zapico quiere gobernar. Y ahora le temen. Es uno de los principales efectos que produce la determinación política y de eso, Zapico, va estos días sobrado, a tenor de las encuestas y de las reuniones que ha mantenido con el empresariado asturiano. En la reunión con la FADE y las Cámaras, el coordinador de IU les dijo lo que ellos ya sabían: que son un lobbie que tiene cogido al gobierno por los huevos y puso la Ley de Calidad Ambiental como ejemplo.

Vincular el voto de IU a un gobierno de coalición es una jugada arriesgada, en un clima electoral definido por la abstención (en eso Barbón acierta), pero produce un efecto importante. Por una parte, obliga a Zapico a consolidar un resultado superior al que obtuvo en 2019. Por otra, añade más presión al gobierno de Barbón que tendrá que convencer a Cofiño de la necesidad del cambio. Difícilmente podrá el Secretario de la FSA encontrar un argumento razonable que lo enfrente a los 50,000 votos que necesita alcanzar Zapico para que, en la sede de la FSA, empiecen a aceptar que habrá cambios en Fruela. Esta semana, por supuesto, no sólo se discutirá sobre coaliciones. Habrá que movilizar mucho el voto.
Entre la determinación de unos y el miedo de otros, hay que movilizar el voto de la izquierda para que el valor y el temor tengan sentido. Y esta es la clave en la que los presidentes de las Cámaras de Comercio han actuado como mensajeros de Cofiño. El 28 de mayo sabemos que se iniciará una mutación del próximo gobierno. Durante el proceso, habrá tensiones, elementos que se querrán disgregar antes de verse subsumidos en una forma nueva que una parte de los socialistas no desean. En las fusiones, también participan fuerzas repelentes. Sabemos que el vicepresidente del gobierno, Juan Cofiño, oídas las Cámaras de Comercio, se ha situado en esta dinámica. Si Zapico asume una cartera económica, el vicepresidente se retirará a sus cuarteles de invierno, a Pola de Siero, donde los huevos de algunos colgarán de la chimenea, completamente pintos.