El Presidente compareció poco antes del mediodía para anunciar la convocatoria de elecciones, después del barrido que el PSOE y Podemos sufrieron este domingo en los últimos comicios locales y autonómicos. La ola azul y conservadora que baña toda Europa ha llegado a la península ibérica como un tsunami. España, convertida en una plataforma socialdemócrata en un continente derechizado desde hace dos años, no es ajena a los huracanes que soplan en otros países. Pedro Sánchez miró atentamente a la cámara y habló como quien formula un teorema o una ecuación cuántica. Los físicos suelen hacer literatura con las ecuaciones. Les gusta que sean escritas de la forma más exacta, elegante y limpia. E=mc². De este modo sintetizó Einstein la teoría de la relatividad. Un verdadero alarde de síntesis. Una hermosa ecuación que sirvió para ejecutar el Proyecto Manhattan.
De un modo similar, Pedro Sánchez formuló su teoría de la relatividad esta mañana. Lo hizo de un modo serio y sin ningún síntoma de afectación, aunque sus palabras resonaron como una bomba nuclear. Tenía la mirada endurecida, el rostro inexpresivo, sin esperanza pero sin miedo, como si estuviera dispuesto a beberse un vaso de sangre o asir con la mano un picahielo: “He tomado esta decisión a la vista de los resultados de las elecciones autonómicas y municipales. Muchos presidentes y alcaldes socialistas con gestiones impecables se van a ver desplazados, incluso a pesar de ver aumentado su apoyo. Esas instituciones pasarán a ser gobernadas por el PP y Vox. El sentido del voto traslada un mensaje que va más allá. Asumo en primera persona los resultados y creo necesario dar una respuesta y someter nuestro mandato a la voluntad popular. El Gobierno ya ha sacado adelante las grandes reformas comprometidas. Nuestro país se dispone a desempeñar una responsabilidad muy importante como es la presidencia de turno del Consejo de la UE. Todo esto aconseja una clarificación de los españoles sobre las fuerzas políticas que deben liderar esta fase y las políticas a aplicar. Solo hay un método infalible, que es la democracia. Lo mejor es que los españoles tomen la palabra para definir sin demora el rumbo político del país”
Podría haber dicho “O yo o el caos” pero lo relevante es que el Presidente lo dijo contra todo pronóstico, como un killer sentimental, dispuesto a jugarse la vida política a un todo o nada asumiendo toda la responsabilidad de la derrota, toda el desastre, convertido en un soldado kamikace que puede lograr nuestra salvación. Es en las situaciones más adversas cuando Pedro Sánchez ha demostrado los mejores ejemplos de liderazgo. Su victoria en el 39º congreso destruyó a la vieja guardia socialista, su moción de censura contra Mariano Rajoy tumbó a un gobierno indecente, la declaración del estado de alarma protegió a los españoles de una amenaza invisible, un volcán nos hizo ser conscientes de lo frágiles que podíamos llegar a ser, su órdago a los países de la UE nos devolvió la excepción ibérica ante una inflación desbocada. Es en la encrucijada cuando irrumpe el carácter épico y feraz de Pedro Sánchez, entre la astucia y coraje, desbordando el imaginario colectivo de los españoles.
En ocasiones, el Presidente se ha comportado como Lee Marvin o Parker en A quemarropa. El de este lunes era también frío, solitario y final. La Moncloa ha sido La Roca desde la que ha desplegado un sentido del poder tan implacable como individual. De esa manera se comportó contra su propio partido, con el mismo estilo apartó a Adriana Lastra de cualquier cargo orgánico y ahora lo vuelve a hacer mirando directamente a los ojos de todos los españoles. A un mes de asumir la presidencia semestral del Consejo de la UE, interpela a los ciudadanos a clarificar qué es lo que quieren, al tiempo que, asediado por Núñez Feijoo en un extremo y Santiago Abascal por otro, parece decidido a cortar las cuerdas de un puente colgante sobre el que se tambalea la democracia. Sánchez pisa el acelerador y obliga a SUMAR a clarificarse. Después de la intervención de esta mañana, parece bastante claro que no hay tanto espacio a la izquierda del PSOE. Si de Magariños la izquierda hubiera salido más unida, hoy no estaríamos lamentando la debacle en tantos ayuntamientos y comunidades. Se cumplió el plan de Yolanda: llegar a la negociación con Podemos tocado. El pulso entre el partido de Ione Belarra y Yolanda Díaz y los partidos alineados en SUMAR ha salido muy caro. Hoy todos llegan debilitados a las generales, aunque unos más que otros.
Aprobadas las grandes reformas de la legislatura, cumplidos los compromisos políticos más importantes, Sánchez puede permitirse la capacidad de sacrificar su mejor imagen internacional y reclamar el mismo compromiso a las clases medias y trabajadoras que le otorgaron su confianza en 2018 y 2019. El Presidente ha jugado su baza y ahora toca saber si, en la misma encrucijada, SUMAR, Podemos y los españoles saben estar a la altura o, si por el contrario, prefieren que sea un gobierno respaldado por la extrema derecha el que decida su destino los siguientes cuatro años. La pregunta es directa: ¿A quien prefieren en La Moncloa liderando nuestro país en tiempos tan inciertos?