“Lo de Clarín y Oviedo es un caso insólito. Solo se puede comparar con lo de Salman Rushdie”

"La ciudad no ha acabado de digerir La Regenta", cree el escritor Ricardo Labra, que lamenta que el ayuntamiento haya votado en contra de reconocer a Clarín como hijo adoptivo

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Bernardo Álvarez
Bernardo Álvarez
Graduado en psicología y ahora periodista entre Asturias y Madrid. Ha publicado artículos en ABC, Atlántica XXII, FronteraD y El Ciervo.

A comienzos de este mes de mayo, en el que fue el último pleno municipal de la legislatura, el Partido Popular ovetense votó en contra de la propuesta de Vox de reconocer al escritor Leopoldo Alas «Clarín» como hijo adoptivo de la ciudad. De esta forma se escribía un nuevo episodio en la difícil y conflictiva relación entre el novelista y la ciudad que tan magistralmente retrató en La Regenta.

Al “clarinista”, investigador y poeta Ricardo Labra no le sorprendió esta decisión de los populares ovetenses. Cómo le iba a sorprender, si ha escrito todo un libro-El caso Alas «Clarín». La memoria y el canon literario, Ediciones Luna de Abajo-desgranando los sucesivos desencuentros entre la memoria de Clarín y la ciudad que dormía la siesta.

Oviedo no ha acabado de hacer una digestión de La Regenta pese al tiempo que ha pasado”, observa Labra, “está siendo un camino largo y sinuoso, desde 1885”. Para el autor, una de las claves que explican esta infructuosa digestión que ya dura siglo y medio “es que Oviedo tienen la característica de que se perpetúan las estructuras dominantes de la ciudad. Las familias que aparecen en los años en los que se empieza a silenciar a Clarín aún perduran en Oviedo. Esto que pasa son ramalazos de esa herencia retardataria”.

Caricatura de Clarín

Según Labra, esa animadversión hacia el novelista por parte de las élites carbayonas tiene un componente familiar, pero también ideológico. “Clarín tenía un espíritu de apertura y siempre fue muy progresista”, explica el experto, “cuando fue concejal planteó la secularización de los espacios públicos, que se desligasen los ámbitos religiosos y políticos. Esto, para las fuerzas ultracatólicas y conservadoras de la ciudad, era algo muy complicado de digerir”.

“Este es un caso insólito”, continúa, “que solo se puede comparar con Salman Rushdie. En cuanto a la anatemización del escritor podemos hacer paralelismos con lo de Rushdie, en el sentido de que todo parte de un edicto religioso”. Efectivamente, el primer gran crítico de Clarín fue el obispo ovetense Martínez Vigil, que formuló una dura crítica ideológica de la novela y acusó al autor de “salteador de honras ajenas”. “Esta decisión del ayuntamiento”, opina Labra, “forma parte de una onda expansiva de aquello que creó una especie de leyenda negra sobre Clarín”.

No cree Labra que existe “ninguna ciudad que haya tenido una relación tan conflictiva con la obra que la transporta a la literatura universal, que la convierte en una obra de arte”. Para remediarlo, “Oviedo podría hacer muchas cosas. Por ejemplo, poner una serie de placas en los lugares donde vivió Clarín. La gente tiene que saber que escribió La Regenta en Uría 34, dónde murió…Eso es algo que está en cualquier ciudad. Además, en el monumento que tiene en el Parque San Francisco habría que recuperar la imagen original, creada por Álvarez Laviada, de La verdad desprovista de toda hipocresía”.

Remata Labra recordando que no se trata únicamente de una cuestión literaria o ideológica, sino de la posibilidad de fomentar un turismo cultural de calidad: “Oviedo tiene a sus escritores en un absoluto olvido. ¿Qué ciudad no quisiera tener a Feijoo, a Clarín, a Ángel González, a Pérez de Ayala, a Dolores Medio? Vas a Lisboa, por ejemplo, y tienes a Pessoa en todas partes. Aquí no están por ningún lado”.

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