Es 2020, un jovencísimo diputado se sube a la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados para dar un discurso. Su aspecto es extraño, pero no deja lugar a dudas: traje de solapa ancha, patillas, raya a un lado y unas pequeñas gafas redondas. Es, lo que comúnmente podríamos llamar, un “personaje”. Se trata del diputado de Vox José María Figaredo Álvarez-Sala (Xixón, 1988) y en esta particular escena le está diciendo a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que los españoles ven cómo sus impuestos “van destinados a pagar putas y coca”.
José María Figaredo es conocido como José María, Chema o Figaredo. Fue cabeza de lista de Vox por la circunscripción asturiana en las primeras elecciones de 2019, reeditó en las segundas y repite una vez más en los comicios de 2023, en los que todas las encuestas coinciden en que seguirá ocupando un escaño en la madrileña Carrera de San Jerónimo.
Vale, sabemos qué es Figaredo, pero ¿quién es? Para responder a esa pregunta tenemos que retroceder unos años. Casi 200.
En 1866 se concede la explotación del coto Paz a un hombre, Vicente Fernández Blanco. Fundan la sociedad “Coto Paz”. Es el inicio de una larga trayectoria minera por parte de esta familia en el valle de Turón —más concretamente en la parroquia mierense de Figaredo—. Casi medio siglo después, en 1915, el hijo de Vicente, Inocencio Fernández Martínez de Vega, a quien podemos atribuir la expansión del negocio de su padre, adopta un nuevo apellido que vinculará a familia y empresa con el territorio: nace el apellido “Figaredo”, que vendría a sustituir al común “Fernández”.
El hijo de Inocencio, the first Figaredo, tuvo el nombre de su abuelo. Vicente Figaredo Herrero fue uno de los propietarios de la flamante Minas de Figaredo S.A. Vicente (nieto) tuvo ocho hijos, entre ellos, Aurora y José María Figaredo Sela. La primera se ennovió con un banquero, un tal Ramón Rato Rodríguez San Pedro, de esa unión nacen una niña y dos niños: María de los Ángeles, Ramón y Rodrigo.
Sí, es el mismo Rodrigo Rato en el que estáis pensando. Vicepresidente y ministro de Hacienda en el Gobierno de José María Aznar, director del Fondo Monetario Internacional, presidente de Bankia y residente eventual de la prisión de Soto del Real. Rato fue declarado culpable y condenado a cuatro años de prisión por el escándalo de las tarjetas black.
Es 1978 y el mundo lleva cinco años enfrascado en la crisis del petróleo. España atraviesa una penosa situación económica. El recién elegido comité de empresa de Minas de Figaredo acude a negociar la renovación de su convenio colectivo, pero la realidad con la que se encuentran es distinta a la que esperaban: la compañía va a declarar la suspensión de pagos y toda la plantilla —entre 1000 y 2000 mineros— se quedarían en la calle. Los trabajadores inician un conflicto laboral que dura más de un año y en el que exigen que la compañía sea nacionalizada e integrada en Hulleras del Norte Sociedad Anónima (HUNOSA).
El objetivo fue conseguido tras muchas acciones. Una de ellas fue la toma de José María Figaredo Sela como rehén, a quien mantuvieron unas horas retenido en lo alto de un castillete. Those were the times.
José María Figaredo Sela tuvo 9 hijos, uno de ellos fue José María Figaredo Rodrigáñez, empresario del mundo de la edición y la impresión y más tarde de la hostelería. De su enlace con la enfermera Ana Álvarez-Sala Sanjuán nace otro José María en esa dinámica onomástica mimética: nuestro protagonista. José María, hijo de José María, sobrino de Rodrigo, nieto también de José María, bisnieto de Vicente y tataranieto de Inocencio. Es hijo único, aunque cuenta con 60 primos y primas; tuvo una educación austera pese a ser miembro de una de las familias más ricas de Asturies.
Nació en Xixón, aunque cursó estudios en los Jesuitas de Oviedo, en el Colegio San Ignacio. Estudió Derecho y ADE en la Universidad Pontificia de Comillas. Desde su salida de la facultad se ha dedicado profesionalmente al Derecho, especializándose en arbitraje. Después de siete años cotizando a la Seguridad Social en el mundo privado salta a la primera línea política cuando encabeza por primera vez la lista asturiana de Vox al Congreso de los Diputados, paso que habría dado de la mano del entonces presidente del partido en el Principado, Rodolfo Espina —y no por decisión de Santiago Abascal, como el propio Figaredo ha declarado en distintas entrevistas—.
En una carta abierta publicada en medios, Espina denuncia “las puñaladas por la espalda” de personas a las que supuestamente él habría “puesto personalmente en los cargos” siendo presidente del partido en Asturias, a saber: “un diputado nacional, dos diputados provinciales y diez concejales”. “Al final todos se olvidaron de lo que les había concedido”, sentenciaba. Rodolfo Espina acabaría saliendo de la formación para integrarse en Valores, una escisión murciana del partido de Abascal.
El suyo no es el único testimonio que señala esta deriva. Fernández de la Pradilla, asesor económico del Grupo Parlamentario en la Junta General también denunció prácticas abusivas y conductas opacas por parte de la dirección de Ignacio Blanco y Juan Castilla Rilo con la connivencia de “cargos electos” aupados en su momento por Rodolfo Espina.
En cualquier caso, Figaredo llegó a la formación incluso antes de recibir el apoyo de Espina, ya que él mismo sería el encargado de registrar la marca “Vox”. También colaboró en la redacción de los Estatutos y otra documentación jurídica.
Cuatro años después de recoger su acta de diputado, el joven abogado fue designado presidente del Comité Provincial —Vox no tiene estructuras autonómicas— por el Comité Nacional. La elección se realizó sin primarias, como sí había ocurrido en los casos de Blanco y Espina. Su liderazgo ha sido contestado desde el principio. Fuentes del partido critican algunas de sus decisiones, que habrían llevado a la formación, según indican, a perder afiliación y no aprovechar su potencial electoral.
Uno de los pasos más controvertidos de Figaredo como presidente fue la elección de candidatos y candidatas en las elecciones municipales. En Xixón, su coordinadora local, María Muñiz, dejó su cargo después de que la militancia se enterara por la prensa de la designación de Sara Rouco como candidata a la Alcaldía frente a Eladio de la Concha, quien ejerció como portavoz del Grupo Municipal en el anterior mandato. En Oviedo, a un mes de los comicios, la dirección decidió apartar a quien ya había sido confirmada como candidata, Cristina Coto.
El caso de la capital tiene enjundia. Coto, que había sido portavoz municipal en el Ayuntamiento en el mandato del bipartito, fue sustituida por Sonsoles Peralta. La decisión habría estribado en una pugna por decidir el resto de la lista electoral: mientras la portavoz y candidata quería componer su equipo, desde el Comité Provincial imponían un nombre: Elena Figaredo Sanjuán, prima del diputado. La actualmente concejala padeció de un apego intermitente a Vox ya que, tras cursar baja de la organización, se reengancharía de nuevo más adelante.
El cambio de orientación en Oviedo fue duramente criticado dentro y fuera de Vox. La ciudad amanecía un día de mayo empapelada con carteles y pasquines en los que se señalaban los vínculos familiares entre Figaredo y Figaredo y se le acusaba de nepotismo. Cristina Coto había granjeado cierto prestigio tras cuatro años de trabajo sin demasiadas estridencias. Personas cercanas a la formación de Abascal creen que la apuesta por Peralta truncó las expectativas electorales del partido.
Figaredo ha dejado impronta de su ideología en sus distintas intervenciones en el Congreso de los Diputados. En diversas ocasiones se ha desvelado negacionista del cambio climático; ha llamado “paguitas” o “compra de voluntades” a las ayudas a jóvenes aprobadas por el Gobierno de coalición; se refiere a Bildu como “amigos de la ETA“; critica a quienes solo han vivido de la política, aunque, cuando acabe la próxima legislatura, él habrá estado más años siendo diputado que empleado del sector privado; se opone a la oficialidad del asturiano y cree que la “llingua” es un artificio inventado “antes de ayer”.
José María Figaredo Álvarez-Sala ha sido desde 2022 secretario general del Grupo Parlamentario, cargo en el que sustituyó a Macarena Olona cuando esta se presentó a las elecciones andaluzas. Ahora, se propone revalidar su escaño, desde donde teje discursos como el que dirigió a la vicepresidenta Teresa Ribera y en el que criticaba que en España se vertieran “sin motivo alguno” hectómetros cúbicos de agua al mar. Ribera respondía a este discurso en un viral spot de campaña: “no se tira agua al mar, se llaman ríos”. Ante la extrema derecha, la imparable fuerza de la evidencia.