Entre junio de 2017 y julio de 2022, Adriana Lastra llegó a ser Vicesecretaria del PSOE. Nadie habría imaginado entonces que su nombre pasaría a acompañar la de otros socialistas que habían detentado todo el poder dentro de la organización política más veterana de la historia de España. Piensen en Elena Valenciano, José Blanco y, sobre todo, Alfonso Guerra.
La socialista riosellana había sido una joven discípula de Javier Fernández hasta que Pedro Sánchez, elegido Secretario General del partido, decidió que no se debía abstener al gobierno de Mariano Rajoy que inauguraba su segundo mandato durante legislatura de 2015. Aquel “no es no” abrió la mayor crisis interna de la historia del PSOE provocando la caída de Pedro Sánchez. Hasta la convocatoria de un nuevo congreso, Javier Fernández fue presidente de una gestora. Adriana Lastra se abstendría en la investidura de Rajoy “por imperativo legal”, y Pedro Sánchez renunciaría a continuar siendo diputado y Secretario General del Partido Socialista. La gestora de Javier Fernández no apuntaló nada durante su mandato y aquel periodo culminaría con un proceso de primarias en 2017 que desembocaría en el retorno de Pedro Sánchez a la Secretaría, con poderes plenipotenciarios. En todo ese periplo, Adriana Lastra fue su lugarteniente , con el que inició una carrera, pueblo a pueblo, por España, hasta elevarlo nuevamente a la cima del partido. Ella sería su sherpa en el camino, su número dos.

Con Adriana Lastra y Pedro Sánchez todo parece inédito, todo es siempre una primera vez. La primera vez que un secretario descabalgado vuelve a ganar unas primarias, la primera vez que el líder de la oposición tumba en una moción de censura a un presidente español, la primera vez que logra constituir un gobierno de coalición, la primera pandemia, el primer volcán. Efectivamente, las elecciones de 2019 inauguraron el primer gobierno de coalición de la democracia española y Adriana Lastra iniciaba un nuevo ciclo político lleno de reformas y una estabilidad institucional por la que nadie daba un duro. Aunque Lastra tenía todas las papeletas para ser ministra, tras la firma del acuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos, la socialista vinculada históricamente al socialismo guerrista, a la corriente del SOMA y a Adrián Barbón, se convertiría en portavoz y jefa del grupo parlamentario socialista hasta el año 2022.
En eses tres años, la diputada asturiana negoció con otras fuerzas parlamentarias los ERTES, la prórroga de los decretos de los Estados de Alarma, la subida del SMI, pero su influencia interna se iba diluyendo paulatinamente hasta que en 2022, tras el 41 Congreso de Valencia, dejó de ocupar la Vicesecretaría del PSOE. La posterior crisis de gobierno la apartó del cargo, tras mantener un pulso con el actual Secretario de Organización, Santos Cerdán.

Asturias no es sólo su lugar de nacimiento. Es también su refugio político. Su intento de gestionar el post-sanchismo hace más de seis meses terminó de lapidar la confianza que Pedro Sánchez había depositado en ella cinco años antes. No ha sido así con el reelegido presidente asturiano Adrián Barbón. Sus vidas políticas han permanecido trenzadas desde que ambos militaran en las Juventudes Socialistas. Tras ser madre y apartarse de la vida política, el Secretario de la FSA la ha rescatado del ostracismo al incorporarla a la vida activa nombrándola Secretaria de Acción Política e Institucional de la Federación. Hoy es cabeza de lista en la candidatura socialista por Asturias y, probablemente, termine siendo Secretaria de Organización de la FSA, en cuanto Barbón nombre a los próximos consejeros de su gobierno. Por el momento, ha conseguido que los nombres que la acompañan en la candidatura estén subordinados a su propia voz, razón por la que Pachi Blanco, Secretario de Estado de Industria, decidió apartarse. Desde Madrid no le quitan el ojo de encima. Está bajo estricta vigilancia. Desconfían de ella. Sopesan seriamente que intente llevar a cabo algún movimiento interno si los resultados no son favorables al hombre que la hizo ser alguna vez tan poderosa como lo fue Alfonso Guerra.