Las tomas de posesión valen más por las formas protocolarias que se llevan a escena que por las palabras que se dicen. La solemnidad es un clima sobre el que flotan los mensajes de una manera más implícita que explicita. Lo que no se dice vale tanto como aquello que se proclama. La de Adrián Barbón fue una celebración de su palabra, antes que la representación de un nuevo ciclo político, la capitalización del pasado democrático resolviéndose en un acto litúrgico al que dedicó a penas unas breves frases para bocetear su proyecto político durante la próxima legislatura. Es posible que, al tiempo que reordena su gobierno buscando el encaje de todas las consejerías también esté negociando los objetivos con su socio de gobierno, Ovidio Zapico.
Analicemos la liturgia de ayer desde el prisma nacional. Lejanía. Esa es la palabra que define la relación entre el gobierno de Pedro Sánchez y Adrián Barbón. Esa es la sensación que se vivió ayer. Aunque la distancia no pase de 500 kilómetros se diría que ambos presidentes mantienen una relación más distante, atropellada, torpe, inspirada en la desconfianza antes que en la complicidad. La solemnidad del acto del jueves expresa muy bien la falta de sintonía que hay entre uno y otro. La clave que explique esta indiferencia no sea Barbón ni Sánchez, sino Adriana Lastra, que estuvo presente en el acto.
Si atendemos a la presencia institucional de otras administraciones, el abismo que separa a ambos presidentes se vuelve a hacer presente. Isabel Rodríguez García, portavoz y Ministra de Política Territorial, acudió en nombre del Gobierno, acompañada de María Chivite, presidenta en funciones de Navarra, Alfonso Rueda, presidente de Galicia, Alfonso Fernández Mañueco, presidente de Castilla y León y Emiliano García-Page, presidente de Castilla La Mancha. Barbón agradeció a todos ellos su presencia desde lo alto de la escalinata del palacio de la Junta del Principado, un edificio simbólico, neoclásico, ubicado en la calle Fruela de Oviedo, desde cuyo sótano se aprueban las leyes asturianas y se desarrolla la vida parlamentaria asturiana.

En todo el discurso del Secretario de la FSA, no hubo una sola alusión a Pedro Sánchez. La agenda política del gobierno de Barbón estuvo marcada por la pandemia y un estatuto fallido que vació de contenido la actividad de la Junta durante el último año y medio de la pasada legislatura. Entre sus logros siempre ha destacado el incremento del número de conexiones aéreas que ha tenido Ranón con unas cuantas capitales europeas. Investido presidente del Gobierno la semana pasada, Barbón tiene la oportunidad de reforzar el puente aéreo de la calle Fruela con el palacio de La Moncloa. Recuerden que el PSOE solo gobierna en dos comunidades autónomas desde el 28 de mayo. Ayer García-Page estaba más cerca del Presidente asturiano que Pedro Sánchez. Estaremos atentos.