Almudena García es una de las personas que forma parte de la Revuelta de Mujeres en la Iglesia de Asturias, un movimiento que aspira a reformar una de las instituciones más antiguas del mundo. La Revuelta, que funciona en varios lugares de España, defiende que la Iglesia debe modificar sus anquilosadas estructuras y darle un mayor protagonismo a la mujer, tanto en su doctrina como en sus organismos.
Hasta la fecha, la Revuelta de Mujeres en la Iglesia de Asturias se han dedicado principalmente a formarse: reunirse y leer teología feminista o hecha por mujeres para asentar las bases de sus reivindicaciones. Pero también entienden que es su función participar en el debate público aportando un punto de vista particular de los asuntos eclesiásticos.
Así ha sido con la polémica generada por la homilía del Arzobispo Jesús Sanz Montes en Covadonga el pasado 8 de septiembre, que ha empujado a estas mujeres a emitir un comunicado en el que le reprochan al arzobispo “mirada inmisericorde, unilateral, que solo adoptan los profetas de las desgracias (…) Queremos decirle que muchas mujeres en la Iglesia somos feministas y agradecemos a este movimiento las aportaciones que ha hecho y hace a la igualdad y la mejora de la condición femenina y el progreso social. Y creemos que tenemos que tomar nota de ello dentro de nuestra Iglesia”.
¿Qué es la Revuelta de Mujeres en la Iglesia? Es un movimiento que acaba de llegar a Asturias, pero ya lleva un tiempo funcionando en otras partes del país
Es un movimiento de mujeres que se planta y que dice que ya está bien de que no haya igualdad dentro de la Iglesia. Yo pertenecía a un movimiento que se llama JEC, Juventud Estudiante Católica, y a finales de 2022 celebramos en Madrid el 75 aniversario de su existencia. Allí contacté con Lala Franco, y me dijo que querían echar a andar la revuelta en Asturias. Consiste en pedir la igualdad entre hombres y mujeres dentro de la Iglesia, no dar por supuesto que las mujeres somos esas pecadoras que dice el arzobispo, y que tenemos los mismos derechos y obligaciones que nuestros compañeros varones. No es solo que se pida el sacerdocio femenino, que también, sino que entendemos que la Iglesia tiene que cambiar la estructura de manera que la sensibilidad y la vivencia de la fe de las mujeres tenga el mismo valor que la de los hombres.

¿Cuál es la situación actual de la mujer en la Iglesia?, ¿en qué aspectos creen que debe reformarse para acabar con esa discriminación?
Tenemos que estar en todas las decisiones de la Iglesia; en la propia liturgia tiene que haber una sensibilidad femenina; se tiene que estudiar la teología hecha por mujeres, que la hay y de muchísima calidad; tiene que cambiar el papel que ocupa la mujer dentro de la Iglesia y todo el discurso que hay en torno a la feminidad. Todo eso hay que desterrarlo, porque a nivel social ya está desterrado. Nuestra función ya no es únicamente de cuidados. Ya nadie se atreve a decir que la mujer es valiosa solo porque cuida, y sin embargo la Iglesia sigue manteniendo eso.
¿Cómo reacciona la jerarquía eclesiástica ante sus demandas?
A nivel institucional cuesta muchísimo, entre otras cosas porque niegan la mayor. Niegan que la mujer no esté bien considerada en la Iglesia. Como si fuese una petición irracional e imposible, y si partes de ahí, si niegas la mayor, no hay nada más que rascar. Pero lo que hacemos es seguir insistiendo en que eso no está bien, que no es aceptable y que nos tienen que escuchar, les guste o no.
¿El pontificado de Francisco está contribuyendo en algo para cambiar esta situación?
Lo que ha abierto son algunos cargos a mujeres. Por ejemplo, en el sínodo se ha permitido la entrada de mujeres. Pero no se hace de una manera democrática, sino unilateral. No como algo que forme parte de la cultura de la Iglesia. Como un favor, no como un derecho a que se nos reconozca a las mujeres. Por ahí se empieza, porque por ahí se empezó a nivel civil, pero en la Iglesia todavía no nos reconocen como sujetos de derecho.

Se dice que la crisis de vocaciones que sufre la Iglesia podría aliviarse, en parte, permitiendo el matrimonio entre los sacerdotes y aceptando el sacerdocio femenino, ¿cree que es así?
Eso, y un cambio de cultura, de cómo se transmite la fe. Si estás a años luz de la sensibilidad de las personas a las que quieres llegar, ¿cómo vas a despertar ninguna vocación? No solo es que no te puedas casar, que yo por ser mujer no pueda ser sacerdote, es que si no hay una sensibilidad para poner en valor el mundo, la corporeidad, el placer, la vida enc común, lo social…¿ A dónde va a llegar?, ¿qué buena noticia está transmitiendo la Iglesia cuando dice “tú, mujer, no eres un sujeto de derecho”?, ¿qué buena noticia cuando dice que todo lo que tiene que ver con el placer y con la vida es pecaminoso? Cuando eso no está en el Evangelio, ¿eh? No es que nosotras digamos estas cosas porque sí, es que en el Evangelio, si te vas a lo que Jesús dijo, no están este tipo de cosas.

¿Qué actividades han organizado hasta ahora en Asturias?
Llevamos muy poco tiempo. De momento, presentamos un libro que hicieron entre todas las Revueltas de Mujeres de España en la biblioteca del Fontán. El domingo anterior al 8 de marzo todas las Revueltas de España hicieron una concentración frente a sus catedrales, y nosotras lo hicimos aquí también. Luego tres personas fuimos a la reunión de la Revuelta en Madrid y el 8M fuimos a la manifestación con una pancarta propia. Hemos empezado a reunirnos en abril para ir afianzando. No nos ha dado tiempo a nada más. Somos todavía muy poquitas y estamos empezando a organizarnos. De momento nos estamos reuniendo para formarnos, y queremos empezar por leer teología feminista y tener unas bases sólidas.

¿Cuál ha sido su relación con Sanz Montes?, ¿se han reunido en alguna ocasión?
No, todavía no hemos hecho nada de eso. Pero imagino que lo haremos, sí, a mí me gustaría.
A pesar de que su opinión sobre Snaz Montes no es precisamente buena, ¿es así?
El comunicado refleja nuestro sentir. Fue un impresentable el otro día.
“No fue una homilía para unir sino para dividir y señalar”, dicen en su comunicado. Es un argumento que se ha repetido estas semanas para criticar a Sanz Montes
No sé cuál es su intención. Si es esa, mal vamos. Su estilo es proselitista, en el sentido de que si eres cristiano tienes que aceptar esto. Y eso, a estas alturas de la película, ya no cuela. No tiene ni pies ni cabeza que asocie el pensar así con ser cristiano. No puede representar el pueblo cristiano, ni de lejos. Yo no me siento representada, vamos, ni mucho menos.