Cuatro mujeres, la música, la piedra y la luz en una cueva viva que se llenó de potencia musical con una emocionante propuesta que transportó al numeroso público asistente a otros planos sensoriales. Un despliegue de virtuosismo instrumental y vocal, amplificado por el marco profundo y casi sacro de la Cuevona de Ardines, y que se apoyó además en un impecable trabajo técnico de inmersión sonora con cascos individuales. El espectáculo se volvía por momentos casi interactivo, como mínimo diverso en sus posibilidades vivenciales: escuchar en vivo o a través de los cascos; observar estátiques a esas cuatro diosas terrenas o recorrer la cueva inmensa mientras la música, sonando desde los cascos, inunda la mente y el alma; fijar la mirada en Bacchantes o en la danza improvisada de Mónica Cofiño contra las luces que iluminan estalagtitas y estalagmitas.
Cofiño, organizadora desde hace ya once ediciones de este festival cultural de La Xata la Rifa, nos ha deleitado con esta locura de armonías y ritmos, de tintes a veces oscuros y a veces divinos. Pero el festival no acaba aquí, continuará en diversas fechas hasta el enlazar con el festival audiovisual Medio Güeyu, ya en noviembre. Próxima cita, este próximo domingo 8, en Piloña, con Sara Muñiz.
Así vivimos el concierto de Bacchantes en fotografías de David Aguilar Sánchez:



















