En agosto de 1991 Alfredo Olivera (Buenos Aires, 1966) era un estudiante de primero de psicología que acaba de acercarse en prácticas al hospital psiquiátrico de Buenos Aires José Borda. Un amigo le propuso un día que hablara en una pequeña emisora libre sobre la locura, y él le dijo que mejor hablaban de eso “los expertos”. Los expertos era el grupo de pacientes a los que acababa de conocer, algunos con internamientos de más de una década. La experiencia funcionó bien, y lo que iba a ser un programa puntual se convirtió en una colaboración semanal. Esa fue la chispa de Radio Colifata, un modelo que a día de hoy se ha replicado en toda Argentina y en todo el mundo, y en el que las personas con trastornos mentales hablan en los micrófonos sobre todo lo divino y lo humano.
Curiosamente Radio Colifata no tenía ni siquiera micrófonos en sus inicios. “Nacimos sin medios y sin permiso”, recuerda Olivera, que rememora los comienzos, en los que el programa se grababa en una grabadora y luego se editaba y emitía por radio. Más tarde vino la antena y el estudio de grabación. Hoy nueve personas trabajan en Colifata, una radio en la que colaboran hasta 40 internos y ex internos psiquiátricos del José Borda, tiene programa en la televisión pública, colabora con filósofos y celebrities, ha cosechado premios y reconocimientos en medio mundo, y desarrolla otros proyectos paralelos como talleres o una red de venta de verduras ecológicas producidas en los márgenes de la provincia de Buenos Aires. “Tiene un efecto multiplicador”, destaca Olivera, que en estos momentos compatibiliza Colifata con otro proyecto similar en un hospital psiquiátrico de París.

El psicólogo, uno de los principales impulsores de este pequeño milagro, destaca la “intimidad” de la radio y “la cercanía de la voz”, frente a las mayores exigencias de la televisión, y reivindica “el derecho a tropezar”, las bondades de una comunicación imperfecta, no profesional, que hace del error o el accidente una oportunidad para comunicar de una forma diferente, en la que se producen cosas inesperadas. “Todos atravesamos momentos en la vida en los que nos quedamos sin guion”. No pasa nada, desdramatiza Olivera, que este sábado pudo compartir su experiencia en Oviedo/Uviéu con otros espacios radiofónicos similares en las jornadas de salud mental organizadas por la cooperativa A Teyavana.
Olivera compara Colifata, que en lunfardo, el dialecto castizo de Buenos Aires, significa loco, pero “dicho con cariño”, con una “botella arrojada al mar”. Un pequeño medio que permitió “escapar del hospital” a personas que llevaban años de encierros muy duros, y descubrir, para su sorpresa, que había gente al otro lado dispuestas a escucharles e interactuar con ellas.