En 2011, Carmen Moriyón era una cirujana que curaba el cáncer cuando aterrizó en el despacho de la Alcaldía de la casa consistorial con el luminoso fulgor de la inmaculada concepción política. Foro se presentaba como una novedad, sin arraigo en el territorio y con representantes municipales que nunca antes habían ejercido el poder del anillo que, como en la obra de Tolkien, nos gobernaría a todos. Llegaron aparentemente limpios de polvo y paja y, aunque Foro era una escisión del PP promovida por Francisco Álvarez Cascos, paradójicamente, aquel entusiasmo adanista logró contagiar a los suficientes votantes como para que pudieran llegar a la Alcaldía. Los ciudadanos comprendieron que Carmen Moriyón y Fernando Couto eran un capítulo nuevo que cerraba la veterotestamentaria historia socialista de la ciudad de los últimos 33 años.
El segundo mandato de Foro en la ciudad, el que fue de 2015 a 2019, estuvo presidido por cierta extenuación política que no permitió brillar al partido hasta que pudo desconectarse realmente de su fundador. Había que matar al padre para poder seguir manteniendo el trono local de Gijón y garantizar la continuidad del hijo, razón última por la que existe un partido que sólo logra mantener su esencia cantonal en la ciudad y ser meramente residual en la corte de Fruela, o sea, en el parlamento asturiano. La caída final de Foro se produjo en 2019 sin proyecto político y con un candidato que no convenció a nadie, Álvaro Muñiz, dando lugar a un nuevo y convulso mandato socialista que se vio sacudido por una pandemia y una alcaldesa que nunca llegó a entender la ciudad.
Así las cosas, Carmen Moriyón ha inaugurado una segunda época con 8 concejales de 27 en 2023. Durante la campaña electoral, su mensaje principal para lograr auparse a la Alcaldía ya no pudo ser la gestión de quienes nunca habían gestionado nada, Ese tiempo ya había pasado. El mensaje fue otro, representado en un cuadro, el de Salomé con la cabeza de San Juan Bautista firmado por Caravaggio o, mejor dicho, el de Carmen Moriyón con la cabeza de Francisco Álvarez Cascos, fundador de Foro, el 20 de septiembre de 2020. El mensaje tenebrista de renovación implícita de aquel cuadro se veía iluminado por la tenue posibilidad de que algún día Foro pudiera llegar a ser el PNV en Asturias. Para más garantías, el mensaje incluía la promesa explícita de que su partido no pactaría con los extremos, o sea, con Vox, para conformar un gobierno de coalición.

A pesar de aquella promesa, el partido de Carmen Moriyón y Fernando Couto, una vez celebrada las elecciones, logró encaramarse nuevamente en el gobierno del Ayuntamiento a base de pactos, incluido Vox. Foro había resucitado tras las elecciones del 28 de mayo de 2023 como lo había hecho la criatura de Frankenstein, en cuanto hubo recibido el calambrazo de un rayo enchufado a la corriente eléctrica. El arquetipo creado por Mary Shelley es el que mejor se adapta a la historia del partido que fundó Cascos.
Sin embargo, todo lo que regresa a la vida lo hace asumiendo una naturaleza diferente después de haber transitado la muerte. Roto el pacto con Vox, el gobierno mantiene la mayoría absoluta (14 votos) gracias al concejal tránsfuga, Oliver Suárez (ex-vox) no adscrito que preside en estos momentos una empresa municipal, Divertia. Esto convierte al gobierno de Carmen Moriyón en una bestia paulatinamente más suelta y más descontrolada, cuya podredumbre irá contagiando al resto de concejales que forman su gobierno hasta que alcance la descomposición total.
George A. Romero desvelaba en La noche de los muertos vivientes las consecuencias que trae consigo la resurrección de los cuerpos y en ninguna versión de esta fábula moderna nadie se salva del mordisco que convierte al fascismo o al capitalismo más sangrante en una enfermedad infecciosa. A diferencia de los zombis de Romero, de Snyder o de Danny Boyle, en la magistral 28 días después, el acto de resurrección de la alcaldesa de Gijón ya no es fortuito o accidental, sino completamente deliberado. Al gobierno de Moriyón le persigue el historial indecente del ex-gerente de Comunicalia, mientras la Teniente de Alcaldía, oficiosamente Vice-Alcaldesa, Ángela Pumariega, también financiada por el concejal no adscrito en su época olímpica de 2015, sigue sin aclarar si ha sido una vulgar auxiliar administrativa en la empresa de su padre, Pumariega Gestión, una excelente responsable de logística, una directiva agresiva o una empresaria pionera y clarividente. Lo que sí sabemos hasta la fecha es que la fibra óptica que proveía Comunicalia también se extiende hacia el pasado y hacia otros cargos públicos recientes. Y como ejemplo, un dedal. Begoña Fernández Costales–Muñiz, presidenta de la Federación de Empresarias y Directivas de Asturias fue la responsable de exportar la marca de la empresa de Oliver Suárez fuera de Asturias desde mayo de 2012 hasta enero de 2016, tal y como consta en su cuenta de Likedin. Begoña Fernández se encargaba de la gestión y organización de eventos dentro del grupo de empresas, entre ellas figura la Convención Anual del Grupo que reunía a 200 personas cada año. Costales también se encargaba de la coordinación con las agencia de medios de comunicación, de viajes, de imprentas, de catering. En la actual Junta Directiva de la Federación de Empresarias y Directivas de Asturias comparte asiento con su ex-compañera en Comunicalia, Ángela Pumariega, concejal de promoción económica.

Como decimos, el historial indecente del ex-gerente de Comunicalia, un reguero de empresas quebradas, deudas impagadas y juicios varios, nos lleva a los últimos meses del segundo mandato de Carmen Moriyón. En el Boletín Oficial Municipal de Gijón consta que en la sesión plenaria del 19 de febrero de 2019, se acordó el reintegro total de una subvención concedida a Comunicalia Tradding S.L. para la contratación de personal por incumplimiento de la obligación de mantenimiento del empleo. Este dato pone en evidencia que Foro ya conocía la trayectoria empresarial de Oliver Sánchez antes de que fuese nombrado Presidente de Divertia.
Todavía no hay un solo dato que justifique la continuidad del ex-gerente de Comunicalia en la empresa municipal que gestiona los festejos de Gijón. Por el contrario, irán apareciendo muchos más que acentúan la necesidad de apartarlo de la gestión del Teatro Jovellanos. Carmen Moriyón deberá soportar el peso de este dilema durante todo su mandato. No sabemos a ciencia cierta si resistirá la erosión política que significa tener a un tránsfuga entre sus filas, entre otras razones porque eso dependerá, más bien, de la sensibilidad política de la ciudadanía. Lo que sí podemos afirmar es que en esta ciudad, a los pufistas se les mira siempre mal.
El que vuelve nunca es exactamente igual al que se fue. Carmen Moriyón tampoco. Parece que, al igual que la Teniente Ripley en Alien III, la malograda película de David Fincher, otra renacida en un futuro distópico, la alcaldesa se ha traído el pecado consigo, aunque el retorno de su gobierno, más parecido a Frankenstein, sea una obra colectiva, un corta y pega de varios cadáveres políticos y no el fruto de un encuentro erótico entre la mujer y la bestia. De todo esto se desprende una lección: en ocasiones, la mejor opción es no volver.