Aníbal de Mieres

Podrá parecer lejana, pero también puede ser conveniente, una de las reflexiones que teníamos la generación de Aníbal cuando nos correspondía dejar el trabajo en la mina y nos insertábamos más aun en la vida social.

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Javier Arjona
Javier Arjona
Minero jubilado y militante internacionalista.

Estamos tristes y con mucho dolor, no solo ante la impotencia del genocidio infanticida que ocurre ante nuestros ojos en Palestina.

Se nos junta con la tristeza y el dolor por la partida de Aníbal, militante social y político, compañeru de la mina.

Muchísima gente en Mieres ahora le está despidiendo, y el tiempo de su siembra es también el de muchas reflexiones, en los diversos sectores en los que ha tenido vida e influencia.

Podrá parecer lejana, pero también puede ser conveniente, una de las reflexiones que teníamos la generación de Aníbal cuando nos correspondía dejar el trabajo en la mina y nos insertábamos más aun en la vida social.

Una generación que aprendía con rapidez y avidez de las intensas luchas obreras, y de las “transiciones” de la ilegalidad franquista a la legalidad democrática, acumulando un sentido profundo de solidaridades obreras, de ímpetu organizativo con intención transformadora, que, no siempre o en honrosa minoría, se iban a trasladar al resto de la “vida civil”.

Es decir llevar o no la experiencia organizativa adquirida a las tareas sociales de la construcción democrática cotidiana. Y propusimos y criticamos que no se “aprovechara” lo suficiente y también de forma organizada aquella dinámica de múltiples energías de miles de mineros en pre o en jubilación.

Rocío Antela, Yolanda Díaz, Aníbal Vázquez y Ovidio Zapico. Foto: Iván G. Huerta

En esa minoría se encontraba Aníbal, como demostrado queda en su vida de militancia social.

Y que impregnaría también acciones posteriores, no tan marginales sino muy importantes para otras personas de la militancia social, indígena, negra, popular, que, en condiciones de refugio temporal en Asturias, serían recibidas con cariño por Aníbal y su gente, tanto en la Casa Consistorial como en el Pozu Fortuna que apela, siempre, a la memoria.

El alcalde de Mieres Aníbal Vázquez y el vicealcalde Manuel Ángel Álvarez con Javier Orozco, Javier Arjona y refugiados colombianos.

Todavía hace pocas semanas que tuvimos ocasión de acompañar al eurodiputado andaluz Manu Pineda (activista comprometido con Palestina donde ha pasado varios años) en su último encuentro con Aníbal, y su presencia compartida en uno de los barrios más deteriorados de Mieres, Rioturbio, donde se adquirían compromisos renovados para seguir defendiendo la vida, en las barriadas y pueblos de Mieres, y en el escenario internacional que nos es común.

Y esta semana otro Aníbal (Menchaca) nos traía a un alcuentru de muyeres en Xixón (segunda ciudad de nuestro Aníbal Vázquez) la emblemática y eterna canción de Violeta Parra, “Volver a los 17”, un canto de profunda referencia a las luchas y las vidas militantes, activas, como la de Aníbal, compañeru que nos dio tira. Una canción que dicen es el complemento del universal “Gracias a la Vida”, también de la Violeta, “adquirida” del canto popular chileno, y dedicado premonitoriamente a Aníbal de Mieres.

Volver a los diecisiete después de vivir un siglo
Es como descifrar signos sin ser sabio competente
Volver a ser de repente tan frágil como un segundo
Volver a sentir profundo como un niño frente a Dios
Eso es lo que siento yo en este instante fecundo

Se va enredando enredando,

como en el muro la hiedra
Y va brotando, brotando

como el musguito en la piedra
Como el musguito en la piedra,
ay si, si, si


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