El personaje que se hace un selfie en la foto de apertura de este artículo, mientras uno de sus acólitos alza la mano (quizás tarareando furtivamente aquello de Arriba, escuadras, a vencer, que en España empieza a amanecer) es José María Figaredo, diputado de Vox por la circunscripción de Asturies y secretario general del partido ultraderechista en el Congreso: uno de los mandamases de ese chiringuito empresarial barnizado con la ideología de la rojigualda que preside el vividor Santiago Abascal.
Figaredo aparece contento como unas castañuelas en esa imagen de la concentración convocada el pasado domingo en la ovetense plaza España contra los enemigos de España. Figaredo también debe de estar contento como unas castañuelas con la turba fascista y neonazi que remata cada noche la jornada de movilización frente a la sede del PSOE en la madrileña calle Ferraz, porque su señoría Figaredo comparte en sus redes sociales un torrente de fotos y vídeos en los que redomados franquistas y nazis (perdón por la redundancia) la lían parda. Figaredo se dedica estos días a retuitear —o como se diga ahora, porque el gilipollas de Elon Musk le cambió el nombre a una red social que ya había consolidado en el Diccionario de la Real Academia Española términos como tuitear, retuitear o tuit— de un modo compulsivo toda la basura que vierten en la red medios de comunicación ultras, grupos ultras o políticos ultras como su correligionario Herman Tertsch, un personaje vomitivo que no tenía donde caerse muerto como ¿periodista? antes de que Vox lo elevara a la categoría de europarlamentario.
José María Figaredo es sobrino de Rodrigo Rato, que fue ministro de Economía y vicepresidente económico con José María Aznar, y que acabó preso por delitos financieros. De padre gochu, fíu marranu, decimos en Asturies. Figaredo, de los Figaredo de toda la vida (oligarcas de toda la vida, explotadores de obreras y obreros de toda la vida) es uno de esos niñatos de mierda que se regodea estos días celebrando la asonada fascista que rodea las sedes del PSOE, jaleada por otros niñatos ricos y llorosos como él a los que, por primera vez en su puta vida, les lanzan botes de gas los antidisturbios, y encima por “puto defender a España”.
Frente a esta gentuza fascista siempre estará la gente. Y la gente siempre ha sido, siempre es y siempre será antifascista.